La situación de Marte no es color de rosa es rojo, pero progresando mentalidades diferentes y
actitudes totalmente adversas a la costumbres de la vida en la tierra y se las arreglan para no
repetir el desastre de la cotidianidad severamente depredadora de la sociedad.
Campo nuevo horizonte, valle Marciano, medio día.
—Hay que insistir en un nuevo mensaje,. Que no salgan de la nave, en cualquier momento
podría ocurrir un desastre—
Estas eran las palabras de uno de los científicos, Jaret Johnson, a cargo del monitoreo de la
sonda marciana Prius que en un intento de especular las condiciones meteorológicas de la
atmósfera de la tierra,. Con mucho esfuerzo le habían cambiado la dirección de captación de
señal, ahora no monitoreaba Marte si no al planeta azul, pero la información que arrojaba Prius
no era buenas noticias, tal y como se sospechaba hace décadas las llamaradas solares se
intensificaron con los años alcanzando a la Tierra, y esta a su vez después de una gran guerra
quedó con la atmósfera contaminada por ende su capa de ozono protectora del viento solar
quedó totalmente disfuncional.
El éxodo con un noventa y nueve por ciento de éxito, era un sinónimo de festejo con una sola
nave que no pudo emprender el viaje, con más de mil personas a bordo, sin embargo desde
Marte solo podrían enviar señales de advertencias al capitán Hudson, sobre cuándo se
producirían las super tormentas de arena con las temperaturas más altas vistas, información
relevante para la nave que quedó en la Tierra, pero que entre el envío y la recepción del
mensaje, la radiación hacia una especie de laguna informática, la señal, se distorsionaba, no se
recibía a tiempo o jamás llegaba.
Jaret Johnson lucía el típico traje de la flota del viaje a Marte, un pantalón y abrigo azul,
representando la búsqueda de agua en Marte y el logo a la altura del pecho un planeta rojo y
naves hacia el, debajo una frase que titula "in mars we trust". En la pantalla que trabajaba,
insistió en el botón para enviar la última información detallada, un video explicando los nuevos
peligros que le esperaban a los encallados en Brasil.
—¿Qué sucede? —preguntó su compañera de trabajo, una mujer delgada y apasionada de las
estrellas la astronoma Hillary Ramos.
No se no puedo enviar el último mensaje a la tierra—insistió Jhonson—creo que algo le sucede
a la antena.
—¿Quieres que envíe a alguien a averiguar? —
No —respondió Johnson y continuó—la última vez que enviaron a hacer un ajuste lo
empeoraron todo, no pude comunicarme con la nave en la tierra ni con ninguna de las demás
naves que vienen.
Se ajustó el pantalón y se paro de la silla.
—lo haré yo mismo—
¿Espera que estas haciendo? Preguntó la astrónoma al tiempo que lo seguía por el pasillo.
Las cápsulas autónomas de marte donde habitaban los colonos terrestres eran no grandes
pero si anchas edificaciones que se interconectaban entre sí por medio de túneles
subterráneos o simples pasillos peatonales en la superficie del planeta rojo, la antena que
debía revisar Joseph estaba a unas diez cápsulas, en la primera cápsula que rebasó era una
en particular allí trabajaban geofísicos para estudiar el suelo marciano, eureka habían
descubierto que a una profundidad de unos tantos kilómetros de la superficie había un nicho tal
vez gas natural, petróleo, agua o solo un agujero que los sensores detectaron aun así era
emocionante para los geofísicos, Johnson y Ramos seguían discutiendo aunque Jaret no
detenía el paso para escuchar a Hillary. Sus palabras eran...
—Debes dejarlo a los profesionales ellos ya han estado allí tú no.—
Jaret detente allá afuera es peligroso
—Al menos déjame ir contigo—
Los pasos de Jonson cesaron—está bien pero no le dirás a nadie sobre esto.
Descuida —contestó Hillary—Siempre quise salir a hacer exploración marciana en su superficie
y esta es la oportunidad.
Además—sugirió Jaret—la última vez dejaron un desastre y se tardaron tres días en reponer lo
que habían dañado.
Siguió hablando hasta encontrarse con otra cápsula, el área de alimentación de exploradores,
un grupo de personas que se dedican al mantenimiento de las capas exteriores de las
cápsulas, el trabajo más duro en Marte, aquellos se encargan además de transportar desechos,
instalar paneles solares, esto deben hacerlo con temperatura por debajo del cero Celsius.
Uno de ellos comía lentamente, era un hombre con barba aproximadamente unos treinta años,
su cuchara se detuvo después del último bocado y luego arrojó con toda su fuerza el cubierto
al suelo, con euforia dijo;
— ¿Qué es esta comida? ¡ sabe a rayos! estoy harto de este lugar—
Eran unas veinte mesas y en cada una de ellas había espacio para cuatro personas comiendo.
Todos los demás comensales se detuvieron y se limitaron solo a observar. Uno de ellos se
atrevió a dirigirle la palabra.
—Esta bien Robs—con voz apaciguante se escudo y prosiguió— todos la odiamos, es un asco
tienes razón, pero es lo que nos ganamos, no cuidamos nuestro hogar, la Tierra ahora es
inhabitable, todo parecía que sucedería en cientos de años, lejos de nuestra generación, tal vez
miles años más pero, no escuchamos, no comprendimos que era mucho más frágil, siempre
fue mucho más fácil destruir que construir, y esto es lo que nos merecemos, no hay nada mejor,
creo que lo peor ha quedado atrás.—
A Robs le latia el pecho como si su corazón le llegase a explotar, los ojos de las demás de
ochenta personas a su alrededor parecían penetrar lo más recóndito de su ser, acto siguiente
se alejó de la mesa donde comía y buscaba en el suelo la cuchara con la que comía hace un
instante.
Uno de los comensales la encontró , cayó justo por sus pies.
—Por aquí— mencionó el agradable amigo vestido de azul, en realidad todos vestían el mismo
atuendo de la flota.
Robs se acercó a él y le dio las gracias, el otro sujeto solo sonrió un supervisor alzó la voz
dirigiéndose a todos y expresó;
—¿No queremos repetir la misma actitud que en la tierra o si damas y caballeros? —
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Editado: 03.10.2024