La carrera del viento

02. EL ENCUENTRO

ALISON KENT 

 

“Fue cuando comprobé que murallas se quiebran con suspiros y que hay puertas al mar que se abren con palabras.”
Rafael Alberti.

 

El día fue una total pérdida de tiempo. La boda, las falsas promesas de amor eterno, las falsas sonrisas. La boda parecía una fachada, como si hubieran creado la ilusión de la boda perfecta para fotografiarla y ponerla en una revista. Incluso la comida se veía apetitosa, pero carecía de sabor. No cuento detalles del evento porque realmente no vale la pena, fue todo muy monótono y transcurrió sin problemas ni previstos. Me mantuve alejada del ramo, solo por si acaso.

 

 En este momento estoy tumbada en el jardín. Es el momento que más disfruto del día, las chicas ya se han ido a sus casas así que no tengo nada mejor que hacer. Estoy mirando hacia el cielo en el que se posa una luna sonriente y un montón de estrellas brillantes. Actualmente las personas están tan acostumbradas a ver todo lo que está alrededor que pierden el interés por completo.  A pesar que es extraordinario no prestamos atención a la belleza de lo que nos rodea. Lo poco que la mano del hombre no  pervertido es lo más hermoso. Quizá lo aprecio más que otros porque los lujos ya no me sorprenden.

Probablemente se deba a que siempre he tenido lo que quiero. Siempre y cuando se pueda obtener a cambio de un jugoso cheque, claro. Para mi séptimo cumpleaños pedí un caballo negro y lo obtuve. No lo toqué ni me acerqué a menos de dos metros de él porque le tenía miedo, pero era mío.

 

Mi padre es el presidente de una de las empresas de telecomunicaciones más competitivas y cotizadas. Y tanto como tiene de dinero tiene de trabajo. Por eso en cada graduación, cumpleaños, acción de gracias o cualquier celebración que no tiene tiempo para mi madre y para mi, nos espera un nuevo regalo. Trata de comprarnos y lo peor de todo, es que lo consigue. ¿Qué? Soy débil amigos. En año nuevo me compro un audi tt blanco, mi bebe. Ya teniendo el auto en frente y las llaves en mano se me hizo estúpido seguir molesta por algo que no se podía cambiar. ¿Cierto?

 

Mi madre por otro lado, está interesada en cada aspecto de mi vida. Las notas, amistades, romances e incluso pasatiempos. Recuerdo que una vez jugamos battlefield 3. Terminó odiando los videojuegos, desde luego.

Es buena y todo el tiempo está tratando de llenar el hueco que deja mi padre con su ausencia. No lo hace con mucho éxito pero eso no se lo digo. Lo menos que quiero es herir sus sentimientos.

 

—Ali, querida ya es tarde —Mamá esta parda en el umbral de la puerta trasera —. Sube a tu habitación.

 

Mi madre es dos centímetros más baja que yo, tiene el cabello teñido de café a la altura de los hombros. Sus ojos azul pálido casi sin vida y debajo de sus ojos unas ojeras  formadas por demasiadas noches sin dormir. Tiene una expresión cansada en su rostro, lo que la  hace ver mayor de lo que realmente es.  Aún la persigue su pasado. No lo puede olvidar porque yo no le permito olvidar.

Me levanto del césped y hago mi camino hacia ella deteniéndome para abrazarla.

 

—Claro mamá, buenas noches.

 

—Alison, el cumpleaños de tu padre es la semana que viene así que mañana saldré a buscar un traje para él. Tienes el día libre, diviértete cariño —Entonces me dedica una sonrisa deslumbrante y divertida —. Pero no demasiado o si no a tu padre le dará un  infarto.

 

Ruedo los ojos con diversión. —Si mamá.

 

Dasha me pidió que pasara a recogerla al final de su turno. Trabaja en la cafetería Magots, una de las mejor de por aquí. Estaba muy impaciente en casa viendo las caricaturas que decidí llegar antes. Estoy leyendo un libro del holocausto mientras tomo un café.

Si mi padre me viera justo ahora estaría muy orgulloso, eso sin duda.

Debo decir que la espera se hace demasiado larga y el sufrimiento del libro no ayuda en lo absoluto.

 

—Hola.

 

Levanto la vista del libro para encontrarme con la mirada tímida de un chico.

 

Madre mía.

 

—Hola —Digo de vuelta.

 

— ¿Puedo sentarme un par de minutos? —Pregunta más seguro que hace un momento.

 

—Claro.

 

Toma asiento en la silla frente a mí con una postura recta y elegante. ¿Quieren saber que pienso de él? Es muy apuesto, de esos que sientes necesidad de tocar para saber si es real o no. Tiene los ojos azul profundo, a diferencia de los de mamá estos están llenos de vida, invitándote a mirarlos hasta el cansancio. El cabello es oscuro en spiky, está bronceado y puedo ver que va al gimnasio. Mejor no hablemos de sus labios. Joven, atractivo y por lo que veo es adinerado, combinación letal.

Engreído.



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En el texto hay: joven adulto

Editado: 05.03.2018

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