Toda la vida me la pase creyendo en lo que la ciencia fidedignamente me indicaba mediante escritos y artículos de investigación con bases científicas, hipótesis, bases métodos científicos y pruebas basadas en lo que debía ser su única y eterna explicación, la física cuántica en su principio básico me daba la razón de que todo era y podía ser predecible, nada estaba exento de explicarse mediante esta materia y todas sus leyes, en una sola palabra para cualquiera que lea este relato me podría definir en una sola palabra como “ escéptico”
Todo comenzó una mañana cálida de verano con un clima agradable al grado de salir en playera delgada camino al trabajo sin reparar en utilizar un accesorio contra el frio, camine varias calles hasta la parada de autobuses, las calles estaban llenas de verdes prados y vistosos árboles, el verano y sus lluvias habían reverdecido toda la reserva natural urbana, llegue a la parada de autobús y mirando mi muñeca a cada instante mis nervios comenzaban a acelerarse, el autobús comenzaba a demorar más de lo habitual, estamos hablando que el transporte en esa ocasión demoro más de quince minutos en llegar aun cuando habitualmente solo tardaba de cinco a diez minutos, en todo el último año no había tenido un solo retraso en el laboratorio y hoy no podía ser ese día, aún tenía tres minutos más de espera para poder llegar a tiempo sin sufrir ningún retraso mayor a un minuto, cuando de repente se vislumbró doblando en la esquina siguiente el cofre del autobús ruidoso, al igual que yo otras tres personas esperaban ansiosas abordarlo lo más rápido posible esperando que este pudiera poder llegar lo antes posible al lugar destinado, abordamos en un orden aleatorio pero consecutivo que genero una fluidez nunca antes vista, el saludo de buenos días fue omitido por dos de nosotros pero en lo demás fue demasiado común, tomamos todos asientos y el conductor comenzó a recorrer la ruta hasta que doblo hacia la derecha después de cuatro calles cuando habitualmente seguía por otras cinco calles más, sin previo aviso de las autoridades, las avenidas estaban siendo recorridas por maquinaria pesada para restaurar el asfalto que hacía décadas había sido parte de la decoración del lugar.
El autobús recorrió calles que había dejado de ver desde que estudiaba la preparatoria y donde me la pasaba jugando con mis compañeros hasta altas horas de la tarde o noche parados en una esquina, por un momento reviví esos años de gloria de hacía más de una década, el autobús siguió más adelante hasta pasar por la casa de uno de mis compañeros de colegio, la casa como la colonia seguían tal cual las recordaba, y la decoraba una lona que pintaba en toda caratula “se vende”, desde que conocí el vecindario siempre me agrado esa casa para poder habitarla y quizá ahora, más de una década después podría ser mi oportunidad para adquirirla, se trataba de la casa de mis sueños desde muy joven, no pude evitar pensar en que el encierro de mi trabajo y la absorción de mi monótona y “moderna” vida me habían privado incluso de recorrer estas calles a pie. De inmediato saque el teléfono celular y saque una fotografía del anuncio que cubría toda la ventana derecha de la casa, ese vecindario en especial tenía aspecto de villa pintoresca y parte de eso era el encanto que siempre me cautivo.
La fotografía con el movimiento del autobús salió algo borrosa pero aún era posible apreciar el número de informes, la guarde y espere llegáramos al destino, me baje del autobús una vez retomado el camino tres paradas posteriores y de inmediato entre al laboratorio, el reloj marcaba las ocho de la mañana con cuatro minutos, el primer retardo en más de un año, me prepare con todo el equipo de seguridad para poder transitar con menor riesgo, cruce todo el material de destilación, el equipo de análisis y llegue hasta el apartado donde se encontraba mi escritorio, tome el teléfono de y marque el número que aparecía en la fotografía de la casa en venta, el numero le pertenecía a una oficina de bienes raíces, y concertamos una cita, el precio era el adecuado a lo que mis posibilidades podían adquirir, incluso sin saber lo más mínimo de bienes y raíces sabía que la casa con las características que había conocido años atrás valía casi el doble de lo que estaban pidiendo por ella.
Visitamos la casa por la tarde, el grado de conservación era asombroso, daba la impresión de que la casa era la misma de hace décadas en la que jugamos mis amigos y yo, todo el recorrido me mantuve en silencio mientras el agente inmobiliario me ofertaba cada espacio de la casa como si supiera que algo me haría desistir de comprarla, tal era su insistencia de sobreoferta que me tome de codos y le pregunte mirándolo a los ojos.
— ¿Hace cuánto que está en venta?
A lo que el agente me respondió
—Tiene algo de tiempo, pero se trata de una magnifica propiedad, sus espacios son amplios y la iluminación es…
Lo interrumpí abruptamente para no perder más el tiempo pues el agente no me diría más que lo que según él, su cliente quisiera escuchar sobre una casa que está a punto de adquirir.
—Dígame ¿qué documentación es la que requiere para iniciar el trámite?
La cara del agente paso de preocupación mezclada con una efusiva oferta de características de la casa a una tranquilidad plena, su semblante lo mostraba, e incluso se podía apreciar en su tono de piel, me dio una hoja con los requisitos con su tarjeta para que en lo subsecuente yo personalmente llevara mis documentos a su oficina, la casa tenía los espacios adecuados, podría habitarla una familia de unos siete u ocho integrantes con dos perros de buen tamaño y dos autos, el precio era una ganga que no podía dejar pasar y que mi crédito me permitía holgadamente, lo único que me causo cierta extrañeza era el estudio, tenía un cambio climático al entrar a el que dejaba la piel helada, sin duda en verano con una ciudad llena de precipitaciones vespertinas la humedad estaba cubriendo la habitación, aunque no le di importancia sabía que la casa requeriría un retoque a mi gusto, el tramite no demoro más de dos semanas en llevarse una vez llevados los documentos a la oficina del corredor, concluidos todos los trámites con las autorizaciones correspondientes me enfoque en remodelarla, honestamente la casa no necesitaba más que pintura a colores más recientes, tenía la pinta de colores que estuvieron de moda dos décadas atrás y que ya no mantenían la fuerza ni la intensidad de hacía años, por el precio no pude reparar en exigir más de lo que la casa tenía consigo, contrate a la gente que se encargaría de remodelarla, todo funcionaba en orden, solo se trataba de pequeños retoques de pintura, y pedí especial atención en que revisaran a fondo el estudio pues por la amplitud este se tornaría como mi habitación, no me gustaba para nada el ambiente árido y frio que se percibía en su interior, fue re impermeabilizado y retocado en cada unión para reforzar algún tipo de humedad, el contratista en todo momento argumento que la habitación no necesitaba dicho tratamiento pues no presentaba ningún tipo de humedad pero realizo el trabajo al pie de la letra tal cual se lo pedí e indique, los servicios llegaban a la casa sin el menor problema pues podría decir que de toda la ciudad en ese vecindario fue donde inicio la urbanidad, las remodelaciones se dieron en una sola semana, a pesar de ser verano esos días se apreciaba una vista amarillenta del sol durante toda la tarde y por las noches un cielo estrellado que permitían que todo fuera viento en popa, la oportunidad de dejar la casa donde crecí se veía más cerca que nunca, el éxodo era inminente y no habría marcha atrás, el retroceso no era una palaba que quisiera que estuviese manifestándose entre mis acciones futuras, mi sobrina, mi madre, y mi padre nos mudamos de inmediato a la casa y pusimos en venta aquella propiedad que perteneció a tres generaciones atrás, el resultado fue optimo pues antes de lo esperado ya se estaba llevando a cabo una operación con un buen número de cifras para nuestro beneficio, pasamos dos noches durmiendo en la sala en medio de sofás, tazas de café, y múltiples cajas mientras íbamos tomando espacios pequeños en la nueva morada donde nos pudiéramos sentir cómodos, aun la pintura en las paredes nos daba ese aroma a nuevo que es exquisito inhalar, aun ayudando a mis padres y a mi sobrina para tomar sus habitaciones al entrar a dejar algo al estudio que ahora fungiría como mi recamara el ambiente seguía siendo frio, mi explicación lógica recaía en que la humedad de años permanecía en la pared y debía extenderse por todos los muros creando un efecto congelador, era probable desaparecer esa frialdad de las paredes y del ambiente pero quizá podría costar una pequeña fortuna, así que opte por una solución instantánea y compre un calentador eléctrico para ambientar la habitación, una vez decorada y amueblada toda la casa ya con el calentador donde sería el estudio, las risas y los múltiples momentos inolvidables surgieron como las olas surgen del mar, una vez concluida toda la labor de acondicionamiento de la misma casa pude descansar en mi amplia habitación, la sensación del calefactor aunque raquítica era benévola para mí al estar dentro de esas cuatro paredes, la primera noche deje el calefactor encendido, pero en medio de la madrugada me desperté por el inmenso frio que helaba hasta los mismos huesos, me levante de la cama en total oscuridad a tientas a donde estaba el calefactor y gire la perilla del nivel, no hubo respuesta ni sonora ni ambiental, camine unos pasos y encendí el apagador, misteriosamente el calefactor había sido desconectado de la corriente, tome una frazada extra, enchufe nuevamente el calefactor, y el sonido con el ambiente comenzaron a cambiar, el reloj de pared marcaban las tres de la mañana con tres minutos, me dirigí a mi cama y volví a conciliar el sueño, <<es una casa vieja con contactos eléctricos de más de dos décadas de antigüedad, es normal que los aparatos eléctricos sufran desconexiones abruptas en medio de cualquier momento, nada de qué preocuparse>> pensé.
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Editado: 07.04.2020