— ¿Estás seguro que es tanto como una tragedia? — le pregunte al escuchar lo grave del asunto
— Si estoy seguro y lo peor de todo es que tú fuiste quien hizo que eso fuera una tragedia, tú y tu bendita idea de afrontar nuestros miedos, pero ¿vas a escuchar o vas a hacer preguntas? —
— Ok, cuéntame Lignus ¿qué fue lo que paso? ¿Cómo comenzó todo? —
— Lo sigues haciendo — hizo un gesto de desagrado — deja de hacer preguntas yo sabré que contarte y como ¿no crees? —
— Sí, entiendo lo que dices, pero también debes entender que si no pregunto no te podre responder lo que deseas —
— No te preocupes por ello, realmente recordaras todo cuando te lo vaya contando, debes ser paciente—
Asentí mientras me disponía a escuchar, su semblante era dócil y fácil de dominar, realmente no parecía aquel que me había apuñalado tantas veces como su mano pudo
— Miyu y yo nos conocimos en la Sabana, eso es un caserío cerca de acá, para ella todo era color de rosa y hermoso y para mí no era la excepción, ella llevaba todos los días agua del rio a su casa en un jarro, un día de ellos la vi con su jarro de agua rebozando y salpicando todo el suelo ese hermoso día que la conocí, yo jure que, era mi imaginación que una señorita me estuviera mirando, es imposible verme cuando estoy camuflajeado y a pesar de ello se me quedo mirando atónita y me pregunto que porque estaba vestido de una forma tan rara —
— ¿Eso fue hace cuanto Lignus? — pregunté
— Definitivamente no pararas de preguntar ¿cierto? — Sonrío ya resignado ante mis preguntas — Eso fue hace 150 años, ha pasado poco tiempo —
Poco tiempo por amor a Zeus para mí eso era ser inmortal, toda la gente mayor que conocía tenía la desdicha de morir — ¿Y qué paso con ustedes como siguió su relación? —
— Seguimos como amigos durante muchísimos años, luego nos dimos cuenta que nos atraíamos mutuamente, pero, no queríamos formalizar nada sus padres me odiaban —
— ¿Por qué te odiaban Lignus? —
— Porque soy un chico huérfano, mi madre se suicido apenas yo tenía 2 días de nacido y mi padre murió del veneno que botó Aithjros de su cuerpo en una pelea, su familia es muy clasista no les gustaba que su hija estuviese inmiscuida con un luchador —
— Pero ustedes no se rindieron, siguieron luchando defendiendo su amor a pesar que ninguno se podía tener ¿cierto? —
— Si, ciertamente no nos rendimos estuvimos así unos 125 años, estábamos incómodos nadie podía vernos juntos pero aun así no desvanecíamos, hasta que llegaste tú, una niña como sigues siendo ahora y lo arruinaste todo — hizo un gesto de molestia y resentimiento
— ¿Yo? Y ¿Cómo arruine todo? —
— Simplemente te la pasabas con Miyu eran muy buenas amigas, y le metiste la idea en la cabeza de que debía afrontar sus miedos y sus batallas, porque sino nadie lo haría por ella, esa estúpida idea hizo que todo se fuera a la deriva —
En mi mente pasaban imágenes de una chica cabello rojizo con son de muñeca de porcelana, era Miyu, esa chica era realmente hermosa, muy sutil danzaba por el bosque, Sullivan se disgustaba cada vez que me veía con ella, podía ver exactamente todo intente buscar en mi mente la dichosa idea que espetaba Lignus, ¡Bingo! la había encontrado, le había dicho que tenía que ser una mujer valiente y decirle a sus padres su relación con Lignus, de lo contrario estarían destinados a morir sin siquiera unirse, le dije muchas otras cosas que la hacían sacudirse de miedo, su cara estaba temblando, sus ojos no creían lo que yo le estaba diciendo y entonces apareció Sullivan y le dijo que era una cobarde que asumiera su amor y lo contara, Miyu corrió y se alejo mientras yo fulminaba a Sullivan con la mirada, luego me fui tras de ella, pero no la encontré.
— Miyu, llegó hasta donde yo vivía pidiendo que asumiéramos nuestros errores y que si yo no podía hacerlo entonces era mejor terminar todo, porque como era posible que la niña Paula hablara de esa forma de nosotros — sollozaba mientras se recostaba en mi regazo, yo estaba estupefacto así que no hice nada permanecí inmóvil, mi cuerpo cambio a mi estado fantasmal, apenas se podía observar mi reflejo en el suelo, yo no me veía pero, aun así Miyu se aferraba a mi pecho como si no hubiera un mañana
— Luego ¿qué paso? — pregunté, imaginando que ya sabía la respuesta.
— Simplemente le dije que era imposible afrontar lo nuestro ante sus padres, no quería perderla y sabía que en ese mismo momento en que lo supieran la alejarían de mí, pero ella insistió a tal punto que aunque nos separáramos le diría a sus padres que tuvo una relación conmigo, me miraba con esos dulces ojos pidiéndome auxilio necesitaba que yo la apoyara, pero, no tenía la suficiente fuerza para hacerlo —
— Pero tenias ciento veinticinco años con ella, eso para mí es una eternidad ¿cómo es posible que en ese tiempo tu miedo siguiera allí? —
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Editado: 29.03.2019