La chica bajo la Luna

¡Muchacha infortunada!

Era de noche, la oscuridad se confundía con la de su alma, la lluvia se confundía con sus tristes lágrimas. El silencio se hacía cada vez más propenso, tan solo se lograba oír la voz de las chicharras y grillos en concierto. Desolada, desdichada y abrumada, sintiéndose sola en aquella noche de aire tranquilo y puro. Sin abrigo, sin calor, tan solo con ropas mojadas...

Su luz, una luciérnaga que se perdía entre los arbustos, lejos de todo estaba ella, llena de vacíos, llena de conflictos, sin sonrisas ni cenizas. Ni estrellas, ni luna; con frío y sin amor, un alma solitaria, una muchacha infortunada, sin rumbo, perdida en la noche, en sus pensamientos. 

La noche se volvía en el eterno desconcierto, en el sufrimiento eterno, de lágrimas profundas, de charcos con recuerdos, huellas de lodo y caminos inciertos, sin saber qué hacer, se sentó a morir...




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