La chica de la capa negra

¿Un teléfono?

Capítulo 2. 

La chica de la capa negra. 

Eli jugaba con sus manos mientras esperaba que el agua al fogón empezará a hervir, cuando las burbujas comenzaron a salir, tomó una tabla de picar y las pocas verduras que encontró en su nevera, miró el cuchillo en el mesón y lo tomó, picaba con delicadeza los trozos de verdura y posteriormente los ponía en la olla. 

 

La vecina de un pequeño pueblo en el que vivió al cumplir ciento cincuenta (150) años le había enseñado a cocinar, su tía nunca estaba en casa, cuando llegaba solo tomaba sangre humana, que tenía que cazar por su cuenta desde pequeña, ya que su tía no la alimentaba, nunca comió comida humana, por lo que cuando salía su cuidadora, su vecina se compadecía de la pobre niña hambrienta y le regalaba deliciosa comida, que ella la aceptaba gustosa, y fue así, hasta que su curiosidad le hizo preguntar como se hacía. 

 

Suspiró con melancolía, hace mucho esa hermosa persona había fallecido, y ella se había ido de dicho lugar cuando los pueblerinos se comenzaron a dar cuentas de que las muertes de los habitantes tenían colmillos en sus cuellos, por lo que comenzó la complicada época de «cazar vampiros» fue un momento oscuro para estas personas, eran cazadas, quemadas, decapitadas, Todos los guardias tenían horribles armas de metal que al atravesarlos los consumía dejándolos en polvo. 

 

Cuando su alimento estuvo listo, se sentó en un pequeño escritorio y lo dejó a un lado, tomó su cuaderno y comenzó a dibujar, sus trazos eran delicados, precisos, no sabía que dibujaba, sin embargo, después de unos minutos de concentración, el dibujo comenzó a tomar forma, y una humana, sabía a quién pertenecían esas pecas y piel pálida, era Alan, su humano. 

 

Tuvo la intención de romperlo en dos, más no lo hizo, lo dejó a un lado y comenzó a comer, vio la gran pantalla que desde hace tiempo quiso prender, no obstante, su falta de conocimiento en ese tipo de tecnologías no se lo permitió. 

 

Miró el reloj en su pared, eran las dos de la mañana, muchos adolescentes estarían borrachos en la calle casi desmayos con mucho alcohol en su sangre, la presa perfecta. 

 

Cogió su Capa y puso sus zapatos, bajo son sumo cuidado, el aire golpeo violentamente su rostro cuando tuvo contacto con el exterior, más no se inmutó.

 

Caminó un poco hasta los bares, sonrió satisfecha al ver un grupo de chicos despidiéndose después de lo que parecía una gran fiesta, uno de ellos no se fue el carro, el chico camino en su dirección, tropezando con su hombro al estar tan borracho.

 

Sonrió, y lo siguió desde la oscuridad, manipulando su mente para que perdiera su rumbo y terminara en un oscuro lugar que, ni siquiera ella misma reconocía. 

 

—¿Hola? — preguntó el chico desconcertado.

 

—Hola— saludó con una sonrisa cínica.

 

—¿Quién eres? ¿Dónde estoy? — al parecer el alcohol de su cuerpo había desaparecido.

 

—Shh— el chico se quedó plasmado cuando aquella joven subió su capucha dejando ver sus hermosos y electrizantes ojos Azules, se acercó lentamente sin despejar la vista de su presa.

 

Las pupilas de Eli se dilataron, sus ojos azules eran oscuros, ambos fueron abrazados por una neblina, sus colmillos picaron y salieron a la luz, el chico la miraba horrorizado, su corazón latía desbocado, sus pies dejaron de funcionar, y casi cae, no obstante, los brazos de Eli lo sujetaron con tanta fuerza que sintió que sus pulmones no podían oxigenar aire, se sentía sofocado y abatido, los ojos de Eli cambiaron de color a un rojo oscuro y brillosos, jaló con brusquedad el cabello del chico dejando su cuello expuesto, su pequeña presa soltó un grito que apenas salió de sus labios, su manzana de Adán, subía y bajaba con rapidez, Grito con mucha fuerza, cuando los dientes de aquella chica entraron en su piel, perforando la carne, succionando, los vampiros al morder soltaban una toxina, que hacía placentera su muerte, el chico fue perdiendo fuerza, Eli no dejó de beber hasta quedar saseada, hasta que su presa perdió la última gota de sangre, hasta que su corazón dejara de latir.

 

El cuerpo soltó un sonido al caer de los brazos de Eli, se agachó un poco para comprobar que estaba muerto, y efectivamente, sí lo estaba.

 

Puso su gran capa en su lugar, y salió de aquel oscuro callejón, caminaba tranquilamente hasta que escuchó el sonido de unas sirenas, intentó acelerar el paso, pero el grito de un oficial de policía la hizo detenerse.

 

— Buenas noches, soy el agente Darly, tengo unas pequeñas preguntas para usted, señorita — Eli maldijo entre dientes, jamás le había sucedido algo parecido, tenía que tener mucho más cuidado en cuanto asesinada, ya no estaba en un pueblo.

 

—¿Sí? ¿Hay algo en lo que pueda ayudarle? — la chica intentó poner la voz un poco más delicada y sutil.

 

—¿Sabía que hace dos cuadras se acaba de presentar un asesinato? — Eli abrió sus ojos con impresión.

 

—¿Qué?, No tenía ni idea, ¿Sabe quién fue?— excelente actuación, murmuraba ella entre sí.

 

—Debe tener cuidado, no sabemos cuál es el responsable, pero las chicas cómo usted deben tener cuidado.

 

—¿Las chicas cómo yo?— frunció el ceño.

 

—Sí, las chicas delicadas y hermosas— recibió un descarado guiño, el oficial se despidió agitando su mano, y desapareció hacia dónde estaba su compañero.

 

Siguió su rumbo hacia su casa, estaba amaneciendo y ella tenía que buscar trabajo, fue solo una casualidad que cuando pasaba por el café en donde conoció a Alan, había un gran cartel que anunciaba la busca de nuevo personal.

 

“Se busca personal, Puesto para mesero/a disponible”

 

Leyó y se acercó un poco más.




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