Valma
Lo oli. Había un aroma diferente en el bosque y la manada advirtió de un visitante extraño entrando al bosque. Es algo singular que pase algo como eso, estaba segura de que nuestro bosque era imposible de encontrar. Eso lo prometió la princesa Ingria el día de su coronación y hasta ahora había sido cierto. En fin, la manada encontró una mochila cerca de los límites del bosque y el olor… Jamás había olido algo así. Es masculino, joven y agradable. Huele como un cachorro de lobo… Es un olor magnífico. Mis sentidos captan el aullido de Kerrttu y tengo mis pies moviéndose en su dirección a toda velocidad. Tengo que encontrar al dueño de ese aroma, es interesante. De alguna manera provoca que mi bestia interna quiera acurrucarse en el dueño de ese aroma. Es muy, muy extraño. Jamás había sentido esa necesidad, tampoco lo hacía mi bestia interna… Eso solo provocaba más y más ansia por encontrarlo. Me hacía preguntarme muchas cosas, por ejemplo: ¿Sería ese macho mi pareja? Solo pensar en ello me llenaba de emoción y hacía que mi bestia interna saltara de alegría.
Diviso el pelaje platino de Kerrttu a unos pasos. Está demasiado cerca del territorio de Gea, mierda, no quiero problemas con esa serpiente arrogante. Demasiados problemas causa cuando se convoca la Reunión del Bosque. Ella y los suyos han estado tratando de invadir el territorio de la manada durante dos inviernos y eso no me gusta, mi bestia gruñe. A ella tampoco le gusta que esa serpiente se meta en los dominios Lobo o con sus habitantes. Cautelosa observó alrededor en busca de alguna serpiente, pero suspiro aliviada cuando no veo ninguna cerca. Bien, podemos buscar el origen del aroma sin problemas.
Aquí termina el rastro, jefa. Kif y Staz rastrean alrededor, pero...—escucho la preocupación de Kerrttu y acerco la mano para deslizarla sobre su pelaje.
Tranquila, Kerrttu. No puede estar tan lejos, su aroma es muy fuerte aún. Busquen alrededor, pero no se adentren más en el territorio de Gea. No quiero tener problemas con esa serpiente.
Si, jefa—acata la orden y la manada se aleja con ella. Busco algún signo de movimiento entre los retazos de la niebla, pero todo está tan calmo que decido simplemente seguir a la manada. Mientras avanzo una sensación extraña me hace girarme y buscar otra vez, podría jurar que sentí algo. No muy convencida sigo con mi camino y me pierdo entre la espesa niebla.
Gea no estaba. Ladra mi bestia interior extrañada. Concuerdo con ella en eso. Por lo general esa serpiente siempre está al acecho de cualquier criatura que se acerque a su territorio, es muy singular que justo hoy no estuviera alrededor de su territorio. Tampoco vi a sus lacayos. Extraño, muy extraño. ¿Sentiste su presencia? Le pregunto a mi bestia, pero esta no dice nada. No debe responderme, ni siquiera yo misma pude sentirla. Me quedo clavada en el suelo cuando escuchó un latido muy débil, pero acelerado. No es de mi manada. No es de una criatura… Mi bestia aúlla en mi interior y mis pies se mueven solos, avanzo pisando apenas las hojas secas de los árboles y divisó un destello, una estela de color azul pasando a través de la niebla, detrás de él destello consigo percatarme de una figura larga persiguiendo con velocidad al destello. Mi bestia brama, es Gea y a quien persigue es nada más ni nada menos que el dueño de la mochila.
El dueño del aroma ladea la cabeza y ve a Gea, todo pasa muy rápido. Una rama aparece frente a él y su cabeza da un latigazo hacia atrás, esto consigue que su cuerpo caiga como peso muerto sobre el suelo produciendo un sonido seco. Gea lo alcanza y se alza sobre su rostro, pero ella me percibe.
—Tú.
Sus pequeños ojos llenos de odio y rabia se clavan en mí al tiempo que consigo llegar a ellos.
—Apártate, Gea—mi voz se manifiesta rasposa. Se alza ante mí y abre sus fauces liberando su lengua maliciosa.
—¿Por qué debería?—no pierdo el detalle de cómo su blanquecino cuerpo de desliza sobre el cuerpo del macho y mi bestia brama enfurecida, aprieto los dientes tratando de contenerla. No es el momento de empezar una pelea entre clanes.—Este humano ha usurpado en mis dominios tratando de huir de tus perros salvajes—la bestia rasga tratando de llegar a la superficie, pero empujo. No es el momento ni el lugar. Ella gruñe y me muestra sus grandes colmillos feroces. Basta, le ordenó. Ella pelea y logra salir un poco a la superficie. Mi cuerpo cruje. Basta. Te. Lo. Ordeno. Ocupó de todo mi control para hacerla retroceder.—Tal parece que tienes problemas, señora Lobo.
Vuelvo a escuchar la voz maliciosa de Gea.
Respiro hondo y fijo mis ojos sobre ella:—Conoces la ley del Bosque, Gea. La propiedad absoluta es de quien lo encuentra primero, éste humano… Es. Mío.—Siseo separando las palabras lentamente para que su pequeño ser lo entienda.
Ella retrocede y me ve con odio:—Yo lo vi primero.
Un sonido me raspa la garganta y la hace bajar la cabeza sumisamente:—Desaparece, serpiente.
Ella se aleja del cuerpo del humano y antes de que desaparece, me da una última mirada a mi y al humano. La bestia vuelve a gruñir y ella se aleja.
Jefa—Kerrttu está a unos pasos y con cautela se acerca a mi.—¿Qué hacemos con el?—pregunta y vuelvo mi vista hacia el suelo, es un humano. Con razón su aroma es diferente al de las criaturas del bosque, está acostado sobre la cama de hojas secas y parece dormir. Del nacimiento de su cabello brota sangre y enseguida me preocupa, no es mucha, pero él no es como nosotros. El no sanará rápido, mi bestia deja escapar un sonido lastimando. El viento sopla y su aroma es arrastrado hacia mí, huele bien. Muy bien.
No lo pienso mucho. Tal y como le dije a Gea, la propiedad absoluta de cualquier cosa ya sea viva o muerta pasa al que lo encuentra primero. No le mentí a Gea cuando le dije el que humano es mío. Mío.