Al día siguiente recuerdo bastante bien haber desayunado un sándwich acompañado de un yogurt de fresa. Fue un día normal, hasta que llegó la noche.
Papá había llegado de trabajar, mamá me dijo que bajará, me colocó una chaqueta rosa, un vestido color rosa, me puso perfume -Haber sonríe- dijo en un tono alegre -Cuando llegues allá saludas a todo el que te encuentres, no pares de sonreír ¿ok?- Asentí con la cabeza, aunque nuevamente seguía sin entender, tal vez y está vez mis padres me abandonarian por ser tan berrinchuda.
Me subí al auto, con mucho miedo, pero a pesar de eso fue la primera vez que aparentaba una sonrisa; quizás no era la última vez que tendría que hacerlo. Llegamos papá y yo a una casa amarilla, puertas blancas, dos árboles a los costados, luces de colores iluminaban el patio, al parecer había una fiesta, al entrar lo confirme.
Estaba una mesa rectangular, con un mantel blanco y bordados de cisnes, estaban dos señores entre treinta y cuarenta años, seis señoras las cuales bailaban con mucha alegría. En la mesa estaba sentada una señora, sesenta años mas o menos, cabello corto, algo canosa, labios pintados de rosa, usa lentes y una falda.
Me miró detenidamente, como si fuese, un fenómeno, una especie rara o algo así -¿Esa es tu hija?- Preguntó en tono áspero -Si- respondió papá. Salude a la señora, y más tarde me entere de que era mi abuela, las señoras y los señores mis tíos y tías, aunque seguía preguntándome ¿Por qué no los había conocido antes?¿Por qué me miraban como si fuera un espécimen raro?
Nos sentamos a la mesa a comer, recuerdo que todos me miraban meticulosamente, y alagaban lo parecidos que somos papá y yo. El principal tema era yo y a papá no paraban de hacerle preguntas sobre mi y Skylar.
Llegamos a casa, Celeste dormía, eran alrededor de las once de la noche, mamá no paraba de cuestionarme el ¿Saludaste a todos? No dejaste de sonreír ¿cierto? ¿Cómo te fue? Tiempo después comprendí que a mamá le importaban demasiado las apariencias. Mientras tanto, solo me límite a responderle -Todo bien.
Llegó mi cumpleaños número 4...
Papá me había comprado un hermoso vestido color azul, muy parecido al de Cenicienta, mi cumpleaños se festejaria en casa de tia Sherly, eran las cuatro de la tarde, toda la familia estaba reunida pero... faltaba un pastel, papá había ido a trabajar.
Pasaban las horas papá no llegaba, las personas comenzaban a irse, la música se acabó, el pastel llegó a las diez y treinta de la noche, sople las velas sola con mamá y papá. Fue ahí cuando supuse que tal vez las personas, no se quedan en tu vida sino tienes algo material que ofrecerles; como un pastel...