La Chica De Un Zimmerman (zimmey libro 2)

—24—


Múnich.
Continuamos en el mismo lugar, y el tiempo avanza. No se lo hago saber a Paul, pero temo porque el tiempo de embarazo no me permita viajar, es una locura mía, creo que me estoy volviendo paranoica o algo así, necesito estar en mi casa. Ésta mañana ha tenido la estupenda idea de que podíamos salir los dos juntos, puesto que, ha pasado más tiempo en Müller que en ningún lado, su padre recién se ha integrado al trabajo en su totalidad pero recibe la ayuda de él, por otro lado, al regresar siempre está metido en la portátil revisando lo de Seattle y yo, yo simplemente quiero regresar de una vez. Muy temprano, ambos hombres se han ido a la empresa junto a Judith que iba a hacer algunos mandados rápidos, pero que ya ha tardado su tiempo. Camino por la casa sin saber lo que quiero hacer, me aburro como una roca. Me parece una casa sumamente preciosa y perfectamente decorada, en todos lados se puede ver lo pintoresco de la señora Judith, sin duda, hay mucho de España por estos lados. Mi móvil vibra en el bolsillo, sonrío al ver el remitente y no dudo en responder.

— ¡Hola, hola!

—Hola, pulga. —Sonrío. — ¿Qué tal todo por ahí? ¿Ya te has nacionalizado? Con eso de que ya ni llamas, empiezo a creer que no vuelven más.

—Theodore, no digas tonterías. No me acostumbro a este horario, estoy cansada todo el tiempo y me muero por regresar a mi casa. Todos me tratan bien aquí, pero no es lo mío, hace mucho frío y las horas me traen loca. ¿Sabes en qué mes de gestación no puedes volar en avión?

—Creo que nada de lo anterior es lo que te tiene así, sino, que te atemoriza no poder estar aquí cuando el bebé nazca, pero Phoebe, aún tienen tiempo no te preocupes. Las aerolíneas ocupan hasta la semana veintiocho o treinta, no recuerdo bien, de todas formar, ustedes viajan en vuelo privado, no creo que haya mayor inconveniente. —Suelto un bufido. —Estuve hablando con Paul, y dijo que su padre está perfecto, no deben tardar mucho en volver. Así que, te calmas y sigue disfrutando de tu estadía.

—Es que hay otra cosa...

— ¿Qué es esa "otra cosa", Phoe?

—Braulio dijo que la semana próxima estarán listos los ejemplares en pasta dura, que son los primeros en salir a la venta, pero se requiere de mi firma para dejarlos salir, por lo que no solo soy la escritora sino que básicamente aparezco como dueña editorial. Lucy también me informó que los ejemplares para venta de recaudación de fondos deben estar autografiados para su debida venta. Hemos conversado durante varios días, no quiero posponer nada porque representaría más tiempo y yo necesito tener el último mes del embarazo libre, y el calendario se ha ajustado conforme a ello. Yo necesito estar allí en estos días, pero no sé cómo decirle a Paul, él está más que feliz de estar con su familia, y ya que se ha ido a vivir a Seattle por mí, no quiero ser la culpable de que no disfrute el tiempo con ellos.

—Eso sí que es un dilema. —Murmura un tanto abstraído. Escucho una voz y alcanzo a reconocer que es Clare, él en informa que está al teléfono. —Comprendo tu situación, y no sé como ayudarte. Pero, puedes regresar tú, no es necesario que él también regrese tan pronto.

—Ese es el problema, me siento absurdamente egoísta, pero no quiero que se quede, me niego a viaje sola y... Theodore, yo necesito...

—Cariño y comprensión, te entiendo. Sólo aguanta un poco más, igual y debes conversar con él. Recuerda la comunicación entre ambos comunicación, es el secreto para una buena relación. Dile que necesitas volver por lo de tu libro, también que quieres volver, estoy seguro de que va a comprenderte. —Largo un suspiro.

—Eres muy sabio, Theodore Grey —le digo con sinceridad. —Se lo diré hoy. —Gracias por siempre tener las palabras perfectas para mí.

—Sabes muy bien que puedes contar conmigo para todo lo que necesites. ¿Cómo está la sobrina más hermosa de todas?

—Perfecta, por ahora duerme. Aunque por las noches da guerra y me despierta a horas no adecuadas. Estoy más que feliz de que cada vez falte menos para tenerla en mis brazos, cuidarla y darle muchísimo amor.

Conversamos por unos cuantos minutos más, hasta que le informan se una reunión y se ve obligado a colgar. Sonriente, más que contenta de haber hablado con él, voy a la cocina para coger mi respectiva merienda de media mañana. Simona, quien ya ha aprendido a tratarme como una más de la familia, se esmera en tenerme algo diferente siempre, y consigue no decepcionarme, soy amante de la buena comida, le agradezco todas sus atenciones para conmigo. Dos horas más tarde, Hannah aparece con su vivaz forma de ser, al enterarse de que he quedado sola en casa, insiste en que le acompañe a Müller —con lo que odio el ambiente empresarial— tardo más de lo normal en alistarme, a la espera de que se canse de esperar, pero pese a mi casi media hora buscando ropa y cambiándome una y otra vez, ella continúa en el mismo lugar en que la he dejado. Me resigno, me toca conocer las instalaciones de acá.

El aire está muy fresco, tiemblo un poco al cruzar del auto al edificio. Pasamos por todo el lugar sin mayor problema, hasta llegar a las oficinas administrativas. El sitio es una maravilla desde la fachada, y el interior no se queda atrás. Ahí nos encontramos con las secretarias de cada área.

—Hilde. —Le dice ella con familiaridad a la chica. —¿Siguen dentro? ¿Y mi madre?

—Señorita Zimmerman. Creo que no deben tardar en salir, su padre ha solicitado a la señora y ella está con ellos. Faltarán un par de minutos para que la reunión acabe.

—Perfecto. Ella es Phoebe, la esposa de Paul. —Me señala. Yo sonrío nerviosa, la mujer es un poco intimidante, esa mirada que se oculta tras sus gafas me perturba.

—Es un gusto, yo soy Hildegard. —Tiende su mano y yo la tomo.

—Lo mismo digo. —Me limito a responder.

—Hilde, ya que se acerca la hora del almuerzo. Puedes retirarte.



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En el texto hay: pareja, romance, amor

Editado: 29.08.2020

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