La Chica De Un Zimmerman (zimmey libro 2)

—26—

Los días avanzan, y con ellos, aumenta mi barriga, así como el dolor de espalda y los pies hinchados. Voy a la editorial por momentos y solamente si es necesario, días atrás se empezaron a hacer los envíos a puntos de ventas principales, falta una nada para el lanzamiento en versión electrónica. He dedicado mucho tiempo al cuarto de Rose, sobre todo por un pequeño detalle que he decidido cambiar, cada noche es un guerra para evitar que Paul no entre a la habitación, tiene prohibido hacerlo, pero parece que es parte de su diversión ponerme de malas intentado entrar, por fortuna solo falta colocar los muebles y estará listo. Hablo algunas veces por teléfono con mis suegros, son muy atentos conmigo, inclusive se atreven a hacerme bromas de llevarse a Rose de vacaciones unos meses cuando nazca, aunque muy en el fondo sé que su mayor deseo sería tenerla cerca de ellos, y desde algún punto me parecería más que justo, pero no sé si pudiese hacerlo.

Las cajas vienen y van, cada que desocupan alguna de algún adorno o las cintas protectoras de los muebles, el olor a pintura fresca por fortuna se ha ido, los primeros días me puso al correr. Hoy por fin estará lista la habitación de mi niña, me encanta como ha quedado pese a que falta la colocación de los muebles en su lugar. Espero una visita un tanto importante, he tenido en la cabeza la idea de darle un toque personalizado a la casa, algo que identifique este lugar como nuestro.

—Creo que debería ir más hacia la esquina derecha. Se ve bien, pero por el espacio mejor lo que quiero del otro lado, ¿No crees, Phoebe? —Me pregunta Sylvia. He aprendido a tolerarla un poco, mas no acaba de caerme bien. Esa su pinta de mujer amiga de todos, no me va.

—Sí, porque aún falta donde se colgará la pañalera y esa sí debe quedar al lado de la mesa para cambiarle. Si no es molestia, pasenla del otro lado. Por favor. —Hago un mohín en dirección a la mujer.

Salgo de la habitación para controlar con ejercicios de respiración la leve fatiga que como siempre, aparece cuando estoy mucho tiempo de pié. Aunque tendría que darle algo de culpa a mis ascos a los nervios por lo que dirá Paul cuando vea esto terminado. Me he creado grandes expectativas, y sería terrible si ve algo que no le agrade.

—Phoebe. —Brinco del susto cuando Nancy habla a mi espalda. Giro para verla. —Lo siento, no quería asustarte. En la sala hay alguien que pregunta por tí, no ha querido decirme su nombre, pero Sawyer le ha dejado entrar, supongo que le conocen.

—Claro, gracias. Vamos allá entonces.

Camina a mi lado, ella siempre tiene una mirada un tanto extraña. Es tan cariñosa y dispuesta que a veces me da escalofríos tenerla tan cerca. Al llegar a la sala, para no varíar nada, Picky gruñe en su dirección, lo hace cuando la mira muy cerca de mí. Le riño para que no sea tan maleducado. Se queda tranquilo al ver que se aleja.

—Hola, José. —Sonrío en su dirección. — ¿Cómo estás?

—Hola, mini Ana —dice a modo de broma. —Todo bien, regresando de Sudamérica al fin. Y con tu encargo justo aquí.

—¡Maravilloso! ¿Puedo verlo?

—Absolutamente, sí. Solo déjame desempacarlo para tí, ¿Cómo está esa pequeña?

—No la menciones porque me toma como bolsa de boxeo, se pone loca cuando hablan de ella, aunque que por ahora duerme.

Él se ocupa de retirar el plástico de burbujas y los cartones que protegen su trabajo. Lo hace con cuidado, hasta dejar todo a la vista. La primera es un cuadro con la foto de la boda, la fotografía la tomó él mismo, pero hasta ahora ha podido traerlo. El segundo es un trabajo especial, el nombre de Rose, que va a colgar de la pared.

— ¡Me encantan! Eres un genio, han quedado fabulosas las dos. Muchísimas gracias.

—Vamos, que solamente he hecho mi trabajo.

Me ayuda a colocar la primera foto en la sala, justo arriba del mueble de la televisión, así siempre la veremos. Lo dirijo al cuarto de mi hija, donde ya todo estaba en su lugar, me gana la emoción al verlo. El cuadro lo dejamos en la pared donde se encuentra la cuna, desde la puerta se ve fenomenal. Los trabajadores se van y solo me quedo resolviendo la cancelación de su trabajo con Sylvia, no me sorprendió nada que no hubiese adeudo, entonces a ella solo le quedó marcharse y ponerse a disposición.

Tengo una cosa clara: Si el hombre no me da una buena razón, le corto la cabeza.

Habíamos quedado en que yo me encargaría de esto, sin embargo, él se atrevió a pagarlo. Tratando de contener mi enojo delante de José, nos quedamos un momento conversando, él toma café y yo un batido para pasar el tiempo. Conversamos sobre su última exposición, la llamada de mi madre para pedirle el favor de que me hiciera el trabajo, él no podía negarse a su petición, finalmente toca un tema que sé le encantará a papá —por lo loco que se pone cuando visita a mi madre—'se ha comprometido recientemente con una chica brasileña, unos tantos años menor que él. Recibe su llamada y debe irse, están en busca de su casa en Seattle. Esta noche ha quedado con la tía Kate y mamá, solo me pregunto si mi padre lo sabe. Ni corta ni perezosa, con lo cotilla que me he vuelto, le marco a su móvil para indagar un poco.

—Grey. —Responde bastante tosco.

—Dime que no has visto el remitente y por eso eres tan cortante conmigo, de otra manera, corto la llamada ya mismo.

—Phoe, lo siento. No he tenido un buen día, y las ando pagando con todos, estoy cansado y solo quería llegar a casa para descansar.

—Pero tu señora esposa te ha invitado a salir, ¿Verdad?

— ¿Cómo sabes tú eso?

—José me lo dijo. Ha estado aquí porque me trajo la fotografía que he querido en grande desde hace tiempo. Por eso te llamaba, quería saber si ya estabas enterado, ah, y si se te baja un poco el mal humor, de don celoso Grey, tengo una noticia para tí.

—Celoso, ¿Yo? ¿Y del señor Rodríguez? Hazme otra broma, por favor. Pero bueno, dime esa "gran noticia" —Le da un tono sarcástico a las últimas dos palabras.



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En el texto hay: pareja, romance, amor

Editado: 29.08.2020

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