La Chica De Un Zimmerman (zimmey libro 2)

—31—

Hoy es un día importante.
Nada puede arruinarlo.
En unas horas tendré la presentación del libro, estos días han sido una completa locura, he hecho mi cuenta regresiva para llegar a estas instancias. Dormí por la tarde para descansar y estar a plena durante la actividad. ¿Qué si mis pies están hinchados? Claro que sí, ¿Qué si mi espalda reciente el peso de mi vientre? No hay que dudarlo, ¿Que si voy a vaciar mi vejiga cada corto tiempo? Por supuesto, ¿Que si estoy nerviosa? ¡Absolutamente!

Por enésima vez salgo del baño tras hacer pis, es una locura total. Cuando los siete meses están cumplidos, soy como un grifo abierto, consumo muchos líquidos, por lo cual, sirve de ayuda para que tenga la bendita necesidad en  tan corto tiempo. Picky se mueve con impaciencia, suele suceder cuando se acerca la hora de salida de Nancy, es como si fuese su hora de liberación, puesto que sigue sin caerle bien, la hipótesis de la convivencia de Paul cada vez la veo menos posible. Dejo la habitación para ir a la cocina, me dan las prisas y en cierto punto, también quiero que se vaya.

—Nancy, ¿Ya ha terminado? —Deja caer la taza del agua de Picky en el fregadero.

—No esperaba que salieras, me has asustado, Phoebe. —Así debe tener la consciencia. Me apoyo en el marco de la entrada. —Estaba rellenando la pana del perrito, igual y así consigo que se adecúe a mí, aunque él no pone de su parte.

—Es un perro, Nancy. Creo que no le agrada usted y ya. —Digo sin pensarlo, ella me mira con el ceño fruncido. —Esa taza la había dejado lavada Paul por la mañana, con agua nueva, y Picky no ha bebido de ella.

—Yo no sabía que estaba lavada, por eso he querido dejarla limpia. —Contesta de forma grosera. —Eso era lo último que tenía por hacer, me voy para que puedan liberar al animalito. Vuelvo por la mañana.

—Oye, Nancy, él se llama Picky, no animalito, ni perrito. Y cuando hice la observación de la taza, no fue con mala intención. Además, usted me ha hablado de una forma que no considero correcta. Si sintió mis palabras como regaño, lo siento.

—Lamento haberte hablado mal, ni siquiera me di cuenta que lo hice. Es solo que me abruma un poco saber que... Picky, permanece encerrado el día entero hasta que me voy. Pobre animalito.

—Sawyer lo lleva a pasear por las noches, no se preocupe por eso. Que llegue con bien a su casa, la esperamos mañana.

—Ah, claro. Buenas noches, y suerte con su presentación.

—Gracias, Nancy.

La observo andar hasta el ascensor privado, este se abre antes de que ella llegue, de él sale Sawyer, con un gesto de seriedad total en su rostro. Nancy desaparece en cuanto las puertas se cierran. Entonces Sawyer camina a paso rápido hacia mí.

—Buenas tardes, vengo por Picky para su paseo.

—Sawyer, ¿El peludo te ha contagiado su mal proceder con Nancy?

—No. Es cuestión de mantener mi lugar, Phoebe. —Uff, tremenda alegría, por fin me llama por mi nombre, he de aceptar que me duele que me digan señora, ¡Agh! —Casi lo olvido, hay unas visitas afuera, solo que han decidido subir por la escalera.

— ¿Quiénes? —Pregunto intrigada, justo antes de que el timbre suene. —Abre mientras voy por Picky, por favor.

Giro sobre mis talones y me dirijo a la habitación. En cuanto abro la puerta, me encuentro con él de frente, sabe que es su hora de salir, ni siquiera espera a que se lo diga, busca la salida y se va corriendo. Cierro para regresar y ver quién ha venido. Escucho los ladridos, pero son de esos que demuestran alegría. Al llegar a la sala, miro que está entretenido con un hombre, él juega entre sus piernas, a este yo lo he visto antes, pero ¿Dónde? Sawyer mueve su collar y muy obediente se va con él. ¿Qué hace un hombre en mi casa? ¿Quién es? ¿Qué quiere? Mis dudas se dispersan cuando la veo salir de la cocina. Sonrío.

— ¡Hannah! —Exclamo emocionada, tanto tiempo sin verle, desde la boda.

— ¿Cómo está la futura mamita más guapa? —Pregunta ella dándome un fuerte abrazo. —Estás un poco más grande que la última vez, pero mira nada más, que lindísima.

—Estoy como un yunque, pero vale la pena. Justo aquí —llevo la mano a mi vientre—, crece mi hermosa hija. Y tú, ¿Cuándo has venido?

—Hemos, cuñada mía. —Señala al hombre misterioso. ¡Joder! Es el bendito novio español.

Lo último que supe de él es que su aceptación por parte del señor Zimmerman fue inmediata. Justamente el día en que yo misma me puse a sufrir, y por supuesto que le arruiné la felicidad a Hannah con mi tontería, pero esos son tiempos pasados. Ahora, todos estamos muy contentos. Recuerdo haberle conocido en mi boda con Paul, es bastante más recatado que la Luz.

—Cierto. —Digo apenada, pobre hombre. —Lo siento, me he sorprendido tanto que te ignoré. Bienvenidos a los dos. ¿Qué tal, César?

—Hombre, no pasa nada. Todo bien, me han convencido de hacer este viaje y aquí estoy, ¿Cómo va tu bebé?

—Perfecta, creciendo cada día más, falta poco para que nazca. Pero siéntense, ¿Quieren algo de beber?

—No, no, no. -Me corta, Hannah. —Te me sientas, que yo voy por mis vasos de agua. Tú deja que yo misma me atienda.

—Hannah... —reniego.

—Que Hannah, ni que nada.

Me resigno, bufo, pero finalmente estoy contenta de verle.

—La mujer suele montarse en su macho y no hay quien la baje. —Murmura César, sus palabras han sido con cariño, desde muy lejos se puede percibir que le trae loco. Ambos nos sentamos.

—Me ha tocado familiarizar con gente que está medio loca. —Bromeo. —Tú, ¿Cómo lo llevas?

—Estupendamente bien, al igual que tú.

Hannah aparece para entregarle un vaso a él. Se ve increíble, totalmente renovada, hasta trae el cabello más corto. Que bien hace el amor. Suspiro al escuchar el sonido del ascensor, las puertas se abren dejando ver a mi amor.

— ¡Hermanito! —Ella deja el vaso sobre la mesa para dirigirse a él y abrazarlo. Paul deja su maletín en el suelo para hacerlo recíproco.



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En el texto hay: pareja, romance, amor

Editado: 29.08.2020

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