La chica del bus

III CAPÍTULO (ACTUALIZADO)

 

Cerca de las 5:24am vi que rondaba cerca de donde estaba toda la comida, sin uniforme esta vez, y tampoco tomaba nada de la mesa, sentí por un momento que trataba de evitarme, y por otro lado, revisaba de reojo si yo realmente le estaba esperando, entonces me quedé mirándole fijamente tratando de activar su sexto sentido y que se diera cuenta que le observaba. Vi que hizo un leve gesto con su cabeza como en desagrado y casi pude ver como volteaba sus ojos dejando ver la parte blanca de ellos.

Luego de un rato noté que se acercaba hacia mí, mi cara denotaba alegría pero ella no se veía muy contenta de verme, se paró justo en frente de mí y me dijo:

– Aquí me tienes.

– Cómo quisiera yo –dije e inmediatamente entrecerró sus ojos y continuó.

– Bueno, la verdad quisiera irme a dormir ya, estoy algo cansada –no podía creerlo, de verdad había esperado tanto para verla y ella sólo se acercó a decirme que se iría y eso porque tenía que pasar por un lado de mí, de lo contrario ni la hubiera vuelto a ver, tenía tanta ira como desilusión.

– Está bien, no te preocupes, por favor ve a descansar de hecho yo también debería hacerlo, ya que desde hace rato me invade el sueño, en fin, si querías deshacerte de mí sólo me lo hubieras dicho así no te habría incomodado ni tú me hubieras hecho perder el tiempo –me levanté y me di  vuelta, con la intención de decirle muchísimo más pero no valió la pena para mí, no esperaba que me respondiera tampoco pero al dar el primer paso.
– Lamento haberte hecho perder el tiempo como dices que lo hice, pero si tú no andaras de iluso por ahí creyendo en el destino, no hubiera pasado nada de esto y todo estaría normal.

En verdad no podía creer lo que escuchaba, me ofendió sin previo aviso, sin piedad, no pensó tan siquiera en que yo sólo confíe en ella y sí era cierto, por iluso; pero no podía perder la batalla y tenía que irme con la frente en alto, si ella no midió sus palabras conmigo entonces merece que yo muy perfectamente las mida con ella.

– Mira niña –de inmediato me di vuelta para hacerlo más dramático, y aposté por una problemática muy común– si tú no crees en el destino porque tu inmaduro ex te hizo creer que todo fue una casualidad, y que por casualidad también se enamoró de alguien más y ya no quiso estar contigo, porque tus casualidades lo aburrieron y entonces perdió el interés, y ¿Cómo no? con alguien tan básico en realidad, es triste y desconsolador que pienses así pero supongo que sí fue mi culpa por andar creyendo que eras diferente, ni modo, así es la vida. Te deseo suerte y espero dejes de rogarle a tu ex.

Vi en su cara una gran sorpresa, sabía también que se mezclaba con muchísimos sentimientos más, sabía que le había dolido y la verdad no tenía idea si lo que había dicho sobre su ex era cierto, pero aposté porque así fuese, no esperé más y con una leve sonrisa concluí.

– No tienes culpa, cuídate –y me marché, sin mirar atrás ni preocuparme.

 

Siempre tendré muy presente ese momento cuando ya se dejaban observar algunos destellos de un amanecer indiferente por lo que en preciso momento hubiera sucedido; caminé hacia mi casa para despejar un poco la mente, de igual forma no vivía tan lejos.
Llegué a mi casa, y subí hasta mi cuarto, no supe si mi madre aún seguía en la fiesta o ya estaba dormida, yo sólo me tiré en la cama observando el techo y pensando un poco en aquella niña ridícula que me habría hecho perder mi valioso tiempo. Luego de unos cuantos pensamientos de angustia me quedé dormido.

3:22pm me desperté y me sentía cansado de tanto dormir, tomé mi celular y me percaté de que habían 6 llamadas perdidas, 2 de ellas entraron a buzón de voz y también 1 mensaje de texto de un número desconocido, entonces me apuré a desbloquear mi celular y lo primero era escuchar los mensajes, en el primero se escuchaba música y el bullicio de la fiesta, mi ritmo cardiaco se aceleró un poco y me apuré por escuchar el otro, en el cuál se escuchaba:

– Hola hijo, no te veo en ningún lado, mi teléfono se apagó, no entiendo por qué no me avisaste de que te irías. *fin del mensaje*
¡Por Dios! No sé ni por qué me emocioné al ver mi celular, ya no me interesaba aquella chica. No quise revisar el mensaje de texto, era del mismo número del que me había hablado mi madre y lo más seguro es que sería ella misma, entonces lo borré.

Pero luego me arrepentí de haberlo borrado y empecé a imaginar mil cosas, como por ejemplo que ese mensaje me lo había mandado Nataly porque el número del que me llamó mi madre era en realidad el número de Nataly, puesto que ella nos vio hablando y fue a preguntarle, por lo que le habría respondido que yo me había ido y entonces mi madre le pidió el favor de prestarle su teléfono para llamarme ya que el suyo se había apagado, y luego de dejarme los mensajes de voz, Nataly copiaría el número y me escribiría luego, y si bien recuerdo la hora de llegada del mensaje había sido a las 9am y las llamadas fueron de las 6am, más arrepentimiento sentía de haberlo borrado, pero desperté de tan ingenua ilusión, a lo mejor si era verdad lo que me había dicho, “todo un iluso” pero bueno, de nuevo a mi mundo de amargura.
Pasé esa mañana de Domingo en mi cuarto viendo tv. Llegando la noche fui a la cocina a comer algo y me encontré con mi madre, platicamos sobre las llamadas perdidas y hubo algo que en particular me hizo reaccionar.
– La chica con la que hablabas es muy bella, pero no entendí porque la dejaste sola, por lo que me acerqué luego de haberte llamado para preguntarle por tu desaparición –no sé qué era más grande, si mi angustia por saber sobre qué había platicado o el desespero y aún más ira por saber que realmente no se iba a ir de la fiesta de inmediato sino que me evitaba al tope; mi madre continuó– me dijo que no tenía idea de por qué te habías ido y me pidió tu número porque lo había perdido.



#46922 en Novela romántica

En el texto hay: destino, pasion y deseo, amor

Editado: 08.04.2019

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