Cada noche tenía la misma pesadilla, aquella donde por mis ojos pasaban miles de escenas, las cuales eran de desdicha mayoritariamente.
Pero no me preocupaba en absoluto lo que sucedía con los individuos, no me importaba en lo más mínimo el sufrimiento de las personas con caras borrosas que tomaban el papel de protagonistas en mi sueño.
No.
Una vez que todas las imágenes pasaban y detrás de sí dejaban un blanquecino humo... ellos aparecían...
Del color del mar, tal vez un poco más oscuros y con esas finísimas líneas color rojizo dentro del iris.
Los ojos de una chica ocupaban mi visión, ellos mismos parpadeaban unas cinco veces antes de desaparecer y dejar detrás de sí un reloj antiguo.
El tic-tac era lo único que escuchaba hasta que desesperadamente trataba de escapar del sueño.
Era sólo entonces cuando añoraba tocar su pálida piel y su cabello cobrizo.
Me quedaba divagando un momento, sentado en la cama mientras un sudor frío recorría mi espalda.
Desde el momento en que había cumplido 19 años, la misma chica se presentaba en mis sueños... Su rostro fue formándose conforme pasaba el tiempo; las escenas iban acumulándose, apareciendo una nueva cada día; sin embargo su rostro no había tomado su forma definida a pesar de llevar casi un año.
Parecía que me observaba con atención en cada sueño que tenía y ella misma decidía si estaba listo para ver un poco más de su rostro, pero...
Después de siete meses tratando de fotografiar su cara en mi mente, jamás me mostró sus labios ni su nariz, mucho menos su barbilla.
Me limité a dibujarla tantas veces poniendo por encima del boceto diferentes tipos de nariz y boca, así como su mentón.
No consideraba sano lo que hacía, pero había tanto misterio en aquellos ojos, y tanta luz detrás de su belleza.
Lo desconcertante era que jamás imaginé que pudiera existir, y el reloj que aparecía después de que sus ojos se desvanecían... Me llenaba de intriga.
Una noche, decidí quedarme después de que sus ojos se iban...
El reloj paró después de 100 sonidos y un abrasador fuego me consumió, dejando tras de sí un hermoso reloj de arena con polvo de estrella resbalando.