""No le importaba en ese momento, tenía a la persona más hermosa que había visto nunca frente a él, viendole con esos preciosos ojos cafes. "
Las mañanas eran de sus cosas favoritas. Se levantó algo adormilado y prefirió quedarse sentado sobre aquella vieja pero aún cómoda cama, mientras despertaba bien o caería sin aviso sobre el piso. Y no era exageración le había pasado ya un par de veces. Se sentía feliz al sentir como el calor de los rayos del sol chocaba suavemente con su piel.
Los pequeños detalles eran lo que mas le emocionaba.
Luego de un par de minutos decidio levantar su vista hacia el pequeño reloj que colgaba en una de las paredes. Pero al darse cuenta de la hora se asustó profundamente, 9:30 ¿9:30?
- 9:30 - se apresuró, no podía ser su primer día de trabajo y ya iba tarde. Como pudo se metió al baño sin importarle cerrar la puerta. Dejó que el agua helada bajase por su blanquecina piel, tenía frío, pero debía estar presentable ante sus jefes.
Luego de un rato salió apresurado con su cabello todavía goteando sobre su traje marrón verdoso, el cual había comprado un par de días antes.
- Me voy - anuncio acercándose lentamente a su madre y darle un beso en la frente.
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El edificio era enorme, ya había venido un par de veces antes, pero nunca se había sentido tan nervioso. Veía entrar a muchas personas, hombres altos, con rostros duros y cuerpos musculosos algunos iban acompañados de lo que suponía el, eran sus esposas e hijas, llevaban vestidos con colores suaves que contrastaban con la brisa de primavera, parecían hermosas Rosas adornando un gran jardín elegante.
Decidió no perder más tiempo y entrar, siendo sincero no sabía realmente de que se trataba o que iba a hacer a aquel lugar, claro a trabajar, pero exactamente no sabía que haría, si lo pondrían a limpiar vidrios o limpiar los pisos, cualquier cosa funcionaba para el.
- Buenos días, Mi nombre es Maurice y tengo una cita con el señor Claver Reimahn.
- Puede pasar, lo esta esperando - dijo la señorita de la recepción señalando una puerta grande de color negro.
Se empezó a alejar con paso apurado, ya iba tarde, demasiado tarde. La cita estaba estipulada para las 7:30, tres horas de retraso.
Bien, estaba frente a la Oficina, y ¿ahora que? ¿Tocaba o mejor esperaba a que le diesen el permiso a pasar?, era la primera vez que iba a entablar conversacion con una persona tan adinerada. Porque si, la familia Reimahn era de las más adineradas de Alemania, Tenian mucha participación dentro de la Sociedad, debido a que desde que se fundó su empresa empezaron a crecer sin fin, la mayoría de sitios y marcas eran de ellos. Estaba apuntó de orinarse ahí mismo y esperando a que su madre llegará a limpiarlo cual bebé.
Pero sus planes de hacer de la entrada baño público se esfumaron justo cuando escucho ruidos desde dentro y paralizado observaba cómo alguien abría la puerta.
Un hombre alto con facciones marcadas, con ojos profundos y brazos algo musculosos.Era de complexión robusta, con ojos verdosos y cabello castaño. Era de los hombres más llamativos que había visto.
Bajando un poco más la vista noto algo que llamó su atención, un libro.
-- ¿No ibas a pasar? -- sonrió confundido el contrario, el chico se le había quedado viendo de una forma que llegó a incomodar un poco.
-- Eh, si, yo, Lo siento -- sonrió apenado mientras entraba, observando cada rincón de aquel lugar. Un cuarto grande color verde, con decoraciones que se veían demasiado costosas como para estar expuestas a cualquiera que entrase.
-- Maurice, ¿Cierto?
-- Si, Mucho Gusto.
Y de repente volvió a pensar en aquel libro el cual nunca había visto, algo raro pues su conocimiento sobre estos iba más allá que Romeo y Julieta. En el título se leía algo como Mein Kampf, luego lo buscaría.
-- ¿Mein Kampf?
-- ¿Lo notaste? -- el tipo que estaba sentado detrás del escritorio, sonrió orgulloso, pues habían tres dentro, el que le había abierto, el que estaba sentado cómodamente y a su izquierda...
-- Dorian -- El chico había notado la mirada curiosa que este le daba -- ¿Lo has leído? -- dijo haciendo referencia al libro.
-- No, sinceramente nunca lo había visto.
-- Bueno, mi querido Maurice, eso lo resolveremos en otro momento, Hoy viniste a trabajar, ¿cierto? -- El hombre sentado Interrumpio con una sonrisa bizarra.
-- Claro.
-- Bien, Dorian ¿pondrías mostrarle el Lugar?, De ahora en adelante el será tu aprendiz.
-- En ese caso, nos retiramos -- Maurice entendió que se refería a el y decidió seguirlo afuera, cerrando la puerta de la Oficina.
Extrañamente el lugar se sentía algo frío, había algo que para el no estaba bien. Pero dejando eso de lado fijo su vista en el otro chico, Tenía un rostro extrañamente atractivo, de esos que hacen que uno sienta mariposas. Su cabello era más largo de lo habitual, de un color castaño profundo. Y esos Ojos, nunca había visto unos parecidos.
De repente todo pareció detenerse, los dos sentían como sus ojos no se podían alejar, era como que extrañamente ninguno quisiera mencionar ni una sola palabra. Era como si sus miradas fueran la cosa más interesante que habían visto nunca, llevaban viéndose fijamente durante algunos minutos. Los cuales se habían sentido como la eternidad, una eternidad que disfrutaban de cierta forma. Era extraño sentir esas cosas y más para Dorian. A Maurice le empezó a faltar el aire, sentía como sus pulmones suplicaban desesperadamente por aquello que los mantenía vivos, era como si las mariposas lo consumieran desde adentro. Era sumamente adictivo. Pero Dorian rompió el contacto visual. Llevando su vista hacia otro lado. Y sintió algo en el pecho que espanto las mariposas, remplazandolas por una extraña pero profunda decepción. ¿Porque había sentido eso? ¿Porque se sentía mal?
-- Dorian Reimahn, hermano de Claver Reimahn, hijo de Alfons Reimahn. -- soltó tratando de ignorar todo lo que había pasado.