La clave de Sol

18.  Cinco litros por minuto

 

En la vida existen las personas que nacen con estrella, otras nacemos estrelladas. ¿Qué tan mala suerte hay que tener, para soltarle de la nada a tu nuevo novio, la bomba de que su madre biológica, es su odiosa hermana?

—Es que definitivamente yo en otra vida, tuve que haber sido espuma de mar, nada más y nada menos que purita sal—, digo al espejo mientras trato de hacerme un delineado de ojos decente.

Solo han pasado un par de días desde que Tahiel, se enteró de esa noticia. Las pocas veces que me he atrevido a preguntarle sobre el asunto, él simplemente baja la mirada y suelta alguna frase aleatoria de su gran repertorio, o sabrá el diablo si es alguna línea de esos tangos viejos que tanto le gustan; la cuestión es que aún no soy capaz de deducir la verdad tras sus palabras, no con ese acento suyo argento, tan acostumbrado a la arrogancia.

«Mejor una verdad dolorosa, que una vida de mentiras», «Cuánto rodé hasta entonces, cuántas angustias no he podido ahogar».

Se ha volcado totalmente a su música, mientras yo me he dedicado a mi próximo ingreso a la facultad. Por un instante, llegué a pensar que nos estábamos alejando, pero descarté la idea rápidamente al recordar que aunque somos pareja, nunca dejaremos de ser individuos.

»Pretendemos saber lo que estamos haciendo con nuestras respectivas existencias—, le escucho tararear de fondo.

Él me asegura que está bien, que solo procesa las cosas con la debida calma. Siguiendo el consejo de Dom, he decidido no ser intensa al respecto, teniendo en cuenta que últimamente tiendo a dramatizar todo.

Yo le creo. Necesito creerle. He decidido creerle. Aun más cuando he hecho las pases con todas mis excusas; permitiéndome quererle por todo lo que es, y para que miento, he elegido amarlo.  Si no lo hago, debería aceptar que me encuentro en un doloroso limbo de recuerdos, que lleva por nombre Macarena. He luchado por no comparar de ninguna forma su conducta, la forma en que ella se comportaba cuando estaba a puertas de una recaída. No sería justo para Tahiel y vaya que la vida no ha sido nada justa con él.

Con este último pensamiento vagando por mi mente, termino mi sesión de maquillaje. En menos de dos horas el bus de la banda va a pasar por nosotros, para llevarnos a la feria del libro de Buenos Aires. Tahiel y René al ser compositores tuvieron la oportunidad de participar en un poemario de un autor reconocido, y este como agradecimiento los invito a tocar en la FILBA, durante la presentación de su libro.

—Tahiel ¿Cómo te fue en la reunión? —pregunto saliendo de su habitación, y tengo que mirar a todos lados al no obtener respuesta, creí haberle escuchado cantar.

He pasado las últimas noches aquí, la verdad me encanta despertar a su lado. Aunque hoy se fue muy temprano sin despedirse, al parecer tenía una reunión con el nuevo médico de la banda, y después de hablarlo decidimos que me mantendría al margen de eso.

Un silbido insinuante es la única respuesta que recibo.

—Solecito, mirá que si vos me vas a recibir así cada vez que llegue te voy a terminar pidiendo que te mudes conmigo —saluda apareciendo por la entrada de la habitación dejando unos papeles en la mesa de noche.

Sonrío como respuesta, para luego deslizar lentamente hasta los hombros la bata de baño.

—Entre nos, la estrella de rock es usted, así que no más mande —digo con una sonrisa juguetona aún impregnada en los labios—, pero ya cuéntame como te fue ¿lograste cerrar el acuerdo, firmar el contrato?

Mi querido novio asiente dándole una respuesta afirmativa a mi pregunta, eso significa que ya no trabajo para él, adiós dilema ético. No le doy vueltas al asunto, me distraigo un momento buscando mi bolso cuando él me toma por sorpresa depositando un beso en mis labios, el cual con un leve mordisco le invito a profundizar, sus movimientos expertos cubren los míos, raudos, cargados de ansias, pero a pesar de mis protestas detiene los besos.

—Vos ahora estás conmigo porque querés Sol, no sos más de Tahiel el adicto —dice inesperadamente uniendo nuestras frentes—, ahora nos pertenecemos.

Quiero protestar, decirle que se equivoca, reprocharle la visión que tiene de si mismo. Decirle que le quiero por todo lo que me ha demostrado ser desde que lo conocí; pero no me lo permite, vuelve a besarme robándome el aliento, para luego propiciar el roce entre las partes sensibles de nuestro cuerpo, provocándome, haciendo que mi corazón bombee rápidamente sangre a mi cuerpo.

A más de cinco litros por minuto…

Honestamente perdí el hilo de todo lo que quería decirle, de igual manera que perdí de vista su mirada y la cordura; cuando sus manos rasposas por años de practicar con las cuerdas de la guitarra y sus besos retomaron un nuevo camino bajando por mi cuello, hasta perderme completamente debido a las succiones y lamidas ahí en medio de mis piernas.

Olvidé aquellas palabras que quería decirle.

No sabría decir en qué momento llegamos a su cama, lo único que puedo asegurar, es que en el instante que acabó todo, estando acurrucada sobre su pecho, descubrí mi nueva melodía favorita: la que conformaban cada latido de su vivo corazón.

Definitivamente todo él era música.



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En el texto hay: romance, drama, musica y romance

Editado: 26.11.2020

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