Metafóricamente hablando creo que algunos corazones están diseñados para sentir tanto, pero con tal grado de intensidad que llega el momento en que amar les duele, luego simplemente se rompen. Acaso, ¿Qué puede hacer una persona contra eso? Un corazón sin latido, es sinónimo de muerte y vaya que he aprendido que existen muchas formas de morir, es parte de nuestra dualidad, los humanos somos una maquina biológica y emocional impulsada por compleja química cerebral y sanguínea.
Aunque a veces suele ser tan simple como el hecho de que un corazón moribundo, puede seguir latiendo con la dosis correcta de adrenalina. Es un jodido circulo vicioso de emociones del que trato de huir pero, de alguna manera siempre termino regresando, siendo consciente de que en realidad nunca salí de el, solo corrí hasta el otro extremo; y al final muchas veces me espera otra versión de la misma cosa.
¡Nojoda que fracaso!
Si, el fracaso. Porque toda esta tormenta mental se debe a que una parte de mi no puede ignorar el hecho de que Macarena parece tener problemas, su interacción con Mads fue mas allá de lo inusual; él parecía estar a punto de tener un colapso mental ¿Pero acaso antes no se estaban besando apasionadamente? Tanto, que René dijo que se estaban tragando mutuamente; además esta el asunto del mariposón de Oliver, ¿cómo es eso de que ya no esta?
Aquí hay gato encerrado.
—Pero entiéndelo Soledad… Ellos ya no son tu problema, tú esquivaste esa bala justo a tiempo—, exclamo al aire liberando esos pensamiento en forma de suspiro.
—Si Sole, entiéndelo por lo que más quieras, niña —me responde Domingo apareciendo a mi espalda—, contigo aplica perfectamente eso de que el cura predica pero no aplica; pero ajá, a ti lo que voy a tener que hacer es ponerte un GPS, porque mija’ como te me pierdes, pero bueno eso no es novedad —dice rodando los ojos para luego entrelazar nuestras manos— ¿Cómo te fue con Macarena? Porque tus ojitos me dicen de que de allá vienes mujer.
—Fui por bronce y encontré oro —digo un mal chiste forzando una sonrisa que obviamente mi mejor amigo no se traga—, no fue como me lo imagine, toda emputada, empoderada, mandándolos a la verga; antes tengo esa sensación de que algo no esta bien, ese latido de mas que no quiero sentir, pero que tampoco puedo evitar.
—Bueno Sol, es porque los cachos que te montaron ese par, perdón que eran un trío —dice entre amagos de risas causando que le lance una filosa mirada—, eran tan grandes que hasta te sirvieron de antena Wi-Fi y ahora estas mas receptiva. No me mires así —reclama ofendido—, que fuiste tu la que empezó con los chistes.
—Que vas a hablar, pensándolo bien como que también te van los tríos, después de todo, eran René, Milán y tú —digo mientras enumero con mis dedos y hago énfasis en su cara que se mantiene burlona.
—¡Ay! No me hables de ese man que él y yo estamos oficialmente peleados, viste como le deje el ojo colombiano, tu sabes, en honor a los colores de nuestra bandera.
—René no debe estar muy feliz con eso. Méndez ni que se diga.
—Entonces que se unan al club —agrega despreocupado—, sabes quien debe estar buscándote y cuya felicidad si debería importarte, Tahiel.
—Lo sé, y si me importa. Pero es que ahora estoy de manos atadas, tengo que esperar que acabe el evento. Traté de ingresar, pero Méndez dio la orden a los de seguridad que no me dejaran entrar y Thai no me responde el teléfono.
—Mi amora, tu no más vente conmigo, que ese es el mínimo de tus problemas —dice Dom regalándome una de sus sonrisas traviesas, que antes solo me metieron en problemas—. Me enteré de eso, pero que va, esta mente creativa tiene un plan.
—¡Me encanta! Entre otras cosa voy a facilitarte la vida —digo mientras desbloqueo mi teléfono—, revisa tus mensajes, te he enviado mi ubicación en tiempo real para que siempre sepas donde encontrarme.
Domingo me regala otra de sus sonrisas refrescantes, y antes de que pueda guardar mi teléfono empieza a correr por toda la feria, arrastrándome tras él con nuestras manos entrelazadas haciéndome pensar, que si me hubiese enamorado de él, en otros tiempos quizá me hubiese evitado muchos pesares, porque todo Dom es bondad; sin embargo Tahiel es mi ahora, y carajo, cuanto amo mi presente.
***
Solo hizo falta, unos auriculares, una gorra, unas gafas y cargar un pesado equipo de sonido para ingresar por la parte trasera del evento, el plan de Dom de hacerme pasar por ayudante de sonido funcionó.
Dom tuvo que ir a hacer su trabajo, después de todo por eso le pagan.
No tuve dificultad en encontrar la sala donde se desarrollaba la lectura, contra todo pronóstico el sonido de abucheos colectivos me guio a través de los pasillos improvisados del recinto, hasta tropezar con una salida de donde podía subir directo al escenario, al menos ese fue mi plan inicial hasta que me di cuenta que Sergio, quien antes no me dejó pasar, estaba custodiando la escalera de acceso.
Tenía que borrarme del mapa antes de que se percatara de mi presencia, así que mi mejor opción era mezclarme con el eufórico público y así lo hice, entre tanto jaleo y vítores colectivos me lancé hacia la multitud.
Fue ahí cuando lo escuché cantar, y la melodía que brotó de sus labios me estremeció por un instante; ese tono ronco, rasgado y singular lo había escuchado tantas veces, aunque no podía verle en tarima sabía que era él. Esta vez parecía que me cantaba, y fui capaz de percibir que sonreía mientras lo hacía. De inmediato recordé aquellas vez que después de nuestra rutina de ejercicio terminamos tirados en la verdeante hierba, sintiendo que nos faltaba aire e inocentemente le pedí que me cantara, su respuesta me quedó grabada a fuego en la mente: