Por donde lo mirara, ciertamente era un caso extraño. Después de leer superficialmente los archivos, borré el pizarrón que tengo a un lado del escritorio y comencé a anotar los datos que parecían importantes. Mis únicas pistas en ese momento era lo que tenían en común los acusados:
Visto de esa manera, todo sonaba sumamente absurdo. Mientras sorbía mi tercera taza de café, me quemaba la cabeza tratando de encontrar una teoría que explicara que tendría que ver La coleccionista.
¿Qué tipo de intercambio se supone que ofrece? Aparentemente no es dinero, ni ningún tipo de posesión material. No puede ser que les haya ofrecido sacarlos de la cárcel en poco tiempo ya que los crímenes cuentan con sus propias circunstancias. También resulta extraña la conducta de los acusados. Que todos se hayan entregado sin ningún tipo de lucha es sumamente extraño. Podían pensarse muchas posibilidades pero a la vez ninguna de ellas le daba al blanco. Harry tenía razón sobre este asunto. No es de extrañarse que nadie del departamento de policía haya querido investigarlo. Carece de lógica y la policía no puede invertir sus recursos investigando algo así. Ahora entiendo porque Harry me trajo el caso a mí, un externo. Seguramente él mismo está interesado en saber en que resulta todo. No me trajo el archivo porque sintiera algún deber sino por mera curiosidad. La misma curiosidad que comenzaba a brotar en mí.
Miré el pizarrón con todas las hojas y las fotos pegadas con tachuelas mientras no quitaba mi mano de la barbilla. Lupin me bufó desde sobre el escritorio cuando suspiré ruidosamente. Lo tomé en mis brazos para acariciarlo y caminar en círculos por la oficina, pensando en cuál sería mi siguiente paso en este absurdo. Los ronroneos de Lupin me ayudan a pensar. Entonces me pregunté donde estarían cada una de las personas en la lista. El archivo ni siquiera mencionaba esos datos. ¿Qué pretendía Harry? No sabía si se estaba burlado de mí al darme datos incompletos o si lo hacía porque me creía un detective sorprendente. O simplemente olvidó redactarlos al ser un caso no oficial. Como sea, dejé a Lupin en el escritorio y tomé el teléfono de la oficina para marcar el número de la oficina de Harry, el cual aún no olvidaba. Timbró un par de veces y contestó una joven voz femenina, su secretaria seguramente.
—Departamento de policía —dijo neutralmente e hizo una pausa.
—Buenas tardes, busco al jefe de departamento —dije sin más.
—¿Quién lo busca?
—El detective Allan.
—¿Allan qué?
—Sólo Allan. Necesito preguntarle algo sobre el caso que me encomendó —expliqué un poco exasperado. Me pasa siempre que me preguntan mi apellido.
—En un momento transferiré su llamada —puntualizó la secretaria con su voz tan neutral como una contestadora automática.
Esperé unos momentos en la línea mientras le acariciaba la espalda a Lupin que aún no tenía suficiente atención en aquel día.
—¿Sí? —por fin la voz cansada de Harry.
—Harry —dije a modo de saludo—, soy Allan. Ya revisé los documentos que me trajiste. Ciertamente es un caso un tanto curioso…
—¿Lo investigaras, cierto? —preguntó expectante.
—Eso pretendo. Por eso te llamo. Hay algunos datos que omitiste en los documentos que me diste.
—¿Cómo cuales?
—Como, por ejemplo, ¿Donde están los acusados de la lista? ¿Están en el mismo reclusorio? ¿Siquiera todos pertenecen a esta misma ciudad? ¿Cuáles son sus circunstancias en donde están recluidos? —cité.
Harry guardó una pausa. Pude oír ruido de papeleo.
—Ahora todas las personas de la lista se encuentran en esta ciudad, Allan. Lo creí necesario para la investigación. Cómo pudiste ver, no son iguales y están en los reclusorios que les corresponde. Todos ellos están siendo evaluados psicológicamente y por el momento se les mantiene aislados de los demás reclusos, igualmente por cuestiones de la investigación.
—Ya veo. Por cierto Harry ¿tienes la autorización para hacer eso? —no quise perder la oportunidad de preguntar para comprobar mi teoría.
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Editado: 21.03.2018