La pequeña caja fue lo primero que vio al entrar a la cocina en la mañana
Miró a Anita quien estaba demasiado ensimismada preparando el café. Pero de todas maneras sabía que ella estaba allí.
_Lo encontró Moncho en las caballerizas y lo trajo…algún admirador secreto, tiene una nota para vos. _Venecia abrió sus ojos con preocupación.-Tranquila no l leería soy chusma pero tengo limites-le dijo guiñándole un ojo.
_Buenos días a todos-la voz de la abuela Frida hizo que rápidamente ocultara la caja detrás de su espalda. Movimiento que no pasó desapercibido por ella.
_Escondiendo cartitas Venecia-lo dijo como broma, Venecia estaba al borde del ataque.
_No abue…es…
_Estoy bromeando criatura, anda apúrate debemos ir al pueblo a llevar los encargues y buscar lo necesario para la escuela, dentro de una semana comienzas.
_Claro abue, ya tengo todo anotado…
_A y esta noche iremos a cenar a lo del doctor Mendoza me insistió demasiado.
_Yo, preferiría quedarme abuela, no me siento bien…creo que estoy por engriparme.
La abuela Frida tocó su frente y negó con su cabeza. _Estás más fría que un iceberg, anda déjate de niñadas vamos.
Cualquiera excusa que pusiera su abuela la omitiría, conocía demasiado bien a Venecia y sabía que estaba escapándose de alguna situación.
Subió a su habitación por la mochila y leyó la nota que contenía la caja.
“Perdón…”
Estrujo el papel entre sus manos y lo lanzo a la basura…regresó corriendo y buscó el pequeño papel estirándolo sobre su escritorio, lo doblo en cuatro partes y lo guardo entre las páginas de su diario de estrellas. La abuela era la décima vez que tocaba bocina, se miró al espejo y se dijo a si misma: “eres tan tonta Venecia”