Lycans
Emma.
La primera vez que había visto a William sentí que mi vida era un puzzle incompleto y que él era la pieza que faltaba, pero ahora es distinto. Sigo sintiendo que soy un puzzle, pero que todavía sigo incompleta, la pieza faltante está frente mío, aunque ahora siento que hace falta algo más para estar completa.
Lo sigo mientras va unos pasos delante de mí, después de decirme que teníamos que hablar no ha vuelto a decir ni una sola palabra. Desde atrás logro ver su espalda tensionada y que está nervioso, tengo deseo de preguntarle el por qué está así, pero no me animo porque no soy tonta, sé que si él está aquí es porque él es un hombre lobo y no sabe cómo lidiar conmigo
Entonces tu destino está aquí.
Aquellas palabras comienzan a rondar mi cabeza. ¿Por qué mi destino está aquí? ¿Será que me quiere matar? Eso sería lo más lógico ya que soy una humana que invadió su propiedad para averiguar y sacar a la luz su especie. Con esos pensamientos voy disminuyendo mis pasos y me detengo cuando recuerdo algo más.
Solo los humanos que son compañeros de un lobo pueden ver el camino hacia Lycans.
Mi corazón comienza a latir muy fuerte al llegar a la conclusión de que soy la compañera de algún lobo y es por eso que estoy aquí. Había leído que los compañeros son la pareja destinada de ellos y que con solo su olor puedes saber quien es, y si se aceptan mutuamente estarán juntos toda la vida. Sin poder controlarlo el miedo comienza a crecer en mi porque si en verdad soy compañera de alguien no lo podré aceptar ya que tengo mi propia pareja destinada y está esperándome en Londres.
Fue un error venir aquí. Definitivamente lo fue.
—¿Qué pasa? ¿Por qué te detienes? —Observo a William que también se ha detenido al darse cuenta que no le sigo.
—Yo… —Tiemblo de pavor. —Si vi ese camino es porque soy compañera de algún lobo ¿Verdad? — Su rostro refleja sorpresa debido a mi manera de ser directa.
Lleva una mano a su cuello para masajear y lo veo vacilar. —Emma, entiendo que tienes muchas preguntas y te prometo que las voy a responder todas, pero no aquí. Estamos desprotegidos, necesito que entremos al pueblo. —Se acerca a mí, me toma de la mano y me jala de forma suave para seguir caminando.
—¡Espera! —Nos detenemos. —Deje mi coche en la carretera, no puedo dejarlo ahí. —Me remuevo un poco incomoda por la manera que me observa con sus ojos azules. Unas ganas enormes de echarme a sus brazos aparecen, pero me contengo. Tengo novio y no lo conozco de nada.
Luego de unos segundos decide hablar. —En la entrada del pueblo están los que…—Vuelve a vacilar. —Están las personas que se encargan de la seguridad, les diré que vayan por tu coche. Sigamos. —Con nuestras manos entrelazadas e ignorando la corriente eléctrica que siento al tener su mano junto a la mía seguimos nuestro camino. Por mi propio bien decido ya no pensar.
Llegamos a lo que creo que es la entrada del pueblo. Todo esta rodeado de muros gigantescos y un gran portón negro forjado de hierro al lado este se encuentra una pequeña caseta con varios hombres, aunque también se encuentran otros mas alejados. Pensé que si son los encargados de vigilar y cuidar estarían armados, pero no, no están con ningún arma y están vestidos igual que William con unos simples jeans y sin camiseta.
—Gerald, hay un coche a la orilla de la carretera ya sabes cerca del camino principal para que por favor vayas por él. — William vuelve a verme. — ¿Tienes tus llaves? —Asiento buscándolo en mis bolsillos, se los tiendo. —Estas son las llaves. Quiero que dejes el coche en la casa principal. —El tal Gerald recibe las llaves sin disimular su sorpresa al verme.
—Entendido Be… Señor. —Con estupor observa las manos entrelazadas de William y mía, pero después se aleja en busca de mi coche, me imagino.
—¿Cómo hará para traer mi coche? El camino es angosto, no podrá. —William me regala una de sus encantadoras sonrisas.
Joder, quisiera besarlo. Me sorprendo por mis propios pensamientos.
—Hay otro camino, no te preocupes. ¡Abran el portón!
Con fascinación veo como lo abren para dar paso a una calle pavimentada. Ya estoy aquí. Después de casi un mes de tratar de averiguar, desvelos, impotencia por no encontrar nada, de varias veces darme por vencida, estoy aquí estoy.
—Bienvenida a Lycans. —Con ojos llenos de lágrimas veo a William darme una gran sonrisa y verme con lo que parece es ternura.
Con un suspiro avanzamos. Veo a personas normales como yo caminar, charlar y reír entre sí, haciendo su vida diaria. La mayoría de las personas dejan de hacer sus cosas para vernos especialmente a mí, pero debido a mi emoción no me importa ser el centro de atención, solo me dedico a admirar mi entorno.
Las casas son rústicas, pero a la vez elegantes y coloridas. Hay puestos por doquier, pasamos por un pequeño parque donde hay niños jugando mientras sus madres están en algunas bancas cuidando de los pequeños.
—¿Te gusta? —Siento sus labios rozar mi oído. Contengo un gemido por su cercanía.
—Si, me encanta. —Es lo único que digo.
—Después podrás ver mejor el pueblo. Ahora vamos a tomar algo y hablar. —Dirijo mi vista hacia él y lo encuentro verificando su entorno como buscando algo. Lo escucho murmurar.
—Nadie ha venido a reclamarla aún.
No digo nada, solamente lo sigo a la pequeña cafetería de enfrente. Al entrar siento un agradable olor a café recién hecho y con eso ya me tiene este lugar. A pesar de que este vacío nos sentamos en la mesa del fondo uno frente al otro.
—¿No te pondrás ninguna camiseta? — En Londres jamás había visto a alguien entrar a una cafetería medio desnudo.
Me da una sonrisa coqueta. —¿Demasiada distracción para ti?
Estoy por responder cuando una señora regordeta llega a nosotros. — Beta William ¿Cómo está? — ¿Beta? William se remueve algo incómodo.
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Editado: 29.10.2024