Emma
Las palabras de Cristian suenan como un eco dentro de mi cabeza junto a la voz extraña que había escuchado segundos antes, no sabía sobre qué preocuparme más, aunque claro solo unos segundos me tomo en dejar en segundo plano la voz desconocida y enfocarme en lo que está pasando.
—¿Quién nos está atacando? — Nos dirigimos a la salida con pasos apresurados mientras escucho más aullidos y otros sonidos que no puedo reconocer. Cristian va jalándome de forma delicada del brazo.
Estamos por llegar a la puerta cuando esta es aventada dando lugar a un muy agotado William con expresión de preocupación ocupando su rostro, preocupación que se disipa al detener sus ojos en mí.
—He venido al escuchar la alarma. Yo llevaré a Emma al refugio, hermano. Tu debes de ir con los demás, te necesitan. —Hace el amago de tomar mi brazo, pero Cristian no se lo permite, más bien me abraza por detrás. —Se que no quieres separarte de ella, pero es necesario. Te necesitamos afuera, yo la dejaré en el refugio para que esté a salvo y después te sigo.
Con duda mi compañero se separa de mí, con un empujoncito me acerca a su hermano menor. —Cuídala con tu vida, por favor. — Pasa por mi lado, pero lo detengo. Ahora soy yo quien lo abraza.
El miedo me invade al saber que irá a pelear.—No me dejes por favor, Cristian. No vayas.
Suelta un suspiro antes de acariciar mi espalda cariñosamente y dejar un beso en mi frente. Eso me genera una corriente eléctrica que traspasa hacia él.—Mi amor, no tardaré mucho ¿si? Solo necesito patearle el trasero a esos vampiros y brujos .—Pone sus dos manos a cada lado de mi rostro haciendo que lo mire a los ojos. Siento las lágrimas salir poco a poco. —Hazle caso en todo a William, vendré pronto. —Por primera vez juntamos nuestros labios, en un beso dulce y corto.
—Cristian, ya debo llevarla. —Cristian asintiendo se aleja de mí, dándome una última mirada y sale corriendo de la habitación. Yo solo quedo viendo el lugar por donde desapareció para luego observar a William que tiene sus ojos puestos en mí, su mirada demuestra tristeza.
—Andando.—Me toma de la mano para salir deprisa de la habitación, pasamos por varios pasillos donde ya no hay nadie aunque se escucha la pelea cada vez más cerca. Aunque me tiene de la mano voy unos pasos detrás lo que me permite ver chupones en su cuello y eso me recuerda a la pelirroja con quien estaba besándose.
—William ¿Dónde está tu novia? ¿Ya está a salvo?—Sin detenernos voltea a verme con una mueca de confusión.
—¿De qué novia hablas? Yo no… ¡Mierda! Leah. En cuanto escuche la alarma fui a buscarte… a buscarlos y me olvide de ella.—Pienso que nos vamos a regresar para buscarla, pero no se detiene. —No puedo preocuparme por ella, ya no tenemos tiempo. Estoy seguro que estará bien, ella sabe cuidarse sola.
No digo nada, solo me dedico a seguirle el paso. Pasamos unos cuantos pasillos hasta llegar a lo que parece un sótano donde se encuentran cuatro hombres custodiando algo parecido a una puerta de plata que está en el suelo.—Abran, para que pueda pasar.—Inmediatamente uno de los hombres abre la pesada puerta dejándome ver una escalera para bajar.—Deben cuidarla con sus vidas, es nuestra Luna.
Al decir esas palabras, los hombres se muestran sorprendidos, pero aún así asienten. Volteo hacia a William y sin pensarlo me tiro a sus brazos quien me recibe sorprendido. —Cuídate y cuida a tu hermano, por favor.
Se escucha un aullido muy cerca junto a ruidos de pelea.—¡Ya entraron a la casa! Entre Luna.—Rápidamente uno de ellos me ayuda a bajar, antes de que cierren la puerta lo último que veo es el rostro preocupado de William.
Con el corazón a mil termino de bajar encontrándome a varias mujeres junto a algunos niños que me observan mejor dicho me están analizando.
—Emmm… Hola, soy Emma.—Me presento, algunas mujeres las reconozco como las del servicio, solo que no había tenido la oportunidad de presentarme.
—Ya sabemos, eres la amante del Alfa.—Escupe una mirándome con desprecio.
Una señora bajita que le calculo unos 50 años le da un manotazo.—No le hables así a la Luna, es la Compañera del Alfa.
La que me llamó amante del Alfa solamente se encoge de hombros para luego darse la vuelta y sentarse lejos.
La señora se acerca a mí.—Disculpe a Ana, Luna. Ella solamente está nerviosa y preocupada por lo que está sucediendo afuera.
—No trate de justificarla, todas estamos preocupadas y no veo a nadie más insultándome.—Respiro para que el coraje que se va formando en mi pecho desaparezca.
Me siento en una de las sillas libres, desde aquí no se puede escuchar nada de lo que pasa en el exterior y no se si eso es mejor o peor, solo se que la zozobra que tengo me está matando. Muevo mi pierna derecha mientras muerdo mis uñas.
El tiempo se hace eterno, siento que pasan horas así que me levanto para caminar en círculo y voy contando números para tratar de tranquilizarme.
—Luna.—Me detengo para observar a la misma señora.—Debe de tranquilizarse, se que es su primera vez en una situación como esta, pero le aseguro que siempre salimos de estos problemas, el Alfa es muy fuerte y eso hace que nuestros guerreros también.
—¿Por qué los vampiros hacen esto? ¿Con qué propósito? ¿Son tan malos para tomarse el trabajo de venir a perjudicar nuestra paz?—Me siento nuevamente con la señora a mi lado.
—Él Alfa no lo ha dicho, creo que aún no se sabe cuál es la razón.—Me observa detenidamente.—Es muy bella, me alegro que el Alfa ya la tenga a su lado. Ya por fin dejará de rodearse de mujeres que no valen la pena.
Me tenso con lo último, las punzadas de celos van apareciendo cuando me imagino a Cristian con otras mujeres. Él me dijo que tiene 70 años, es lógico que haya estado con otras, pero no deja de molestarme ya que no he sido la única en su vida.
#11 en Fantasía
#8 en Personajes sobrenaturales
#76 en Novela romántica
mates y amor, alfa celoso posesivo mates humana, alfa supremo celos posesivo
Editado: 29.10.2024