Agente 1: “De acuerdo coronel, ya nos dirigimos hacia nuestro nuevo destino, ¡cambio y corto! Srta. Salvatierra tenemos órdenes de llevarla hacia la Iglesia de San Marcos, el Inspector al mando la está esperando en esa Iglesia.”
Lucía: “Vale, gracias a todas. ¿Me podéis hacer un favor? Me gustaría poder conocer quiénes son mis salvadoras...”
Agente 2: “Lo lamentamos, pero eso es totalmente imposible. ¿Conoce a “gamma doble”?”
Lucía: “Creo que es el nombre en clave de mi familiar...”
Agente 1: “Esa información es correcta, pero un ruego Srta. Salvatierra, no intente identificarnos. Gamma doble nos ha prohibido expresamente que usted pueda identificarnos”
Lucía asintió no intentaría averiguar quiénes eran sus salvadoras. Cuando Tomás e Isabel abandonaron el lugar dónde estaba Lucía retenida, aún no se había producido su liberación.
Tomás: “¡Oye tú!”, muy autoritario. “Quiero que hables con tu jefe y le digas que me grabe todas las veces que os folléis a esa puta, que le pienso entregar cien mil euros más por barba por cada película porno que rodéis…”, terminó diciendo entre risas.
Isabel: “Mira que eres malo, ¿y a mí no me las vas a pasar?”, mientras acompañaba en la risa a Tomás
Tomás: “Es oportuno que llames ahora a tu hija para que nos veamos en la Iglesia para su boda…”
Isabel: “Sabes cuál es la Iglesia ¿no?”
Tomás: “Claro que lo sé maldita zorra…”, dijo entre risas.
Isabel llamó a su hijastra, pero tuvo que esperar casi diez minutos.
Isabel: “¡Ya era hora! ¿Te parece bonito hacer esperar a tu madre?”
Lourdes: “Dos cosas, la primera TÚ NO ERES MI MADRE, y la segunda estoy trabajando, no de puterío cómo sueles ir tú. ¿Qué quieres ahora?”, contestó de malas maneras.
Isabel: “¡No me hables con ese tono!”
Lourdes: “¡O me dices que coño quieres o te cuelgo ya! ¿Hablo claro Isabelita?”
Isabel: “Quiero verte en menos de media hora en la Iglesia de Sano Marcos, si deseas volver a ver a tu asistente...”
Lourdes: “Cómo le hayáis hecho el menor rasguño, te juro que os mato a los dos...”
Isabel: “Te veo en la Iglesia y procura llegar a tiempo...”
Lourdes colgó furiosa el teléfono, suponía lo que buscaban casarla con cualquier inepto para así poder controlar la Corporación CampoViejo. Una sonrisa malévola apareció en su rostro, sabía cómo devolverle el golpe. Realizó un par de llamadas que se comprometieron a cumplir sus indicaciones. El resto del trayecto lo llevaron Tomás e Isabel entre risas y planeando que iban a realizar cuando hundieran las dos grandes empresas que se proponían controlar. Entretanto Damián abandonó el refugio de Raúl se subió a su moto y salió a escape de allí, le siguió a los dos minutos una furgoneta de un color indefinido. Durante el recorrido Carlos recibió una llamada.
Desconocido: “¿Damián Perales?”
Carlos: “Ahora mismo no se puede poner al teléfono, ¿quién le llama?”
Desconocido: “Soy el Coronel, es urgente que hable con él. Espera, tú eres Carlos, su segundo, ¿me equivoco?”
Carlos: “Caramba Coronel, un gusto volver a saludarlo, y sí soy Carlos, que necesita de mi jefe.”
Coronel: “¿Habéis llegado a la casa de Arturo Doblas?”
Carlos: “Aún no, ¿porqué?”
Coronel: “Escúchame atentamente, porque no pienso repetirlo dos veces. Esperáis a que llegue la novia de Damián con su gente y cuando entren quiero que os introduzcáis dentro de la misma. Y me interrogáis al imbécil de Arturo Doblas, como es un enclenque enseguida cantará todo lo que sabe. Pero repito no podéis hacer nada hasta que la novia de Damián esté dentro ¿está claro?”