Luces tenues esmeraldas y ámbar, una carretera totalmente desolada, parpadeos constantes y en un solo instante me encuentro en la calle, casas en hileras y frente a ellas vemos luces pasar. La atmósfera se tiñe de nocturna oscuridad sin ninguna estrella a su acompañar, mi estado emocional se encuentra antipático, sin temor, sin confusión duda o presión.
Comienzo a caminar hacia la esquina contraria donde se puede observar un local comercial y al pararme frente a este las puertas me reflejan, mi cabello lacio como seda corto hasta los hombros como hongo, mi mirada de océano y mi tez canela, mi vestimenta ligera de tonalida negra. Vuelvo a la realidad y me doy cuenta de que está vacío el local, los cables de corriente que unen los postes de la cuidad ahora parecen focos de navidad, verdes y rojos brillan sin parar, cautiva tienen mi mirada.
Instantes más tarde comienzo a recordar esta parte de la cuidad y decido ir a casa, camino por las cera de las banquetas en la más absoluta oscuridad, al avanzar cada paso, las calles van perdiendo su iluminación, comienzo a acelerar el paso sin ningúna pizca de angustia, después de todo estaba sola.
Se escucha un sonido rugir, busco alertada de donde proviene aquel sonido, dos faros iluminan mi rostro cegandome al punto de dejarme casi ciega, un auto.
Inconscientemente me acerco en busca de ayuda y al no ver ningún piloto a bordo mi antipática personalidad desapareció, sentí un temor como en las películas de terror. Intente hacerme la despistada e ignorar eso y tan solo dar un dando un saludo de despido como si alguien estuviera ahí intentando no mostrar mi inquietud.
Vuelvo a la acera y camino intentado no voltear ya que puedo escuchar el motor del amortiguador, me sigue e intento avanzar más hasta poder llegar a casa, pero paro en el instante en que siento una mirada y disimuladamente miro directamente al auto, nadie. No hay nadie más, siento una penetrante mirada observarme, intento no darle importancia y comenzar a correr.
Los focos navideños que adornaban los cables de la ciudad comenzaron a parpadear apagándose y encendiéndose al paso de mi correr,el auto aceleraba y me siguía, desconcertada me encontraba ya que no logra alcanzarme. Mis piernas me duelen y mi pecho exclama respirar, intento gritar por ayuda a alguien que me pueda auxiliar pero no sale ningún sonido de mi garganta.
Paro y volteo temerosa en dirección del auto pero este ya no está y siento como si toda la energía volviera a mi cuerpo, corro sin parar, sin mirar atrás, ignorando los gritos y lamentos al avanzar, con la mirada perdida y desubicada intento mi casa encontrar.
Solo dos cuadras más y libre de este tormento seré, parpadeo y me encuentro en una cuadra antes de mi casa, intento asimilar lo que ocurre, de como llegué aquí. Pero de la nada aparece al fondo contrario a mi, aquel auto, color esmeralda y vidrios polarizados. Corro hacia la otra esquina y justo en ese momento el auto me alcanza, pero este no me atropello como tal, este se encontraba encima mío pero parado, cargando todo el peso en la punta de su capo.
El peso del auto comenzó a aplastarme con más fuerza, escapando en cada respiro una gran parte de mi oxígeno, mis entrañas se retuercen y mi boca expulsa sangre, mis costillas comienzan a quebrase lentamente permitiendo me escuchar mis huesos crujir y pierdo la consciencia entre lágrimas y desesperación.
Despierto nuevamente con mi sola presencia en la cama de mi habitación con una axficiante sensación de falta de oxígeno, cada vez empeora, ya perdí la cuenta de las veces que soñé esto, siempre pasa lo mismo tan solo cambia la escena.
Atte.M.L