- ¡¿Te vas hoy?! – Me grita Claire por séptima vez desde que nos hemos levantado.
- Tengo que ir a casa a ayudar a mi madre, Claire. No puedo dejar que ella cargue sola con todo.
Lleva así desde que le conté todo lo que pasó ayer. Antes de que me hiciera miles de preguntas le dije que estaba cansada y necesitaba dormir.
- ¿Y qué hay de tus clases?
- Estoy segura de que existe una manera de recuperar las clases perdidas cuando los estudiantes se van por la muerte de un familiar. Sólo sé que mi madre me necesita. Todo lo demás puede esperar. – Suspiro mientras cierro la maleta con lo que me voy a llevar. – Y por favor, no montes un drama si un tanga blanco te sale rosa.
- Y yo que sabía que si mezclas un cosa de color rojo con blanco, se pone rosa. – Me dice cabreada, yo me río un poco. Me cambia de tema para que no se lo recuerde más. – Si puedo hacer algo, avísame.
- Gracias, Claire, pero ahora solo tengo que llegar con mi madre y... – Ambas nos giramos cuando oímos el timbre. – ¿Estás esperando a alguien?
- No, ¿y tú?
- No. Tengo que terminar de meter algunas cosas más.
- Vale, vale, ya lo he captado, quieres que vaya abrir la puerta. – Dice un poco molesta.
- Gracias. – Le sonrío.
Claire se va, y yo tomo un tiempo para llorar al recordar a mi abuela. El estrés de viajar con tan poca antelación no me dio tiempo para lamentarme. Siento como si tuviera una enorme roca en el estómago. Ya no está mi abuela, y yo no me despedí de ella.
Meto en mi neceser el resto de mis cosméticos antes de que Claire vuelva a la habitación. Reviso una vez que esté todo correcto. Me doy la vuelta y veo a Ashton en la habitación.
Claire está parada detrás de él.
- Perdón. Estaba insistiendo en verte.
Claire se va para darnos algo de privacidad.
- ¿A dónde vas?
- Lo siento, pero no tengo tiempo de explicártelo. De verdad me tengo que ir, Ash. Te llamaré cuando llegue a casa con mi madre.
- ¿A casa de tu madre? – No tengo tiempo para responder sus preguntas, así que empiezo a cargar bultos como si fuera un burro. – Anya, háblame. Dime qué está pasando y permíteme ayudarte.
- No puedes ayudarme ahora, Ash.
Tomo mi maleta y el bolso y me dirijo hacia la puerta.
- ¿Y la presentación?
- ¡Te llamo más tarde, Ash!
Salgo corriendo por la puerta, dejándolo con un millón de preguntas y un rastro de tristeza en su cara.
Llego a la casa de mi madre después de cuatro horas de viaje...
- Cariño, ¡qué bien que llegaste! Te eché de menos.
- Yo también, mamá. ¿Cómo estás? ¿Cómo lo estás llevando?
- Ya sabes. Un minuto estoy bien y al momento se me salen los ojos de tanto llorar. – Mi madre comienza a llorar, y yo la acerco hacia mí. – Y luego comienzo a preocuparme por ti y por mí. ¿Y si algo me sucede a mí? Las dos somos el todo de la otra, y...
- ¡Mamá! no hables así ni pienses en eso ahora.
- Lo sé, cariño, lo siento. Pero una madre no puede evitar preocuparse. Tu abuela siempre se preocupaba.
- Y tú haces lo mismo también.
- Eso es porque te amo.
- Yo también te amo, mamá.
- Por cierto, ya están listos los preparativos del funeral.
- ¡¿Ya?! Vine aquí temprano para ayudarte.
- Lo sé, pero tuve ayuda.
- ¿Ayuda? ¿De quién? ¿Y de dónde vamos a sacar el dinero para los gastos del funeral?
- Tu abuela era una mujer inteligente que guardó dinero para todo esto. Y un amigo me ayudó a contactar con la funeraria.
- ¿Susi?
Pienso en ella, es la mejor amiga de mi madre, Susi, siempre estuvo ahí para nosotros. Claro, siempre ayudaría a mi madre en el momento en que lo necesitara.
- Pues esto... no, no es Susi.
- ¿Entonces quién?
- Estoy viendo a alguien.
Me quedo plantada en shock. Mi madre no había salido a una cita desde que falleció mi padre.
- ¿Estás viendo a alguien? En el sentido de, ¿estar saliendo con él?
La cara de mi madre se transforma en una sonrisa antes de comenzar a reír.
- Su nombre es...
En ese momento suena el timbre, y mi madre corre a abrir la puerta. Un hombre apuesto entra y le sonríe a mi madre antes de abrazarla y plantarle un beso. Mi madre cierra la puerta y trae al hombre hacia mí con una tierna sonrisa en su cara.
- Anya, él es Ryan. – Se dirige a Ryan. – Ryan, ella es mi brillante hija, Anya.
- Mucho gusto en conocerte por fin, Anya. – Ryan me ofrece la mano, y yo no sé si debería dársela. – No muerdo, te lo prometo.
Mis pensamientos vuelan de inmediato hacia Jude. Seguro son de la misma edad, pero Ryan se ve más tosco y más guapo.
- Perdón. Es solo que... – Tartamudeo.
- No se lo he dicho todavía. – Interviene mi madre.
Le doy la mano a Ryan, sorprendida por lo fuerte que me aprieta. Y por supuesto las peguntas salen solas de mi boca.
- ¿Y cuánto tiempo llevan saliendo ustedes dos?
- Unos cinco meses.
Noto que Ryan responde en vez de mi madre, mientras ella se queda ahí parada sonriendo.
- Cinco meses, ¿y nunca pensaste en decírselo? – Me dirijo con mirada asesina hacia mi madre.
- Quería decírtelo para las vacaciones de invierno, pero luego surgió esto.
- Me parece que no has dicho muchas cosas.
- Lo siento, Anya. No vamos a pelear, por favor.
- Puedo irme si necesitan estar tiempo a solas. – Dice Ryan.
- No, no tienes que hacerlo.
- ¿Cómo se conocieron? – Sigo con las preguntas.
- Nos conocimos en el supermercado. Necesitaba algo del estante de arriba...
- Y yo llegué en su rescate.
Ambos se ríen. Yo estoy feliz porque mi madre salió adelante, y enfadada porque mi madre está saliendo con alguien y no me lo ha dicho.
- Ryan es una persona estupenda. Espero que lo conozcas mientras estés aquí esta semana.