La Conspiración del Espiral - Libro 4 de la Saga de Lug

TERCERA PARTE: Rehenes - CAPÍTULO 35

—¿Qué quieres saber?— preguntó Lug. Su dolor de cabeza estaba comenzando a ceder.

—Para empezar, ¿qué haces aquí?

—Tú me trajiste a la fuerza.

—Tiempo es lo que me sobra, si quieres jugar así— respondió Humberto.

—Si te doy la información que quieres, tú me dirás lo que yo quiero saber— propuso Lug.

—Hasta cierto punto— advirtió Humberto.

—Bien. Vine aquí en busca de respuestas sobre un ataque que tuvo lugar en Cryma.

—¿Qué te hizo pensar que Dresden tenía algo que ver?

—No. Ahora es mi turno. ¿Para qué volviste al Círculo?

—¿En serio? ¿Esa es tu gran pregunta?

Lug asintió.

—Pertenezco aquí tanto como tú perteneces aquí. Mi intención siempre fue volver, pero había cosas con las que tenía que cumplir en el exilio para ganar ese derecho— dijo, levantando el libro que había estado leyendo.

Lug lo reconoció de inmediato. Era la copia del Manuscrito de los Orígenes que había dejado bajo la custodia de Luigi.

—El Manuscrito solo tiene valor histórico ahora, el Círculo ha sido roto— dijo Lug.

—Sí, felicitaciones también por eso— dijo Humberto, levantando su taza de té como proponiendo un brindis—. Fue el rompimiento del Círculo lo que en realidad posibilitó mi regreso, pues rompió con el exilio impuesto por tu madre.

—¿Y cuáles son tus intenciones ahora que estás aquí?

—Mi pregunta primero, ¿por qué Dresden?

—Una amiga me dijo que el ataque se había originado en el sur, del otro lado de la cordillera, en un lugar cercano a la frontera. La ciudad más cercana es Colportor, y el único con recursos como para lanzar un ataque es su rey.

—Dresden nunca ha enviado tropas al otro lado de los Pasos— negó Humberto con la cabeza.

—Sí, lo supe cuando lo interrogué sobre el asunto. No tenía idea de lo que le estaba hablando. Lamentablemente, mi captura y cautiverio me impidieron seguir investigando.

—¿Por qué supusiste que el ataque venía desde el sur? ¿No podría haberse originado en otro lado?

—Mi amiga no lo pensó así.

—¿Y cómo lo sabía ella?

—Tiene muy buenas fuentes.

—¿Quién es ella?

—Ya respondí muchas preguntas. Es tu turno. ¿Cuáles son tus planes?

—Mi plan era venir aquí y vivir en mi amado Círculo una vez más, en paz.

—Patrañas. ¿Por qué elegiste el sur?

—Obviamente porque tú elegiste el norte. Pensé que yo podría reinar en el sur, mientras tú reinabas en el norte. Pero resulta ser que viniste a invadir mi territorio y a causarme problemas.

—Yo no reino en el norte— lo corrigió Lug.

—¡Oh, vamos! ¡El Gran Salvador del Círculo! ¡El Señor de la Luz! ¿Vas a decirme que no tienes a todos alabándote día y noche, rindiéndote pleitesía en un hermoso palacio? ¿Vas a decirme que no tienes la adoración y el respeto de todos? ¿Vas a decirme que tus súbditos no harían cualquier cosa para complacerte? ¿Al vencedor de Wonur?

—No me interesan esas cosas. Solo quiero vivir en paz con mi familia, en un lugar tranquilo.

—¡Por favor! ¿Quién es el que viene con patrañas ahora?

—No tengo tu enfermedad de ambición y poder, Humberto. No me interesa reinar sobre nada y no vine aquí a causarte problemas. Excepto, claro, que tú estés detrás del ataque.

—¿Para qué querría atacar Cryma?

—Para atraerme a tu lar.

—Estás delirando. Si hubiera querido atraerte aquí, que por cierto es lo último que se me ocurriría, no te habría dejado pudriéndote en una celda por un año— dijo Humberto, levantando los brazos con vehemencia.

—No, tal vez me habrías dejado por el resto de mi vida— le retrucó Lug, enojado.

—No sabes lo que dices.

—¿No? ¿No fueron tus palabras exactas que debías mantenerme neutralizado por el bien de todos? Ciego y sin memoria me parece bastante bien neutralizado.




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