Gabriel lo tenía todo, dinero, fama, lujos, pero no tenía a la única mujer que había robado su corazón, aquella rubia de grandes ojos verdes que lo había encantado desde el instante en que sus cuerpos se rozaron por accidente en aquel lujoso club que solía visitar todos los viernes después de un cansado día de trabajo. Alessia se había cruzado en su vida como un colibrí, uno que iba de paso, acelerado y viajero, así era ella.
Dos días antes de por fin decidir que la quería en su vida para siempre y no solo como su flamante amante, ella extendió sus alas y voló en busca de su felicidad, una que no estaba junto a él. Lo dejó destrozado, con el corazón y el ego herido, algo que jamás pensó que a él, Gabriel Mussan, podría ocurrirle. Por fin encontró algo que su dinero no podía comprar: la libertad de Alessia.
Aquella noche en que Alessia había salido de su vida fue de nuevo al mismo club en dónde todo inició, y nunca esperó que el destino fuese tan cruel para poner delante de sus ojos a una mujer idéntica a la que le había arrancado el corazón. Alyssa, la hermana de la rubia que lo había abandonado alegando que no quería nada serio para después encontrarse en primera plana de las revistas de la ciudad anunciando su reciente boda. En ese momento todo fue claro para él, quería venganza, quería que Alessia sufriera todo lo que el sufrió por nunca tener su amor, y planeo enamorar a la única persona que ella amaba más que nada en el mundo; a su hermana.
Planeó de manera metódica como hacer caer en sus garras a Alyssa, no contando que, si bien era idéntica físicamente a la otra, no eran idénticas en su actuar y pensar, eran mundos paralelos nacidos el mismo día; y el tuvo la desgracia de fijarse en el que no era el destinado para ser suyo antes de encontrar la constelación que iluminará su cielo.