La corona de la Emperatriz

Capítulo II: Mascaras

Zyan


El emperador salió furioso de la oficina de la emperatriz, lo que sea que la haya dicho logro tocar fibras sensibles en él. En cualquier otro momento disfrutaría de ver su dolor, pero ahora no puedo hacerlo, soy la persona más cercana a él y con la que se desquita con más frecuencia.

Sigo sus pasos en silencio, las criadas y guardias nos observan en silencio, algunos de ellos me dirigen miradas de compasión o empatía, todos saben que los cambios de humor del Emperador traen terribles consecuencias. Todos esperan que la situación mejore y los días en el Palacio regresen a su habitual tranquilidad, pero antes de que eso ocurra el actual Emperador debe caer.

No fue difícil crear una mala reputación para Clyde, solo basto con agregar un poco de veneno en sus comidas uno que les traerá varias alteraciones a sus estados de ánimo, así como insomnio y fuertes dolores de cabeza momentáneos, pero sin matarlo.

Pero no esperaba que actuara tan imprudentemente con la Emperatriz, ella no es alguien a quien pueda tomar a la ligera, tal vez el veneno le pudrió el cerebro o en verdad Clyde es un idiota. Solo me descuidé un momento revisando las asignaciones de su agenda cuando lo perdí de vista.

La Emperatriz que conocía había cambiado varias veces en lo que llevaba de conocerla, era fuerte y decidida con un poco de humanidad, ahora ya no quedaba ningún rastro de humanidad en ella, incluso así me seguía pareciendo perfecta. Su único defecto es su esposo, pero eso se puede arreglar. Solo basta con pronunciar una orden y la vida del Emperador acabaría en el momento en que ella lo pidiera.

Ahora solo debía de esperar, sin embargo, ser paciente no era lo más notable de mi personalidad. Nadie notaria que estoy empujando a Clyde al límite, e incluso si ella se entera sé que no me haría nada y eso lo puedo asegurar desde el momento en que dejo en mis manos el poder que debería de ser del Emperador.

 

—Si tan solo no fuera tan cerrada—Mire como aquel hombre maldecía mientras llenaba una copa de vino— ¿De qué te ríes?

—De nada, su majestad—De lo patético que te vez, hubiera dicho si no tuviera que ser ejecutado por ser irrespetuoso y conociendo a Clyde ni siquiera un juicio tendría— No debería de beber cuando está enojado.

—Tú no eres nadie para darme ordenes —Grito y se acabó el contenido de la copa— Ve y consígueme algo que, si se pueda beber, solo a Eider le gusta esta asquerosidad—hizo estallar la botella de vino en miles de fragmentos congelados, los criados tendrían que limpiar el piso por tercera vez en el día.

—Como ordene su majestad—mi recomendación fue genuina, la reserva privada de alcohol de Clyde estaba contaminada de veneno para hacerlo estéril, si había una posibilidad de que pudiera tener un hijo con la Emperatriz ahora ya no existía—Pobre imbécil.

— ¿Lo mismo de siempre su excelencia? —Pregunto el mayordomo a cargo de las reservas de alcohol del Palacio

—Sí, el Emperador desea algo más fuerte que un vino— El mayordomo chasqueo la lengua y fue hasta un anaquel de donde saco una botella de cristal y me la dio— ¿Qué es?

—Es una bebida que se preparaba en el antiguo Reino de Sorten, se les daba a los soldados enemigos porque era muy potente e incapacitaba al cuerpo por mucho tiempo—Dude en aceptar la botella, pero al final la tome, no debía de ser el único que deseaba que Clyde estuviera quieto por lo menos un día— Asegúrate que no se acabe la botella, con un trago pequeño bastara

—Se lo agradezco—murmuré y salí corriendo a la habitación de Clyde.

Los guardias me saludaron y abrieron las puertas por mí, el olor nauseabundo del alcohol combinado con el sudor y el llanto fue lo primero que llego a mí. Con cuidado trate de no respirar más que lo necesario para poder llegar hasta donde estaba él.  Pese a sus nuevos hábitos reprochables seguía yendo a entrenar y su figura se mantenía intacta, vanidad, supongo.

 

—Hasta que por fin llegas— me arrebato la botella y antes de que pudiera servirle ya se la estaba tomando, el sabor debió de ser mucho para el por qué la escupió de inmediato— ¡¿Qué es esto?!

—Es una bebida de otro reino, le iba a explicar cómo tomarla pero usted se adelantó—le explique calmadamente, trato de levantarse, pero los efectos fueron rápidos y no tardo en caer incapacitado— Es muy fuerte y debe ser bebida con moderación

— ¿Qué me hiciste? — balbuceo

—De todas formas no se acordará de nada

No pudo decir nada más porque ya había caído inconsciente presa de los efectos de esa misteriosa bebida, por si acaso despertaba puse en la habitación flores que arrojaban aromas relajantes, con eso no podría despertar hasta el día siguiente y así yo podría hacer mi trabajo en paz.

Tomé de su escritorio los papeles importantes, su sello y entonces la vi. Estaba recargada en el marco de la puerta observándome como una presa a su merced, sus ojos negros destellaban cierta curiosidad a los movimientos que daba, sin embargo, no dijo nada simplemente me llamo con un movimiento de su delicada mano.

Camine haciendo acopio de mucha voluntad para no ir corriendo hasta donde ella se encontraba, su aroma inundo mis sentidos y libero mi mente, su sola presencia me bastaba para sentirme mejor.




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