Lo que más marco mi vida fue la muerte de mi madre, no solo por haber quedado huérfana sino por todo lo que me pasado en el transcurso. Comencé a darme cuenta que Caleb era muy importante para mí, para ser sincera más de lo que debería de importarme, al comienzo ignore todo tipo de señales que me indicaran de a la magnitud, debido a que solo teníamos 9 años cuando lo conocí, pero el tan solo hecho que estuviera a mi lado, con solo guardar silencio el día más doloroso de mi vida, demostró con ese pequeño detalle que contaría con él por siempre, incondicionalmente sin decir, ni pedirme nada a cambio.
Pese a todo lo que me ha ocurrido, me consideró una persona afortunada. Logre salir de un pueblo que pensaba que podría llegar a ser mi tumba; logre ingresar a unas de las mejores universidades del mundo para mí ver. Y hoy me encuentro de columnista de uno de los diarios más prestigiosos de Londres. Gozo de muy buena salud, nada de que quejarse, pero… Con respecto al amor ese es un tema que mejor no me gustaría tocar… Nunca.
La vida me ha enseñado que nada es lo que parece, que los que demuestran ser personas exitosas no enseñan su verdadero yo ante los demás, no es que yo me sienta exitosa nada de eso, pero, nunca he podido abrirme con las personas, ni las más cercanas, excepto con Caleb. “los tiempos son duros” … termine escribiendo en mi computador tildándome por completo, si no vuelvo a sentirme viva creo que voy a explotar, me dije tomando mi cabeza con ambas manos, intentando de algún modo sacudir y acomodar mis ideas.
_Elizabeth espero tener lista esa columna a las doce en mi escritorio… sin falta! me decía casi gritando Tomas, el editor, era un hombre muy humilde pero exigente, que muchas veces pensé que me odiaba, por su forma de tratarme, pero luego de tanto tiempo trabajando juntos comprendí que era su forma para sacar lo mejor de mí.
Últimamente me resultaba muy complicado escribir, mi cabeza estaba llena de antiguos recuerdos que creí que había dejado en el pasado, y no sé por qué razón regresaban a mi vida. Me habían designado un nuevo puesto de trabajo, la verdad viéndolo ahora hubiera preferido no haber sido ascendida. Esto me resultaba estresante principalmente porque tenía que escribir mi opinión, hace años que no la expongo, la he guardado en un cajón junto a un montón de cosas más.
Me sentía perdida en mi nueva oficina, extrañaba mi antigua gaveta, donde me encerraba en un mundo donde nadie más podía entrar. Hace tiempo que no hablo con Anghelo, pobre… debe estar enojadísimo conmigo; se casó y jamás fui a la ceremonia, voy a ser tía y ni siquiera he preguntado por mi sobrino. Si alguien me preguntase porque…Terror, es la palabra justa para lo que ciento, terror de saber que hay un mundo allá afuera, que ese mundo fue mío alguna vez y hoy no hay nada en mi vida que me haga participe.
Sé que cada etapa de la vida tiene sus retos, he logrado sobrellevar la mayoría de ellos, pero otros solo les di la espalda y hui. Soldado que huye sirve para otra guerra, es lo siempre dicen pues, ¡Mentira! soldado que huye es un cobarde, sea soy YO.
_ey! Se puede saber que estás haciendo. Sonaba la voz de Anabella que entraba a mi oficina.
_nada… estoy nula. Coloqué mis manos detrás de la nuca y me hamaqué en la silla.
_que sucede? Me dijo mientras se servía una taza de café. _¿quieres? Me señalo con la cafetera en mano
_bueno, pero sin azúcar.
_sin azúcar! Vaya… que es malo. Exclamo.
_que cosa? Le pregunte mientras se acercaba a mí para entregarme la taza con café.
_solo tomas así el café cuando estas realmente deprimida. ¿Qué te sucede? Me pregunto sentándose frente a mí del otro lado del escritorio.
_tengo que llamar a casa. Y no encuentro el valor para hacerlo, no sé qué decir. Sacudí mi cabello fuertemente con ambas manos
_fácil. Comienza con ¡hola! lo demás surgirá solo.
_uf! ¡qué fácil! Gruñí. La última vez que llame fue para navidad y estamos en septiembre como para decirle a mi hermano un simple ¡hola!
_oh! si recuerdo… es obvio que él sabe a qué le temes. ¡Llama! ¡Dame la razón una vez en tu vida… por dios!! Dijo Anabella suplicando a los cielos
La mire de reojo mientras tomaba de a sorbos mi café, tome el teléfono y comencé a marcar, llamo una vez, dos veces _no atiende nadie llamare más tarde, sí. Colgué el teléfono.
_eres tan predecible, amiga. Murmuro _ Tu hermano ya sabe que esperar de ti, sabe que no iras y sabe que lo quieres, pero lo más importante, es que sabe los por qué.
_oh! Eres de mucha ayuda. Le dije sin despegar mi mirada del teléfono
_dime cómo puedo ayudarte y lo hare… pero, hazte un favor! ¡Llámalo de una buena vez!
_tengo que terminar tantas cosas. Puse otra excusa.
_si lo sé. Pero un llamado solo dura quince minutos como máximo. Tomo el tubo y me lo alcanzo _hazlo, ¡vamos! Comienza con un ¡hola!
Recibí el teléfono y comencé a discar otra vez, llamo dos veces y escuche una vos gruesa decirme hola.
_hola. ¡Hola! ¿Quién habla? escuche del otro lado de la línea, un sonido a millones de kilómetros de distancia logro que mis vos titubeara para contestar.
_vamos contesta Liz… me dijo Anabella golpeando suavemente el escritorio.
_soy… Fue lo único que pude decir titubeando.
_ Lizzy… se mantuvo un corto silencio, inquietante, necesitaba conseguir el valor para lograr hilvanar una oración simple sencilla concreta.
_pensé que no estabas es la segunda vez que llamo. Logre escupir la frase de mi boca. Al terminar de decirla respire profundo.
_eras tú hace un momento? Disculpa de haber sabido…
_si… colgué demasiado rápido. Le interrumpí
_no, no hay problema. Guardo un poco de silencio _dime, ¿todo bien?
_si, solo llamaba para saber cómo va el embarazo de Laura. Espero que bien
_si, gracias a Dios todo marcha perfectamente. Liz…? Me pregunto.
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Editado: 11.06.2020