La daga y la rosa

Nuevo Despertar

¡Oh por mi madre! Me duele todo, abrí los ojos lentamente, la luz del sol me molesta, es realmente horrible, mi cabeza da vueltas y mi cuerpo parece adolorido como si me hubieran golpeado. Me levanté, todo parece igual, mis cosas, mi ropa, mis muebles pero aun así parece que algo falta, ya no hay una chispa de alegría en el ambiente esa característica felicidad que inundaba el castillo.

Lo último que recuerdo es como me acercaba a esa habitación en penumbras, no había nada más que unas cuantas velas y en el centro una rosa roja... No se si haya rosas de otro color pero era una rosa roja, estaba en un florero con un poco de agua; quien la hubiera dejado ahí sabía que las rosas rojas son mi debilidad, unas flores preciosas pero llenas de espinas que las hacen tan delicadas pero tan salvajes a la vez.

Paso mi mano por mi largo cabello negro, se ve igual que siempre tan negro como la noche y ondulado aunque algo enredado. Me acerco a la orilla de la cama, el piso está lleno de polvo ¿Nadie ha hecho la limpieza? Es demasiado raro mi habitación siempre está limpia porque saben que no soporto el polvo, quizás lo hayan olvidado por hoy o por unos días, no eso es imposible yo ayer lo vi limpio.

Al intentar ponerme en pie, siento muy poca fuerza en mis piernas como si no pudieran sostenerme y caí al suelo; con un suspiro de frustración cerré mis ojos y apoyé mis manos debajo de mi para impulsarme hacia arriba hasta que....

—Déjame ayudarte —dice una voz grave pero dulce, abrí los ojos alarmada y vi a un chico de cabello rubio, ojos cafés y la piel bronceada, no se quien es nunca lo he visto en mi vida.

El chico se acercó a mí y me tomó de la cintura para dejarme otra vez en la cama, desde el primer contacto con su piel me tense; no me gusta que me toquen y mucho menos un desconocido que no he visto en toda mi vida.

—¿Quién eres tú? ¿Quién te dejó entrar? —pregunté con enojo y algo de miedo, si ese sujeto había logrado entrar quien sabe quien más lo haría.— Responde.

—Me llamo Maxwell —contestó ignorando mi segunda pregunta.

—¿Qué haces en mi habitación? —pregunté de nuevo alejándome lo más que me permitiera mi cama.

—Venía a ver como estabas, tal vez durante un rato y luego irme —responde Maxwell con simpleza.

—¿Sí sabes que no puedes entrar a la habitación de una chica, sobre todo si es una princesa, sin su permiso?

Él me mira confundido, parecía no darse cuenta de que estaba en la habitación de la princesa de Fretelia, la princesa más importante de los 4 reinos del Este.

—¿Cómo se supone que ibas a darme permiso de entrar si estabas dormida? —cuestionó confundido.

—Pudiste despertarme —dije cruzándome de brazos.

—Eso era imposible —al decir esto lo miré.

—¿A qué te refieres?

Maxwell parece entender y suspiro— ¿No sabes lo que ha pasado?

Negué con miedo a lo que me va a decir.

—Marenna, llevas 100 años dormida.

Lo miré con dolor, mi cabeza va a mil por hora, eso no es posible... Yo ayer estaba bien, vi a mis padres estoy segura de que estuve con ellos durante el día, también asistí a las reuniones junto a mi padre y mi madre. Si eso fuera verdad eso quiere decir que..... Negué eso no puede ser cierto, las lágrimas salen de mis ojos y cubro mi cara con mis manos.

—¡No, no, no eso no es verdad! —exclamé con dolor sin verlo.

—Hey, Marenna.... tranquila....

—¡No! Me estás mintiendo, es una broma muy cruel —dije llorando.

Él se queda callado, no es cierto si eso fuera verdad yo sería vieja o habría muerto, pero todo sigue igual mi cuerpo, mi cabello, mi cara todo eso es normal. Alcé mi cara para verlo, me ve con pena o lastima, tal vez ambas.

—¿Cómo puedes decir eso? Dime que es una mentira —reclamé aun llorando.

Maxwell suelta un suspiro y negó—no es una mentira, hace ya 100 años que te dormiste, lamento lo de tus padres.

—Pero tú no tienes esa edad o ¿sí? —pregunté y él negó de nuevo— ¿Cuántos años tienes?

—Tengo 20 años.

Traté de respirar y calmar mi respiración un poco, eso quiere decir que ahora tengo 118 años, vaya nunca creí que llegaría a esta edad. Observé mi mano pálida, se ve igual que siempre, sin darme cuenta volví a negar; no puedo aceptar tal tontería de verdad es imposible.

—¿Cómo quieres que te crea eso? Bien podrías ser un loco que logró entrar hasta mi habitación —comenté viendo con enojo a Maxwell.

—Entonces compruébalo, sal al pasillo y observa por ti misma —responde cruzando sus brazos sobre su pecho.

Me levanté rápido, con cuidado para evitar caerme como hace rato, dí unos pasos vacilantes pero al ver que no me caí como la primera vez que me levanté comencé a caminar más rápido directo a la puerta de mi habitación. Al llegar tomé el pomo de la puerta y la abrí de un tirón; todo afuera estaba lleno de polvo y no había rastro de nadie más que unas huellas que supongo que serán las de Maxwell.

A unos pasos de mi habitación hay una ventana, me acerqué y miré, se ve mi reino o lo que era, ya no queda nada más que muchas plantas y ruinas de lo que alguna vez fue todo parece un reino fantasma. No entiendo qué pasó, ¿Dónde están todos? ¿Qué pasó con todos los que vivían aquí? Mi cabeza da vueltas, no pudieron irse... Nuestro reino, mi reino era muy importante, era el principal en los 4 reinos del Este, todos alrededor querían ser nuestros aliados pero ahora no hay nada... nada.

Caí al suelo con las manos en la cabeza llorando desconsolada sin querer ver nada más; no, ellos no abandonaron este reino, no nos abandonaron jamás me abandonaron aquí.... Es horrible, no lo hicieron, no pudieron, de repente todo se volvió negro y solo oí un grito...

 



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En el texto hay: magia, pelea de reinos, amor amistad

Editado: 14.08.2021

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