La daga y la rosa

100 años después...

Sentí como alguien me levanta en brazos, todo a mi alrededor es oscuridad, una oscuridad que se apodera de mí y que no me deja pensar con claridad. Los brazos debajo de mi son fuertes pero delicados al momento de llevarme, creo que es Maxwell aunque no entiendo porque lo haría, no lo conozco y no hay nadie que me conozca en este castillo abandonado.

Mi cama me acuna y yo me acurruque sin querer abrir los ojos, no se que sucede y siendo sincera no quiero saber, entiendo que necesito saberlo, saber que paso con mis padres, con mis amigos, con mis sirvientes y con mis súbditos. Quiero saber que paso con mi gente, con mi pueblo; escucho a mi lado un suspiro, Maxwell me acaricia la mejilla con cuidado.

—Hay Marenna, vienen tiempos difíciles para ti —susurra aunque su voz se escucha a lo lejos, siento su peso en la cama.

Se queda callado, su mano es suave a pesar de verse muy grande y tosca, tiene algunos cortes ya cicatrizados no son molestos al contacto con mi piel. Separa su mano y su respiración es lo único que escucho.

Me empecé a remover, trato de abrir los ojos aunque al inicio me cuesta mucho lo consigo, me encontré con los ojos color avellana de Maxwell, no sé en qué momento se acercó tanto a mi, estando tan cerca noto unos pequeños hoyuelos que se forman junto a sus labios cada vez que sonríe, está sonriendo no entiendo porque.

—¿Por qué sonríes? —le pregunté con la voz ronca.

Él  ríe con tranquilidad— Te desmayaste y lo primero que preguntas es ¿Por qué me rió? Si que eres rara.

—No lo soy, es que verte sonreír me sorprende todo esto no es para sonreír como si nada pasara —contesté alzando una ceja.

—Bueno en cierto sentido tienes razón, pero no quería abrumarte de información por eso decidí sonreírte —dijo jugando con sus manos.

Noto como evita mi mirada, suelto un suspiro de cansancio y trato de sentarme.

—Eres muy amable —sonreí agradecida— ahora si me puedes decir todo.... todo lo que necesite saber.

Maxwell asiente y por fin me mira.

—Bueno, después de que te dormiste la gente creyó que había llegado el final del mundo; para ellos fue demasiado traumático saber que tú estabas dormida casi muerta. La gente perdió la esperanza y sucumbió a su lado más salvaje, hubo gente que incito a la guerra pero tus padres y amigos trataron de evitarlo. Era comprensible la princesa de Fretelia se hallaba postrada en una cama sin poder despertar durante 100 años —comenzó su relato pero su sonrisa desapareció— Elraklion, el reino del norte se alzó contra los 4 reinos del Este, Fretelia no estaba en condiciones de soportar algo así. Arlenian, Derphitan y Lurnaiste apenas lograron mantenerse en pie con la primera batalla.

Mi cabeza da vueltas, todo eso había pasado y no había podido luchar junto a mi pueblo. Trate de mantenerme firme y escucharlo.

—El rey de Elraklion ordenó que se matará a todo aquel ser humano que se negará a ser esclavo, él pensó que tú habías muerto y que eso de que dormías en el castillo era una farsa; sin ti ya no quería nada de este reino así que los dejó morir de hambre sin saber que en realidad ellos estaban buscando pelear en tu honor... La pelea fue dura y tu pueblo estaba débil no solo físicamente, sino también emocionalmente por tu perdida. Al final tu pueblo huyó para buscar refugio, te dejaron aquí porque pensaron que te pondrían en peligro si ese rey se enteraba que algún día volverías; solo existe un reino que sigue libre, el mió. Mi abuelo logró resistir y poner resistencia al ataque, Derphitan es el único reino que no está bajo control de Elraklion, en esta época los descendientes del rey no han intentado nada en contra de nosotros.

Siento las lágrimas antes de ser consciente de que estoy llorando, no podía creer que todo eso hubiera sucedido durante mi sueño de 100 años. Maxwell me mira con dolor supongo que no sabe si debe continuar.

—¿Mis padres? —logré decir aun llorando.

—Lucharon al lado de los demás reyes, pusieron a todos los herederos juntos en este castillo y se fueron a luchar. Nadie pensó en buscar a los hijos aquí, según sé tú padre luchó a muerte con un comandante contrario apenas logró salir con vida para decirle algo de despedida a tu madre; tu madre luchó junto a sus guerreros nunca supe si murió —me respondió con tristeza— Aún hoy en día pensamos en hacer que los demás reinos logren libertad. Porque los 4 reinos del Este no eran los únicos que fueron invadidos, hay muchos.

—¿Por qué nadie me busco? —pregunté mirando el suelo.

—Nadie se atrevía a venir, no estaban vigilados pero temían que si venían le enseñaran la verdad al rey y te llevaran lejos así que nadie nunca vino, excepto por una persona.... Mi abuelo, el antiguo rey Erick....

Al escuchar ese nombre lo miré directo a los ojos, ahora entiendo todo esos ojos ya los había visto antes hace 100 años en el príncipe Erick, mi prometido. Maxwell parece darse cuenta y guarda silencio.

—Eso quiere decir que se casó.... —susurré más para mí que para él.

Él asiente y me mira— Con el pasar de los años todos pensaron que tu existencia era una leyenda y que nunca habías existido, cuando mi abuelo ya no podía venir mandó a su primer hijo, Erick II, él vino hasta hace un par de años entonces decidieron que me tocaría a mí venir. No contaron el tiempo y no saben que estás despierta.

Asentí, Erick se casó, jamás pensé que eso fuera posible, bueno si, se iba a casar conmigo, era mi prometido. Joder maldita sea, maldito sueño de 100 años. Nunca debió de haber sucedido, Maxwell debería ser mi nieto, yo debí haberme casado con Erick, debí haber sido reina y ayudar a mi pueblo.

Las lágrimas se juntan en mis ojos y comienzan a salir de ellos con rapidez, no puedo pensar, ni siquiera tuve oportunidad de hacer algo con mi vida, un sentimiento invade mi cuerpo, el enojo.... Estoy furiosa con mis padres por no decirme del hechizo, con el hechicero o hechicera que me hizo esto, los odio con todo mi corazón.



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En el texto hay: magia, pelea de reinos, amor amistad

Editado: 14.08.2021

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