Camila
Déjame pensarlo, ¿sí?
Suena penoso y tiene doble sentido.
Déjame pensarlo.
Suena más demandante y con doble sentido. No me habría servido.
Déjame.
Rudo y concreto. ¡Ash! Como si yo fuera capaz de decirle eso a Alma después de que usara su tierna mirada en mi contra.
¿Cómo le aclaro a Alma que después de tener varios debates e imaginar escenarios en mi cabeza, no puedo ni quiero ser su dama de honor? ¿No existe un libro para eso?
Sería algo como La filosofía del amor para tontos. Pero no lo compraría para leerlo yo, se lo daría a Alma para que tocara el piso y entendiera que no es personal, es filosofía y leyes de la vida básica. ¿Cuándo se ha visto que la ex pueda llegar a la boda y todo salga bien? La única que saldría ganando es la novia porque en ese altar está dejándole en claro a la ex que perdió y que su hombre ha sido tomado y duele verlo desde una banca. Yo estaré a la derecha de Alma y prácticamente mirando a Armando a los ojos mientras le pone el anillo a ella.
No es por competir, pero yo me esforcé por años para ver ese anillo en mi dedo y mi esfuerzo solo fue recompensado con una cena que pagué yo en un auto rápido y que disfrutamos en un muelle; fue romántico, pero Armando jamás se esforzó en nada en nuestra relación y Alma lo ganó, Alma se llevó a mi chico.
Espera, ¿mi chico?
Estoy mal. Estoy faltando a todo el código de la amistad. No puedo sentir envidia de mi mejor amiga ni desear a su prometido.
He vuelto todo esto en una conversación interna en la cabeza de una ex novia loca y despechada. El tema no es «me esforcé para tener Armando y Alma me lo ganó» el tema es «Una ex no debería ser invitada al matrimonio de su ex con otra.»
Además, no tengo dinero para pagar a decoradores, y esas cosas extrañas que se contratan en bodas. Solo tengo lo necesario para existir y casualmente debo reunirme con mi representante de la editorial para discutir mis pequeñas comisiones. He estado tanto tiempo tirada en el piso de mi sala, mirando el canal de romance y pensando en cómo mi vida romántica es casi nula y hace mucho que no tengo algo a lo que aferrarme que me he olvidado de desayunar y darme una ducha.
Para cuando me voy a inmutar, ya es muy tarde y han tocado mi timbre. Me levanto y abro la puerta sin ninguna vergüenza ya que después de Alma, mi representante, Jo, es mi amiga más cercana. Como siempre, se carga su saco negro tallado a la medida, su camisa blanca y su pantalón del mismo color del saco y sus icónicos lentes rojos. Me hace recordar a Mega (personaje principal de una de mis mini historias) pero claro, Mega es inspirada en Jo.
—¿Por qué llorabas? —pregunta apenas puede darme un vistazo.
Negué con la cabeza y bufé.
—¿Quién lloraba? Yo no
Jo enarca una ceja y se hace espacio para colar su mano y tomarme por la barbilla para mirarme mejor.
—Las pequeñas manchitas en tu rostro solo se marcan de esta manera cuando lloras. Vas a seguir cobrando, no te preocupes que malas noticias no te traigo. No debías llorar por eso.
Sonrió desganada. Y doy la vuelta para caminar hasta la nevera y sacar dos latas de soda para nuestra reunión de negocios.
—Alma se va a casar —suelto sin mínimo cuidado, estoy de espaldas y no puedo siquiera saber siquiera saber si me escucho, pero debo decirlo para empezar asimilarlo —, y me pidió que fuera su dama de honor. Todo a las tres de la mañana.
Cierro la nevera, tomo las dos latas y levanto la mirada ante una tétrica e inmovible Jo. Sí me escuchó, pero no comprende el por qué. Le extiendo la lata, ella la toma con rapidez y con la misma velocidad la abre y bebe como si fuera algún shot. La imito cuando tomo asiento en mi pequeña mesa.
—Alma es tu amiga que se coge a tu ex. Ahora la perra se va a casar con él y tuvo el descaro de pedirte que seas su dama de honor. ¿Acaso quiere que yo le dé los golpes que tú quieres, pero no tienes los ovarios necesarios? —pregunta, con sus ojos muy abiertos; parece una loca.
Es difícil de admitir que la manera de expresarse de Jo es exactamente como me siento en estos momentos, pero con palabras más bonitas y dignas de Alma. Yo jamás utilizaría la palabra perra para referirme a ella, primero me corto un dedo. Pero Jo tiene razón esta vez, muy en el fondo tengo las mismas conclusiones.
Pero no le voy a decir: concuerdo contigo, destronemos a la..., me estoy emocionando mucho con esto. Prefiero decirle:
—No te refieras así de Alma, es mi mejor amiga que se va a casar con mi ex que ya superé —miento, aunque había pasado años creyendo que Armando fue un libro que terminé y almacené. Ahora parece que ni siquiera lo terminé ni mucho menos almacené, estaba solo cogiendo polvo en los estantes de mi cabeza.
Jo lo sabe y hace una mueca.
—Ese ex no es solamente un diablo que te botó cuando tuvo tiempo. Tú le diste todo a ese bastardo que te reemplazó en seis meses... ¡con tu mejor amiga! —vuelve a beber de la lata, el trago es más largo. ¿Debería recordarle que la soda no emborracha? —Camila, tú le entregaste a Armando lo mejor de ti y el bastardo es tan miserable que ni una cena te pudo invitar. Pero okay, el dinero no lo es todo. Pero no fue solo dinero lo que invertiste en él y lo sabes. No me hagas recordártelo.
Ni yo quiero que lo hagas, Jo. Sería la gota que derrama el vaso. Es suficiente con que ahora yo lo recuerde y sepa que lo mejor de mí, lleva su nombre. Duele entregarle lo mejor a una persona que le entrega su mejor versión a otra y es peor cuando con otra se refiere a mi mejor amiga.
—Mejor nos concentramos en nuestros negocios —doy por terminado el tema de la boda ahí. — Le dije a Alma que lo pensaría, ya pensé, solo debo buscar las palabras para decirle busque a otra persona.
Jo me mira como si hacer eso fuera lo más sencillo del mundo.