Quitándo la máscara
Jo había llegado hace dos horas para comenzar a alistarnos para la fiesta de DERECHA, al principio no estaba muy convencida de querer asistir, pero cuando me di cuenta ya se lo estaba prometiendo a Oliver. No sé porqué lo hice, simplemente mi corazón latió con rapidez y dije lo primero que se me vino a la mente sin cuestionar las ataduras. La idea de encontrar a Oliver en la mascarada me causaba estragos en el estómago. ¿Podría reconocerlo con una máscara? ¿Tanta memoria había en mí sobre su cuerpo y facciones?
Si hacía memoria no encontraba nada. Cada memoria más borrosa del entorno, como si nuestros encuentros solo fueran por llamada porque lo único claro eran sus palabras, tonos y la abrumadora sensación de estar ahogándome. Ahora que lo pienso, hemos pasado mucho tiempo juntos y nuestros últimos encuentros más cercanos que lo convencional.
—Usaremos los mismos vestidos de la primera vez —dictaminó Jo—. Eso será muy poético.
—Está bien.
—¿Crees que volverás a caer?
La miré, confundida.
—¿Volver a caer? No recuerdo haberlo hecho la primera vez —respondí, distraída y al segundo lo pensé mejor—. ¡Oh!
Jo asintió, esbozando también una sonrisa maliciosa.
—¡Sí, oh! ¿Volverás a caer por tu enmascarado? ¿Noche de rápidos parte 2?
Wilhelm Vanters… hace mucho no pensaba en él. Más allá que perdí unos pendientes muy valiosos, también hubo mucho para recordar. Puedo jurar que cuando cerré los ojos en ese momento pude revivir la cúspide de ese momento y mi boca quedó seca, ansiosa de volver a ser correspondida. ¿Estará de nuevo ahí? ¿Quiero que esté ahí? Ciertamente no me gustaría que Oliver y Wilhelm cruzaran su camino, aunque ambos marcaron el inicio de la nueva etapa de mi vida, pero en diferentes tiempos y experiencias.
—Habrá muchas personas —me limité a responder—. Además, que su físico pudo haber cambiado.
—¿Y?
—No buscas a tu ligue de una noche, Jo. Debes saberlo mejor que nadie.
En estos últimos días, la tranquilidad ha abandonado a Jo.
—No debí acostarme con mi ex —respondió—. Pero ese imbécil jugó bien sus cartas, sabía donde jalar para hacerme caer directito a sus brazos.
—¿Y está bien que vayas a la mascarada hoy? ¿No dijiste que la fiesta era su entorno y que tenía mucha influencia ahí?
Jo se congeló por un momento, pero negó repetidas veces con la cabeza.
—Charlie no es de ese estilo de fiesta poco alocada. Lo suyo es perdición, lujuria, salvajadas, apuestas, y música que acompañe todo lo anterior. Jamás se aparecería por DERECHA. Es muy… demasiado tranquilo para él si de por si para mí fue una experiencia liviana.
—A mí me convenciste —alegué—. ¿Tú también?
Jo chasqueó la lengua y rodó los ojos, había vuelto a su actitud principal. Simplemente se encogió de hombros y siguió preparándose.
—No me voy a prestar para sus juegos mentales. Ahora soy una adulta, no me voy a permitir enloquecerme. Hablábamos de ti, Cam, de tu ligue de una noche…
—Wilhelm Vanters —terminé su frase—. Te conté que hoy pretendo encontrarme con…
—El mejor amigo de Armando por el cual has desarrollado una rara relación. Realmente, no veo el atractivo de sentarte a esperarlo como Camila en una fiesta donde el tema principal es esconder la verdad. La etiqueta dirá Annelise de Vara.
Había resentimiento en su tono de voz cada que se refería al tema de Oliver. Sabía que existía una espina enterrándose en sus pensamientos, no sabía lo que era ni un asomo de idea. Desde mi perspectiva no hacía nada malo y aun así me causaba temor escuchar la verdad que Jo profesaba.
—Él realmente me gusta, Jo. Veo una oportunidad que hace mucho no sentía, ¿podrías apoyarme, aunque sea de mentira?
—Claro que te apoyo, Cam —Dejó el vestido a un lado por volverse completamente. Su mirada se curvó y sus labios esbozaron una fina sonrisa—. Aquí nos apoyamos hasta en las peores decisiones. vamos, sigamos preparándonos.
Seguimos preparándonos y hablando de otros temas menos relevantes que nuestras situaciones sentimentales. Una vez más, me encontraba enfundada en aquel enterizo negro y sosteniendo la misma mascara que me dio la confianza para satisfacer un ligero deseo. Mi maquillaje de tonos más oscuros que la primera vez, no veía en el espejo a la misma persona de aquella noche; seguía debatiendo si era malo o bueno.
Sin darle mucha importancia a mi interior, estaba muy conforme con lo que proyectaba el espejo. Ciertamente, estaba más guapa ahora que antes, había un brillo especial en mis ojos y en el rubor de mis mejillas. Me uní a Jo y nos fuimos al hotel. Durante el viaje revisé mi teléfono por alguna señal de vida de Oliver, pero no había ni la sospecha de su presencia. Eso me hizo sentir ansiosa.
Sin embargo, llegaría pronto. Para ser exacta, justo antes que entregara mi invitación. La encargada sostenía una esquina cuando la removí por una gran vibración proveniente del bolsillo del enterizo.
—¿Qué pasa, Cam? —Jo se encontraba ya del otro lado.