La Dama De Negro

CAPÍTULO 2

Después de todo lo ocurrido seguí recorriendo el sitio por un largo rato.

Encontré un tronco y me senté en ella, estaba exhausta también tenía mucho sueño.

Estaba sentada pensando en lo que iba hacer, y decidí que iba a esperar a que amaneciera para continuar buscando al día siguiente una salida.

Observé una silueta a lo lejos, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, aunque no le di tanta importancia, porque pensé que mi mente estaba jugando conmigo otra vez.

Pero al ver como la silueta se iba acercando más y más hacia mí se me heló la sangre.

Me quería levantar para correr pero parecía que me había paralizado.

Después de algunos segundo la silueta desapareció por la cual me sentí un poco más aliviada.

– Muchacha ¿Qué haces sola en medio de la nada en la noche?, – dijo una mujer (por su voz supe que era una mujer), di un suspiró, no sabía que responder a su pregunta.

Lloré de felicidad. Tenía la esperanza de salí sana y salva de esté bosque.

– Tranquila muchacha todo estará bien, – dijo la mujer tomando me de la mano, sentí un escalofrío cuando me tomó de la mano la tenía muy fría, parecía la de un muerto, pero a la cual tampoco le di tanta importancia, ya que todo era producto de mi imaginación.

– Gracias, – respondí en voz bajita.

Aquella mujer estaba vestida de negro, era muy bonita y joven, aunque su presencia me helaba la sangre pero no me importó.

La mujer me miró con una sonrisa, – Y dime, – hizo una pausa, – ¿Cómo acabaste en este bosque?, preguntó finalmente,  – No lo sé, respondí confusa.

– No recuerdo del todo, aunque lo único que recuerdo fue que desperté cerca de un río después de eso no recuerdo nada, – terminé diciendo algo pensativa.

Al parecer tenía la mente en blanco simplemente no podía recordar nada.

Rompí en llanto.

– Shhhhhh, ya tranquila, – dijo la mujer, dando me unas palmadas por mi espalda. Al sentir nuevamente su mano por mi espalda se me erizo la piel, confirmando que su mano estaba super fría.

Y sin mentir si parecía la de un muerto.

Sentí mucho miedo.

– Ven conmigo, – Exclamó la mujer, me quede pensando por unos segundos, – ¿A dónde?,  pregunté asustada.

Ella sonrió.

– A mi cabaña, – dijo.

Sin pensarlo mucho acepté moviendo la cabeza.




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