No tenía apetito, sinceramente no.
Estaba con mi mamá en una cafetería, que quedaba a unas siete casa de la nuestra. Hemos venido para desayunar. Mi papá había ido quién sabe donde. Dijo que no lo esperamos para el almuerzo, que volvería para la cena.
Pues entonces mi mamá quiso venir acá para desayunar, y pues no quería negarme así que aquí estoy sentada en una especie de butaca con una mesa redonda de madera.
— Oh, por dios, esto está delicioso. — Soltó mi madre saboreando su desayuno.
— Deberías probarlo, cariño. — dijo refiriendo a lo que estaba comiendo.
Negué con la cabeza.
— Ay, vamos Elena, pruébalo. — volvió a insistir.
— No, mamá. — dije sin ganas.
— ¿Quieres hablar de lo que pasó ayer entonces?, — preguntó.
Abrí mis ojos como platos. Negué rotundamente. Claro que no quería hablar de nada de lo que sucedió ayer.
— Bien, entonces come tus panqueque.
La miré a ella y luego al panqueque. Repetí lo mismo varias veces.
No tenía opciones así que me comí el panqueque.
Y mmmmmm estaba delicioso.
O sea tenía una textura exquisita.
— Esto es delicioso, — afirmé saboreando mis delicioso panqueque.
— Lo ves, — asintió mi mamá felizmente.
Mientras mi madre comía su desayuno, me puse a pensar.
Ya casi son una semana que estamos en está aldea.
Si estuviésemos en la cuidad sería algo, o sea es así como me imagino que sería;
Estaría en un penthouse de cinco estrellas, ahora mismo estaría tomándome sol cerca de la piscina, luego nadaria y tomaría unos cócteles de fresas o naranjas. Estaría posteando cada detalle en mis redes sociales y haría vídeo llamadas con mis amigas, y de les diría lo asombro que la estoy pasando. Conocería a muchos chicos y chicas guapo/as y de altos estándares al igual que yo. Iría en una fiesta privada que es organizado por algunos amigos que acabo de conocer. Me iría a caminar, hacer compras, ir en restaurantes con cinco estrellas. Y muchas otras cosas más. Uy casi me olvidó de la playa. Estaría en una de las playas nadando y tomando unas malteadas de tutifrutti.
En palabras simples mis vacaciones iban hacer perfectas.
Pero en cambio acá estoy sentada en una cafetería que juraría que no volvería a pisar nunca.
Soy el claro ejemplo de la vida a veces no es como queremos, y tenemos aceptar y adaptarnos a algo diferente a lo habitual.
Estaba tomando mi juguito en sorbitos, y de repente mi mamá dijo Geovani.
— Oh, mira Geovani.
Pensé que estaba bromeando, para confirmar levanté la mirada, dando otro sorbo al jugó y casi me ahogo, empecé a toser descontroladamente, llamando la atención de Geovani.
No sólo de él, sino de todos los presentes.
Dios mío, creí que iba a morir.
Mi mamá me dió palmadas en la espalda. Después unos segundos se me pasó, por suerte.
Mi mamá se tranquilizó, y todos los que me estaban mirando volvieron a lo suyo como si no hubiera pasado nada.
— ¿Estás bien?, — preguntó Geovani, no dije nada solo ascendí moviendo la cabeza.
— Y hola señora Griffin, — saludó a mi madre con una sonrisa.
— Hola Geovani, — ella le devolvió el saludo con una sonrisa de boca cerrada.
— ¿Me puedo sentar?, — preguntó él sentandose en unas de las butacas.
Pero que idiota, para qué carajo pregunta si antes de que se le haya respondido a la pregunta él ya se sentó.
— Pues claro, — le dijo mi madre, y antes eso rodé los ojos.
— Y bien, creó que ya se han conocido, — comentó mi mamá.
— Sí, de hecho mi papá me había dicho para que vaya a buscarla, cuando no apareció en ninguna parte, — dijo él tranquilamente llevando su desayuno en la boca.
Mi mamá no respondió nada, solamente se levantó y tomó su cartera.
Esperó que no haga lo que estoy pensando.
— Entonces tú Geovani le enseñarás a Elena toda la aldea, ya que fuiste el primero al que conoció desdé que decidió salir de la casa y perderse en el bosque. — dijo mi madre mirándolo fijamente con una sonrisa.
Oh, por dios.
Es lo que no quería. Es por todo lo que había pasado ayer, o sea, no sé pero no puedo. Se que parezco muy dramática pero es que.
Ay no lo sé.
Él es guapo y todo pero es muy irritante.
— Con mucho gusto, — él afirmó alegremente.
— Entonces os dejó, cuídense. Te quiero Elena, y Geovani llévala para la cena, — fue lo último que dijo mi mamá antes de irse.
Él estaba desayunando tranquilamente, y debes en cuando me hecha algunas miraditas y luego vuelve a concentrarse en su desayuno, no que es lo que estaba comiendo por eso no lo digo.
Yo lo único que quería es irme a la casa y encerrarme en mi cueva y leer unos libros.
— ¿A dónde quieres irte?, — su pregunta hizo que lo mirará y dejará de pensar en lo que estaba pensando.
— No lo sé, dímelo tú. — solté de mala gana.
Él soltó una risita.
— No lo sé, — dijo pensativo.
Yo tampoco idiota.
Sonreí ante el comentario de mi cerebro.
Él me miró extrañado pero no dijo nada.
— Creo que tú estás molesta conmigo por lo de ayer, — dijo de repente.
No se porque, pero me molestó.
— ¿Yo molesta?, ¿Contigo?, ¿Qué eres?, Un adivinó?!, — solté a la defensiva.
Él me miró sorprendido.
— Pero tranquila, yo no.....— la interrumpí antes que pudiera continuar hablando.
— Puedo estar molesta por diferentes motivos sabés, no intentes hacerte el adivinó. Yo nunca pedí pasar en está aldea maldita. — espete molesta.
Lo había dicho sin pensar. Parecíamos dos parejas que se estaban discutiendo por alguna tontería.
Y cuando estaba por volver a decir algo el habló primero.
— No tienes ningún derecho de decir lo que acabas de decir. No te creas que por ser de una familia adinerada puedas pisotear a otro. Déjame decirte que como persona no eres nada. — expresó molestó.