✓Giovanni
Sentí mi pecho, oprimirse como si algo malo estuviese pasando, intenté dormir, pero no podía conciliar el sueño, me movía de un lado para el otro, inquieto.
Por último, miré el techo pensativo. Y de un momento a otro estaba preguntándome si ella estará bien.
Me levanté de golpe de la cama, me puse una chaqueta y salí sigilosamente de la casa, no quería que mis padres se despertarán y me interrogará.
Fui rumbo a su casa, pero no había nadie, era sumamente raro que sus padres hayan desaparecido y dejarán completamente desolada a su hija.
Supuse que había vuelto a la biblioteca.
Al llegar a la biblioteca, encontré la puerta abierta. Entre sigilosamente y pude notar que una de las ventanas estaba abierta, fui a cerrarla, pero no había rastro de ella, pero de que estuvo aquí estuvo.
Al salir de la biblioteca miré a mi alrededor tratando de descifrar a donde iría. Mire el cielo, estaba nublado, la luna y las estrellas no se podían observar.
Estamos en pleno verano y es raro que quiera llover en esta época del año, ya que es muy escasa. Según la tradición y costumbre significativa que algo malo está por pasar, que se está aproximando un mal o se desata algo maligno.
Caminé sin rumbo fijo en busca de ella. No sé por cuantos tiempos lo hice hasta que estaba por rendirme y volver a casa, pero en vez de hacer eso fui en busca de la vidente.
No tarde mucho tiempo en llegar, su casa era la que más alejado estaba de la aldea. Toque una cuantas veces la puerta, pero no recibí ninguna respuesta.
Es media noche quién andaría despierto a estas horas.
Es lógico. Solo yo.
Cuando estaba por irme, la puerta se abrió. La vidente me miró con extrañeza, pero no dijo nada, me invito a pasar.
—No quería molestarla. —fue lo primero que dije
—Ya lo hiciste, —dijo sin mucha importancia.
—Yo… lo siento, —expresé algo avergonzado.
—¿Qué buscas? ¿No deberías estar durmiendo?, —interrogó ignorando mi disculpa.
—Bien iré al grano. —ella me miró con interés.
—De acuerdo, toma asiento y ponte cómodo. Mientras prepararé un poco de té.
—dijo mientras se iba a la cocina. No me senté, la seguí algo incómodo hasta la cocina. La observé mientras preparaba el té.
—¿Quieres té?, —preguntó levantando una ceja. —No gracias. —dije mientras volvíamos a la sala principal. —Entonces… —dijo esperando a que le cuente a lo que venía.
—Es Elena, —dije preocupado. Ella me mira con atención y esperando a que continué.
—No sé por qué tuve la sensación de que algo la estaba pasando, fui en busca de ella, pero no la encontré. —suspiro e hice una pausa antes de continuar.
—Quiero que me ayudes a buscarla. —culmine diciendo.
Ella me mira incrédula.
—Lo haremos mañana, —dice, tomando un sorbo de su té.
—Por favor, puede ser que le pase algo, —insistí. Ella se levantó sin decir nada y se dirigió a la puerta y lo abrió.
—Vete, —dijo. Y así me echo de su casa. No la comprendía en lo absoluto.
Pero no insistí, la buscaré por mi cuenta. Cuando estaba por marcharme, la vidente me estiró del brazo metiéndome a la casa, cerrando rápidamente la puerta.
—Iremos a buscarla, —dijo y yo lo miré extrañado.
No sabía el porqué había cambiado de parecer.
Cuando estaba por cuestionarla, ella habló. —Su vida corre peligro. —dijo preocupada. —¿Cómo lo sabes?, —pregunté dubitativo. —No hay tiempo para explicaciones. Vámonos.
No sabía como la íbamos a encontrar, pero ella parecía saberlo.
Mientras más nos acercábamos algo bosque, mi cuerpo se estremecía y la vidente también se tensaba. Algo estaba pasando y ella lo sabía, pero no quería decírmelo.
Ella se detuvo y dijo, —Está cerca. —quería preguntar como lo sabía, pero sabía que ignoraría mi pregunta.
Y después algunos minutos más la encontramos tendida en el suelo inconsciente.
La tuve que cargar en los brazos para llevarla a la casa de la vidente.
Al llegar a la casa, la vidente me dijo que sería más seguro ponerla en el sótano para que no escapará por un motivo u otro. El sótano estaba muy oscuro, había antigüedades a la vista y muchas cosas sin ser tocado u visto en siglos. Otros objetos fueron tapados con sabanas blancas.
Busque un lugar donde bajar a Elena, pero no había nada.
—Ponla en el piso, —me dice la vidente.
Al principio no estuve de acuerdo, pero no tenía muchas opciones.
Después de bajarla me quedé observando los objetos que había a mi alrededor.
—Eran las reliquias de mis ancestros. Lo heredo mi tatara tatara tatara abuela, luego mi tía abuela, mi abuela, mi mamá y ahora lo estoy heredando yo. Mi madre y mi abuela lo utilizaron mucho, yo no prefiero dejarlo ahí como están. —Oh, entiendo. —es lo único que dije ante su historia.
Luego de un par de silencio, salimos del sótano y aseguramos las puertas para que no escapará Elena. Después de analizar la historia de la vidente me dio curiosidad algo y la pregunté.
—¿Por qué no usas los objetos que están allá? —Muchacho. Mi madre fue ejecutada. Fue acusada por brujería. Y para qué te voy a mentir, si era una bruja, pero no hacía mal a nadie. También fui condenada a muerte, en aquel entonces yo era joven, unos años menos que tú. Tu abuelo me había salvado la vida. Él fue un buen hombre y guardabosques. Me habían perdonado la vida si solo dejaba todo aquello que mis antes pasados hacían, todo lo que iban con la magia y las artes oscuras. Hice un juramento y así que todos aquellos objetos llegaron ahí y es mejor que estén. Mis dones fueron lo único que mantuve desde entonces. —Terminó diciendo con tristeza.
Después de unos segundos de silencio dije, —Bonita historia. —Perdón, creo que fue muy largo. —dijo apenada —En lo absoluto, en cambio, me pareció interesante.
—Gracias.
—¿Y no tiene algún hijo o hija?, — pregunté algo incómodo.