La Dama De Negro

CAPÍTULO 25

       ✓Giovanni
 

Cuando desperté lo primero que hice fue pensar en todo lo sucedido, mi cabeza daba vueltas —muchas vueltas— hay tantas cosas que no cuadran sobre Elena, es decir, sobre sus padres, no entiendo cuál es la razón para que desaparecieran así de la nada, sabiendo la situación de su hija.

Algo no me cuadra de los padres de Elena, siento que están ocultando algo, no sabría que, pero de que están ocultando algo es un hecho.
Tenía muchas dudas acerca de la familia Griffin.

Intento alejar esos malos pensamientos.

Antes de salir de casa avisé a mis padres que saldría, les pareció extraño, ya que nunca iba a ningún lado, a excepción cuando me toca mi puesto de trabajo —guardabosques—supuse que era mejor ir primero a la casa de Elena para ver si ya están sus padres o no. 
No tarde mucho en llegar a la casa, toque un par de veces la puerta y luego de unos segundos de espera, la señora Griffyn me recibió y antes de que pueda decir algo, ella me proporciono un fuerte abrazo.

—Gracias Giovanni, —dijo con una voz quebrada.
—No he hecho nada, señora Griffin, —respondí dubitativo.

La señora Griffin me dejó de abrazar y lo agradecí internamente, ya que me sentía bastante incómodo. Ella se disculpó ante su acción repentina y me dejó pasar dentro de la casa.

Me senté en un taburete y ella en el sofá. Los primeros segundos de silencio fueron bastante incómodos. Ella parecía querer hablar, pero al parecer no sabía por donde empezar, así decidí hablar yo.

—Elena está bien, —solté acompañado de un suspiró.

—Lo sé Giovanni, agradezco que lo hayas cuidado, —respondió ella cabizbaja.

Quería reclamarla el porqué la dejaron sin decir nada por más que fue solo por un día, está mal, —bastante mal— pero no tenía el derecho de hacerlo. El padre de Elena al parecer estaba ausente, decidí que era momento de irme a la casa de la vidente, ya que ahí está Elena.

—Esta noche la traeré, —la hago saber antes de levantarme del taburete.

Ella no dijo nada, asintió tristemente.

Antes que me dirigiera a la puerta, la señora Griffyn habló, —Giovanni, puedo expl....., — y antes de que termine la frase la corte, —A mí no me debes explicaciones, pero a Elena si le debes explicaciones, —solté enfadado, y tarde me di cuenta le había hablado de una manera en que no debía, así que me disculpe con ella, —Lo siento no la quise hablar en ese tono.
—No te disculpes que tienes toda la razón, hijo, —responde con una voz cálida.

Justo cuando ella estaba por abrir la puerta, el señor Griffyn entró a la casa, parecía estar tranquilo, pero al verme cambió su actitud en algo indescifrable. Él me observó de pie a cabeza con desconfianza y luego observó a su esposa de la misma manera. El encuentro con el señor Griffyn fue más incómodo que con la señora Griffyn.

La señora Griffyn habló para apaciguar la tensión que había entre los tres.

—Cariño, Giovanni vino a hablar sobre Elena y dijo....., —el señor Griffyn la interrumpió bruscamente.
—Y ahora que hizo esa niña malcriada, —exclamó con desprecio.

Eso me pareció bastante extraño porque a quién carajos se le ocurriría hablar con desprecio acerca de su hija o hijo, en su sano juicio.

Respiré profundamente y hablé.

—Señor, déjeme explicarle, Elena no ha hecho nada, solo vine a dar noticias de que ella se encuentra bien.

—Escaparse en medio de la noche dices que no es nada, pero por favor, su madre estaba preocupada, crees que es fácil lidiar con una chiquilina malcriada como ella. —suelta sin ninguna expresión facial.

—Usted no lo entiende señ....., —no pude terminar la palabra porque él me interrumpió.

—Como te atreves, soy su padre y lo entiendo más que nadie y tú no me vas a venir a decirme que no entiendo a mi propia hija, —termina diciendo, cierra la puerta en un portazo y se dirigió escalera arriba.

El comportamiento del señor Griffyn me dejó sin palabras, no entiendo por qué es así con su hija.

Una duda invade mi mente.

No. No. No.

No puede ser eso posible. Mierda.

¿El señor Griffin no es su padre?

No tengo una respuesta para eso, pero puede haber otra explicación lógica para ello. Eso creo.
Pero por alguna extraña razón no se me quita de la mente que el señor no sea el padre.

—Hijo, me disculpo por la actitud de mi esposo, está estresado y preocupado por Elena, al igual que yo. Por más que no lo demuestre, él está preocupado por su hija. La estaremos esperando para la cena. —expresó la señora Griffin con una voz suave y melancólica.

Vaya forma de preocuparse por su hija

Ignorando a mi subconsciente, asiento suavemente y salgo de la casa de los Griffyn rumbo a la casa de la vidente.

Llegue en unos diez minutos, su casa quedaba apartada de las otras, queda a las afueras de la aldea, no muy lejos.

—Te estaba esperando, —dijo la vidente invitándome pasar dentro la casa.

—Tarde un poco porque fui a ver a los padres de Elena, —dije acompañado de un largo suspiro.

—¿Cuéntame qué sucedió?, —preguntó con curiosidad.

No tarde mucho en contar todo lo sucedido, ella permaneció en silencio por algunos segundos antes de proceder hablar.

—Vaya, —dijo pensativa.

Después de ese comentario me invito para desayunar lo cual rechacé, estar en la casa de la familia Griffyn me quito el hambre.

—Ve tú, yo te espero acá, —dijo la vidente dándome las llaves del sótano.

—Luego hablaremos de tu situación, Giovanni, es preocupante y lo sabes, —soltó captando mi atención por completo.

Sabía a lo que se refería. La miré por unos instantes para luego abrir la puerta del sótano y bajar por las escaleras.

Cuando termine de bajar las escaleras, la vi parada de espalda, no emitía ningún tipo de movimiento

—Elena, —la llamé con la voz preocupada.

Pero no recibí ninguna respuesta de su parte, ni siquiera se movió, seguía de espaldas




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