La dama de Rojo

16

Algunas horas han pasado. El sol ya se alza sobre el horizonte, bañando con una cálida luz de amanecer a toda Stonelake. Frederich no ha sido capaz de volver a la cama y mucho menos pudo volver a conciliar el sueño.

Se encuentra en el corredor del primer piso, frente al cuarto de su hijo. Arrodillado, con un valde de agua a su derecha, una esponja en mano y sus pies vendados. Se encuentra terminando de limpiar sus propias huellas carmesí que el tiempo ya han secado.

Desde que pudo detener su llanto y acomodar un poco su cordura, no pudo parar de pensar en todo lo que viene sucediendo. Su cabeza no se detiene tratando de encontrar alguna explicación lógica a este día de pesadillas eternas.

Fue recién, cuando comenzó a fregar el suelo, que pudo realmente pensarlo con mas tranquilidad. Como si el estar concentrado en un acto repetitivo, a cada huella sangrienta, le hubiera permitido enfocar su mente en un pensamiento un tanto más detectivesco.

De todas las ideas que surcaron su oscura mente, reiteradas fueron las que llegó a la conclusión de que realmente se esté volviendo loco. El cerebro es una maquina tan delicada que, en cualquier momento y sin previo aviso, puede comenzar a fallar.

En ese momento, esponja en mano le cae, como un yunque, un recuerdo más que revelador.

<< Si me conocieras enloquecerías >>

La frase que le dijo la dama de rojo casi al comienzo de este perturbador bucle. Frase que recuerda perfectamente haberla recibido en otra oportunidad.

Una huella mas y ya no hay mas que limpiar. Coloca la esponja dentro del balde ya teñido de rojo y, medio rengueando, descarga su contenido en el inodoro. Luego se dirige a la sala de su templo.

Instintivamente su vista se dirige al rincón donde, nuevamente se encuentra el tablero de la Ouija desplegado. Al aproximarse puede ver que, en esta oportunidad, el puntero triangular marca la palabra "SI"

—Por fin un día que no estás tan negativa.

Se detiene a pensar después de lo que se escabulló de entre sus labios. El referirse hacia el tablero como femenino le recuerda el porqué lo hizo de esa manera. Como una cadena, sus pensamientos se fueron entrelazando, hasta llevar a su mente al día en que adquirió la Ouija. Eso fue hace exactamente ocho meces, el mismo día en que Joaquín cumplió sus diez años.

 




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