La desgracia de Karcas

El solitario, Capítulo V

Karcas, año 3822 después del rey Karcas sexto.

Mes: Sombra Otoñal

Día: 13 de sombra, dos días para los largos tres días de sol...

Harón:

El viento soplaba como el lobo que derrumbaba las casas de los cerdos, el resplandor inmenso del sol dejaba ver poco, la tierra agrietada por la escasez de agua, al horizonte solo se veía paredes de polvo y las pocas criaturas que había yacían muertas por aquel yermo.

Caminaba rumbo a Barabas, quería descansar ya que no había dormido en 22 horas pero no encontraba ningún lugar seguro y con sombra al cual resguardarme.

Consulte mi reloj... 14:36hrs marcaban las agujas "Dios es muy temprano aun para que atardezca" -pensé- continúe caminando al sur por el vacío desierto, pues me dolían las piernas, ya estaba viejo para la gracia pero igual no podía dejar el mundo hasta cumplir mi objetivo.

Me arrodille un momento después de haber caminado unos 400 metros, el sol me golpeaba con fuerza, estaba furioso pero no sé si conmigo, -Jaaa... diosa que oxidado estoy, ya ni siquiera puedo caminar como lo hacía hace unos años- me susurre aun arrodillado en la agrietada tierra -Debería caminar un rato más y sentarme a descansar.

17:42hrs.

Vi mi reloj y ya era bastante tarde, el sol empezaba a ocultarse por el norte, era hermoso aquel atardecer y me entraba una inmensa tranquilidad al observar. Ya era hora de buscar algún lugar donde descansar unos minutos, camine y a lo lejos vi una roca la cual me serviría para comer y descansar un momento.

Unos 200 metros antes de llegar al lugar note que había un hombre arregostado en la roca, se notaba que estaba casi inconsciente, no era peligro así que camine hacia él.

Al estar a unos metros me percate que era un chico de unos 20 años, cuerpo delgado, cabello castaño, rostro perfilado, tez blanca, vestía una chaqueta gruesa y larga de color negro, pantalón negro de esos "¿Cómo es que se llaman?" -pensé porque no sabía-. Bueno de esos que se estiran, zapatos deportivos color rojo y guantes negros, era ropa muy fina para un lugar como este. Al acercarme y hablar con él me percate que sus ojos eran azules.

El chico moría de hambre, deduje que no era de estos lares pues alguien de afuera no hice muerto tan fácil, mantuvimos una conversación después de haberle ayudado y para completar quiso venir conmigo, a lo cual me negué pero el insistió, pues era insistente el joven llamado Gerard.

"No puedo llevarlo, será una carga y además se ve que no puede matar ni a un Shegon" -pensé sentado a unos 30 metros de el-.

"Tendré que drogarlo con mi jarabe" -maquinaba mientras miraba mi bolso e imaginaba como dárselo-.

"Ya se... se lo daré en una cerveza, de seguro no se negara."

Lo vertí en una cerveza y se la ofrecí, como deduje el chico no se negó y la tomo de un trago.

Aquel jarabe lo había preparado para cazar, pues hacia que la presa que lo comiera o bebiera perdiera energías en unos 20 minutos, era efectivo y nunca fallaba.

18:18hrs.

Caminaba entre el viento helado, sentía el ardor de mi cara cuando el viento chocaba con ella, continuaba lo más rápido posible para dejar al chico atrás, esta zona era segura y no le pasaría nada a menos de que muriese de hipotermia, aunque no creía porque aquel joven estaba muy bien abrigado.

Quince minutos después cuando voltee a ver atrás ya el chico no estaba, sentí pena por el pero así debía de ser.

20:35hrs.

Sentía como el frio traspasaba mi piel hasta llegar a los huesos, debía descansar. Camine y me encontré con un árbol que yacía en el piso, su tronco era grueso y hueco, era perfecto para dormir un rato.

Revise aquel tronco en su interior y para mi sorpresa había un nido de Shegones allí. Los Shegon son criaturas que pueden llegar a medir un metro, son ovíparos, tienen veinte patas diez de cada lado, su piel es carnosa y como carrasposa, su boca redonda tiene aproximadamente unos 20 colmillos, estas criaturas son ciegas pero su olfato respalda lo demás y pues crecen a lo largo como ciempiés.

Mate a unos tres que median como cuarenta centímetros cada uno, los demás se fueron y los sobrantes eran huevos aun, cogí los huevos los alumbre con mi linterna y aun les faltaba para eclosionar.

"Quedaran sabrosos con una lata de atunes" -me dije mentalmente, pues saboreaba a aquellos huevos-.

Coloque mi bolso como almohada, programe mi reloj para que sonara dentro de dos horas, me acosté y me dormí.

22:47hrs.

Mi reloj sonó y me levante con aquella pesadez, tome mis cosas y salí del tronco, la noche estaba apaciguada ya, estire mis extremidades y volví a tomar mi camino.

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Caminaba hacia Barabas y podía ver las ruinas en el horizonte, calcule tres horas de viaje, iba por aquel yermo con la luz de dos lunas, Ragoth y Altivania me iluminaban el camino.

Continuaba muy alerta de cualquier peligro y de pronto dos hombres salieron de atrás de una roca.

-Oh Jaime mira, ¿pero que tenemos aquí?- dijo aquel hombre con una voz sarcástica, al parecer le dirigía la voz hacia su compañero mientras me observan-.

-Creo es carne fresca Álvaro- respondió el segundo hombre sosteniendo un machete en su mano-.

Me quede parado viéndolos como se acercaban.

-No quiero problemas chicos, márchense y no pasara nada- dije mientras tomaba mi navaja de mi bolsillo izquierdo-.

-Ay... pero ¿Quién te crees que eres?- Dijo el hombre de la derecha creo que se llamaba Álvaro-.

-Nadie, solo un pobre anciano viajero- mi voz sonó sarcástica, no tenía miedo de lo que pasara en ese momento-.

Los hombres sostenían un machete en sus manos, estaban a tres metros de mí observándome, yo estaba de frente y ellos a mi derecha, los observaba de reojo.

-¿Qué esperan? No tengan miedo- les dije con una sonrisa en mis labios, quería acción-.

-¡Este maldito que se cree! ¡AAHHH!- el hombre se impulsó hacia a mi alzando su machete-.



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En el texto hay: suspenso, terror, impotencia

Editado: 27.06.2020

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