Una vez que se habían estabilizado tanto Dylan como los que habían resultado afectados por la violenta reacción de éste, se imponían las explicaciones y Lucien lo sabía, de modo que se dirigió a Istvan específicamente.
Si a Istvan le extrañó, y no era del todo así, pues la salud de un príncipe era una cuestión de estado, aunque el príncipe en cuestión no fuese el directo heredero de la corona, lo que le sí lo sorprendía era que fuese Lucien quien la solicitase, pero tendría ocasión de sorprenderse aún más con lo que él agregó.
Aunque Istvan tuvo la intención de preguntar, no lo hizo, sino que giró la orden en forma inmediata como se lo había ordenado Lucien, pero, además, informó a Iziaslav de lo que Lucien estaba ordenando.
Iziaslav había estado de pie al lado de la cama y le tenía una mano en la frente a Dylan. Janos, al ver su expresión, recordó cuando alguno de los rybiks había estado enfermo, porque aquel sujeto difería en muchas cosas de Iolan, pero la más evidente era en su amor por sus hijos.
No obstante, prestó atención cuando lo vio girar la mirada hacia Istvan, pero como no captó nada, y habría sido más bien difícil si quien estaba transmitiendo algo era el levjaner, solo rogó a sus dioses que justo en ese momento, no se hubiese presentado algún otro asunto problemático, pero unos segundos después, recibió la convocatoria y dedujo que solo se trataba de eso.
Aureliè quería muchísimo a Dylan, de modo que, aunque sabía que Lucien no la soportaba, había decidido enviarlo al infierno, porque no iba a dejar de ver a Dylan solo porque a aquel majadero le molestase su presencia. De lo que Aureliè parecía haberse perdido, porque no era tampoco que Lucien fuese diciéndolo por ahí, era que, a raíz de su traumático descubrimiento con relación a la esencia de Alexander, su odio parecía haberse suavizado y ya no salía huyendo cada vez que la veía, aunque tampoco era que hiciese nada por hablarle. De manera que, no solo ella, sino Iziaslav, Iyul y Janos que eran los que estaban en la habitación en aquel momento, se sorprenderían tanto como ella al escuchar a Lucien cuando iban de salida.
Aureliè abrió y cerro la boca, pero no fue capaz de decir nada hasta que Lucien desapareció de su vista.
Aureliè aún les dio una mirada a los aparatos antes de decidirse a salir, y no lo hizo hasta que Liam en compañía de una aún molesta Ilian, entraban a la habitación seguidos de Haliq.
Después de eso, Haliq sujetó a Aureliè y partieron, pues ya los demás les llevaban mucha ventaja.
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Istvan había cumplido con informarle a Iziaslav que Lucien había ordenado aquella reunión, pero lo que no había hecho, era decirle que la misma se extendía a individuos que no solían asistir a las mismas, como por ejemplo los Wojciech, o Aelio De Vouillé.
Aelio y Émile De Vouillé, eran gemelos, pero no idénticos, como los casos que conocían, y, de hecho, nadie hubiese pensado que lo fuesen, porque si bien guardaban algún parecido, el mismo no era mucho mayor que el que podía darse entre parientes. Los chicos De Vouillé tenían una ascendencia muy interesante, ya que eran hijos no deseados y, de hecho, abandonados por su tierna madre, Aelia Gala Placidia y de Alarico I o Ataúlfo, no había claridad al respecto, pues éstos simpáticos sujetos cargaron con Aelia después de saquear Roma en el 410. La cuestión fue que, probablemente habían sido el resultado de alguna violación, así que Aelia no los quiso de ninguna manera y fue Valia, posiblemente una esclava, quien recibió la orden de deshacerse de ellos, pero Valia no lo hizo, sino que cargó con los dos bebitos estableciéndose en Vouillé, que hacía parte de lo que sería el Reino Visigodo. Sin embargo, los chicos murieron en Arlés, cuando los visigodos habían puesto sito a esa población en su empeño por hacerse con una salida al mediterráneo, y fueron Yves y Andrei quienes los salvaron.
Siendo que las criaturas descendían de un gobernante visigodo, y éstos a su vez de los godos que emigraron de Escandinavia, poseían sus características físicas, solo que repartidas algo arbitrariamente, porque Aelio tenía los cabellos rubio platino, mientras que Émile lo tenía a medio camino entre el castaño y el rojo, y ambos poseían unos espectaculares ojos azul cielo, pero como se dijo, aquello era casi lo único que tenían en común; y con respecto al carácter subsistían enormes diferencias, ya que Aelio era un desastre en todos los sentidos, mientras que Émile era sosegado y de poco hablar, razón ésta que pesaría mucho a la hora de asignarlo como jefe de la guardia de Aureliè, pero lo que sí tenían en común, era su habilidad para la guerra heredada de sus ancestros.
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Editado: 11.02.2023