Una vez que Lucien había abandonado el Haigala, se había ido a Illir, pero cuando se tiró en la cama apareció Ayla a su lado.
No obstante, Ayla se subió a la cama y se echó a su lado, de modo que Lucien estaba acariciando su cabeza cuando sintió que Itlar se acercaba.
Itlar había olvidado el mensaje que había recibido de quienes vigilaban a Anastasia, y lo recordó al recibir otro, de manera que, como Lucien se veía estable, decidió plantearle el asunto.
Itlar casi lamentó haberla mencionado, porque, como sabemos, para que los ojos de Lucien enrojecieran de forma tan violenta como los estaba viendo, era necesario que su ira fuese enorme. Nadie sabía cómo era que Lucien había logrado controlar aquello siendo como era, pues todo devrig, y aunque la molestia, o cualquier otra emoción fuese mínima, no podía evitar el cambio de color en sus ojos, mientras que no era el caso de Lucien, pero aquella era otra incógnita del sizvitel como casi todo en él. Sin embargo, Itlar también recordó que desde que Dylan había aparecido en sus vidas, cada vez que le había sucedido algo, la característica antes discutida hacía violenta aparición, y habían concluido que obedecía al especial lazo que se establecía entre un izbretel y su djali que era análogo al existente entre padres e hijos, o entre hermanos de sangre, pero un poco más adelante, esto se había extendido a Lucía, y decidieron pensar que era por la misma razón al ser ella hija de Dylan, así que bien mirado, no tendría que haberle sorprendido tanto el violento cambio teniendo en cuenta lo último que había hecho Anastasia.
Con independencia de lo que Itlar hubiese podido pensar o esperar, lo que tuvo que hacer fue darse mucha prisa y correr tras él, y ahora lo que pensó fue que la vida de Anastasia estaba por llegar a su fin.
Así sería la ira que Lucien llevaba encima, que los levramzyks a cargo de la vigilancia de Anastasia, la sintieron antes de que llegasen, pero eso a quienes pudo haberles costado las cabezas fue a ellos, porque al intentar hacer frente a lo que fuera, salieron despedidos con violencia en distintas direcciones, y aunque Itlar se preocupó por ellos, no podía detenerse a mirar nada.
Dardan que había recibido rápido aviso de Narek con relación al peligro de naturaleza desconocida que se acercaba, y que en aquel momento había estado en el interior, porque un momento antes habían escuchado no solo el pleito entre Anastasia y Caeli, que fue lo hizo que Narek le diese aviso a Itlar, sino el quejido de la segunda cuando fue agredida por Anastasia, en aquel momento estaba inclinado revisando a Caeli cuando Lucien entró derribando las puertas.
Si ya aquel individuo iba furioso, al ver el cuadro, mismo que le tomó solo unos segundos comprender, no contribuyó en nada a lo primero, así que avanzó hacia la estática Anastasia. Itlar, arriesgando la propia cabeza, intentó introducirse en la de Lucien para evitar lo que a todas luces iba a suceder, pero sin resultados prácticos, o al menos eso pensó al ver que Lucien sujetaba a la chica por el cuello estampándola contra la pared, pero, además, en la mano izquierda, su dykari brillaba con tan maligna peligrosidad como los ojos de su dueño.
Aunque sus ojos seguían siendo dos rubíes encendidos, la soltó y su voz sonó cansada.
Posiblemente, y de no haber sido una devrig, Anastasia habría muerto a causa del infarto que sufriría a continuación, algo de lo que Lucien no se enteraría, pues nadie iba a hablarle de ella nunca más en la vida a menos que deseasen perder la propia. Antes de salir, miró a Caeli que aún seguía en el piso y a Dardan que había quedado paralizado junto a ella cuando intentaba auxiliarla.