La Dinastía (libro 12. Milyk et Vörkessel)

Cap. 59 Baile

 

Loran Harsady no era ningún imbécil como sostenía el maligno Lucien, pues problemático no era sinónimo de lo otro, de manera que, como casi todos los devrigs muy antiguos y habiendo vivido tanto, tenía prósperas inversiones en diversas áreas. Si bien su antipatía por la dinastía reinante no había disminuido ni un ápice, algo que había quedado demostrado en forma más bien reciente y cuando Lucien lo envió al hospital y, además, le dio la orden de no volver a dejarse ver por él, aquello parecía más una costumbre que algo sustentado en algún hecho gravoso que le hubiesen infligido los Yaroslávich, y a quien había hecho objeto de su odio era a Dylan, pues a Iyul lo veía poquísimo y aquel era un príncipe que, si bien no parecía tan maligno como su hermano, sí era muy distante con aquellos a los que no profesaba ninguna simpatía, y en las poquísimas veces que se lo había encontrado años atrás, nunca había sido grosero, sino simplemente displicente como cualquier cabeza coronada, en opinión de Loran. A pesar de que en una ocasión Iyul había estado a punto de matarlo por la manía de Loran de emitir opiniones irritantes con relación a Lucien, aquello no había modificado la idea general que él tenía de Iyul y simplemente no propiciaba encuentros que, en cualquier caso, eran más bien difíciles.

Loran era uno de los pocos itslievs que había conocido a Dylan siendo un ikedev, de modo que, si lo había hecho objeto de su odio, era quizá por envidia al verlo escalar a la velocidad que lo había hecho dentro de su mundo, y aunque algunos pensaban que simplemente sucedía porque era el djali de Lucien y percibía mucho de éste en él, Istvan, por ejemplo, sabía que no se trataba de un odio desplazado, porque sabía también, que muchos devrigs decían odiar a Lucien, pero, en realidad, nadie podía odiarlo debido a lo que le había explicado Janos a Dylan muchos años atrás, con relación a aquella innata característica de Lucien para ser amado independientemente de si era encantador o decididamente irritante. Así que, cuando mucho, lo que podían sentir eran celos o envidia por no poder ser como él, y Loran no escapa a aquello, de modo que su odio por Dylan, que sí lo era, tenía que ser por otros motivos relacionados con sus energías.

En el caso de los hijos y los nietos, Loran pensaba que Phillipe y Michel eran una desgracia, aunque no los odiaba y solo lo exasperaban haciendo que los evitase como a la peste; con Alexander le sucedía más o menos lo mismo que con Iyul, y lo veía como un individuo distante que solo exhibía las características de su noble cuna; y el caso de Armand era el único que difería de todos los demás, porque, a pesar de que él también era un príncipe, era de naturaleza serena, amable, y en un par de ocasiones había atendido a Loran sin odiosos comentarios como los que emitía Haris, o miradas de reprobación como las de Aleksèi, así que este era el único que contaba si no con el afecto de Loran, sí con su respeto.

Y por último, de las mujeres de aquella familia prefería permanecer a la mayor distancia posible, porque si bien ni él ni Hossa le habían creído mucho a Massarik y sus venenosos discursos en contra de las Siglair, sí le había prestado atención a los hechos, algo afortunado, porque en varias ocasiones y por diversos motivos, fue testigo de lo que la sangre Siglair le hacía a un devrig, pero, más importante que eso, creyó de principio a fin la historia de que si la sangre de los hombres era fatal, las féminas de aquella familia podían ser mucho más peligrosas en cualquier sentido, y podían desde hacerlos perder la cabeza poéticamente, hasta hacerlo en forma literal y de muy distintas maneras. Afortunadamente, o al menos eso pensaba él, eran poquísimas, y aunque había escuchado que la sizviteliani Lucía parecía un chico, e iba siempre en pésima compañía, lo que en principio lo habría alejado igual, ya que cualquiera que hubiese tenido o tuviese un comportamiento criminal, odiaba muy sinceramente a todos los ZD, después la chica había desaparecido tan misteriosamente como Iziaslav, Janos, Milord, Iván y Radek, un sujeto este al que había visto poco y pensaba que era mejor así y de acuerdo a lo que se decía de él.

Y quien casi pierde la cabeza por culpa de las otras dos, había sido Hossa, porque en el caso de Aureliè, en una ocasión en la que las cuentas le habían salido muy mal, Hossa había terminado en el Haigala y había sido atendido por ella, lo que bastó para que el necio aquel quedase prendado de la francesita. Aquello lo había conducido directo a Zatvor por un par de años, pues cuando intentó acercársele, ni ella le prestó atención, ni pasó mucho tiempo antes de que Istval se presentase y la emprendiera a golpes en su contra, y como no era que éste fuese más querido por ninguno de ellos y, de hecho, era el que más méritos había hecho para ganarse su odio, Hossa tuvo la pésima de idea de responder al ataque terminando como se dijo.

Y la otra criatura por la que casi pierde la cabeza, aunque por otro motivo, fue Sofía, ya que, si algo no había dejado de lado Hossa, era su lucrativo negocio de la trata de blancas, así que, en una ocasión, intentaría muy neciamente, acercarse a ella con aquella intención. La cuestión fue que no alcanzó a decir más que un par de cosas cuando se encontró sin lengua, sin brazos y en Zatvor nuevamente, esta vez por mucho más tiempo, pues quien le había hecho el dudoso favor había sido Andro Czersk. En aquella ocasión su estadía se extendería por diez años solo por lo que había pensado y que Andro había captado en su totalidad, porque si hubiese tenido oportunidad de expresarlo, posiblemente lo que no habría tenido sería una cabeza. Loran se había peleado con él cuando había salido preguntándole qué demonios le sucedía, porque era sin duda una estupidez suprema ir a meterse con una princesa de la dinastía Yaroslávich, pero Hossa esgrimió que aquella no lo parecía y ni siquiera había percibido su sangre, lo que hizo que Loran se cuestionase seriamente la cordura de aquel sujeto y cualquier clase de habilidad, porque si bien era cierto que la pequeña Sofía aún no había asistido a una Evesbriel para entonces, y no la habían visto nunca, lo que en su opinión no era susceptible a ser ignorado, era su sangre Korsacov más que la Yaroslávich, y lo que les habría quedado más difícil, por lo menos a él que no había conocido de cerca a ninguna Siglair, era reconocer a una.




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