Dylan fue conducido hasta sus aposentos por uno de los sirvientes, y mientras caminaba iba pensando en todo lo que le habían dicho, pero Janos tenía razón, eso no cambiaba en nada las cosas. Se detuvieron ante una puerta, el hombre la abrió y le preguntó a Dylan si se le ofrecía algo pero él negó, el sirviente se inclinó respetuosamente y desapareció. En cuanto Dylan entró a aquel enorme lugar, lo primero que vio fueron unas botas subidas a una mesa frente a un sillón, pero no veía al dueño. Se acercó con cautela y sonrió.
Sus ojos lo engañaban o algo iba mal con su instinto, porque aunque estaba viendo a Istvan, estaba seguro que ese individuo no era Istvan. Sin embargo, al segundo siguiente…
Dylan abrió los ojos en forma desmesurada y ahora estuvo seguro que algo de lo que había comido o bebido contenía alguna sustancia alucinógena, porque tenía ante sí a dos Istvan. El Istvan que había permanecido sentado se puso de pie y sonrió con picardía mientras se acercaba al aun sorprendido Dylan con la mano extendida.
Después de eso Dylan miró con mayor atención intentando buscar las diferencias, porque estaba seguro que así como Iyul y Luciano se parecían mucho entre sí hasta el punto de poder ser confundidos, si se observaba con atención podían encontrarse las diferencias y en estos dos debía ser igual. Pero después de varios segundos de atenta observación, solo encontró dos cosas distintas. Una, que Istval tenía la sombra de una barba que no lucía en el rostro de su hermano, y la otra, algo que no podía verse y solo era posible percibirlo, la esencia, pero por lo demás eran exactos hasta en el último de los detalles.
Dylan asintió, pero no entendió del todo lo que había dicho Istval. Sabía que el asunto de los gemelos era algo un tanto misterioso y ya había pensado en eso cuando creyó que los Yaroslávich eran gemelos, pero nada más.
La extraña conversación quedó suspendida cuando entró Lucien e Istval recuperó su buen humor.
Dylan observó la escena con satisfacción, al menos había visto que Luciano se había alegrado de veras al ver a dos personas aquel día, de modo que quizá las cosas no fuesen tan mal, aparte de que no era del todo cierto lo que Luciano le dijese una vez acerca de que no tenía amigos, porque desde luego a Istval y a Itlar, parecía apreciarlos mucho.
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Editado: 17.07.2021