Al amanecer, Iván se había trasladado a Darnley y vio cuando Kendall salía en su caballo, de modo que le dio alcance y se atravesó en su camino. Kendall se llevó un enorme susto al ver a aquel individuo al que estaba a punto de pasarle por encima, tiró de las riendas y después de tranquilizar al asustado corcel, miró de nuevo a Iván.
No obstante, Kendall era un caballero bien criado y luego de la primera y natural reacción, se bajó de su montura y se dirigió a él de forma más calmada.
Sin embargo, Iván no estaba para amabilidades ni para perder el tiempo, de modo que se acercó, fijó sus ojos en los de Kendall y unos segundos después éste caía de rodillas sujetándose la cabeza para consternación de Damien, pero no sería él quien se atravesase en el camino de aquel sujeto.
Iván desechó con rapidez el primer pensamiento del que ya tenía conocimiento por Istvan y se dedicó a buscar qué había más allá. Le llevó un buen rato abrirse paso, pero a medida que avanzaba y a pesar de su entrenamiento, la ira fue apoderándose de él como el más violento de los venenos. Buscó hasta en lo más recóndito como si retratase de un libro al que no dejó de leerle hasta la numeración, y solo se detuvo cuando Kendall perdió el sentido y comenzó a sangrar por la nariz.
A la mayor velocidad posible lo alzó y lo trasladó a Darnley, entró a toda prisa para evitar ser visto, con Damien pisándole los talones, quien además le indico la habitación que Kendall solía utilizar cuando llegaba tarde a casa. Pensó por un momento en qué hacer y llegó a la conclusión de que no podía ir por Aleksèi, Haliq o Haris, porque aquel infeliz iba a morir víctima de un derrame cerebral si no era atendido de inmediato, de modo que colocó su mano en la cabeza de Kendall y concentró toda su energía en detener aquello. Una vez que dejó de sangrar, sopesó las oportunidades y tomó una decisión.
Acto seguido abandonó la habitación y corrió a todo lo que daba hasta llegar al Valkinka. Había pensado en llevar a Haliq, pero para su buena fortuna Haris estaba allí y no en Alejandría, de manera que sin darle muchas explicaciones le dijo que necesitaba que lo acompañase para atender una emergencia. Haris estaba mucho más acostumbrado que su padre a la agitada vida de los Lovets, ya que habitualmente a quien buscaban era al más joven, así que tomó su inseparable bolsa de cuero y partió con Iván. Lo bueno de Haris era que tal vez por lo anterior y a diferencia de Haliq, que hacía una indecente cantidad de preguntas y los reñía en todos los tonos, su hijo no y simplemente preguntaba lo esencial para luego dedicarse a trabajar en absoluto silencio. Después de un rato que a Iván se le hizo eterno, Haris levantó la cabeza.
Una vez que Haris se marchó, Iván se giró hacia Damien.
#14015 en Otros
#1114 en Novela histórica
#10556 en Fantasía
#3970 en Personajes sobrenaturales
violencia odio injustificado venganza, amor eterno verdad oculta, alegria efimera amor familiar
Editado: 29.09.2021