Una vez que Alexander marchó a continuar en lo suyo, Dylan miró a Derek.
Derek sabía que no podía escapar de aquello y de hecho había tenido mucho tiempo para prepararse para el interrogatorio, pero si bien se había preparado con cuidado para responderle a Istvan y a Liever, de ningún modo podía mentirle a Dylan y no porque él fuese capaz de ver lo que los otros no podrían, sino porque lo amaba demasiado como para mentirle. De modo que respiró profundo y comenzó a hablar confesando su culpa.
Dylan lo entendía perfectamente, pero le preocupaban las consecuencias de aquello, porque la paliza que Derek le había dado a Henri había sido brutal y dudaba que para las autoridades del Laki las razones de Derek fuesen muy válidas; y por otra parte, Henri también estaba incurso en el mismo delito no solo al prestarse para ello, sino por encubrirlo engañando a sus superiores. No obstante, no estaba lo bastante preocupado aún, porque cuando Derek le dijo que pensaba mantener la mentira y seguir diciendo que simplemente había perdido estúpidamente el control, Dylan se alarmó mucho.
Derek pensó que ciertamente lo tendría más difícil, pero sabía igualmente que Iván no podía forzar la entrada a sus pensamientos a menos que él se descuidara y no pensaba hacerlo, pero esperaba que monsieur D’Albret fuese tan bueno como todos esperaban, así que le urgía hablar con aquel individuo, de modo que sin más explicaciones se despidió apresuradamente de Dylan y se fue a buscar a Henri.
Dylan tenía los mejores motivos para confiar en todos los miembros del Arkel desde el havarik más nuevo hasta el Aridmi, pero el caso de Yvaylo era especial, pues él era no solo el jefe de su guardia personal, sino su amigo y había sido de enorme apoyo con los niños especialmente durante esos días en los que el dolor azotaba a Dylan con mayor intensidad, de manera que le confió lo que estaba sucediendo y estaba positivamente seguro que era como hablarle a un confesor.
A pesar de que Yvaylo tenía razón en todo lo que había dicho, Dylan no dejaría de mortificarse, pero en aquel momento, y aunque Alexander ya tenía mucho dominio, él comenzó a experimentar la molestia aunque con menos intensidad que en días anteriores, pero aun así debía concentrarse para sobrellevar aquello lo mejor posible.
Al finalizar el entrenamiento de ese día, Alexander estaba mucho mejor y fue felicitado por todos, pero una vez que los LL abandonaron la enfermería, él miró a su padre.
Dylan se despidió de su hijo y marchó a Illir, pero las cosas parecía que no iban a ser muy sencillas, pues las noticias de cómo había transcurrido el día y que le fueron referidas por Janos, no eran especialmente tranquilizadoras. Por una parte y según lo dicho por Janos, Lucía se había pasado todo el día en su habitación sin querer ver a nadie y se había negado a comer; Iziaslav había tenido un día aun peor y esto había redundado en directo perjuicio de los devrigs que tenían audiencia con él ese día. Lucien estaba de un humor asesino, y aunque no tenían muy claros sus motivos, porque salvo por lo que le había dicho Iziaslav, no había sucedido nada más, nadie quería acercársele y hasta los sirvientes habían huido; e Iyul que era el único que conservaba la calma, finalmente había tenido que hacerse cargo de atender a los que tenían audiencia cuando Iziaslav abandonó la sala sin explicaciones y le ordenó a Mirsad que lo buscase para que él se entendiera con aquellos estúpidos.
#13523 en Otros
#1090 en Novela histórica
#10286 en Fantasía
#3858 en Personajes sobrenaturales
Editado: 17.11.2021