Como ya se ha dicho en reiteradas oportunidades, la condición quizá más importante de la maldición de los devrigs era que todo en ellos se magnificaba fuese bueno o malo. Por lo anterior, el día que los príncipes regresaban a casa, se respiraba en el Laki una pesada tristeza.
El día anterior todos se habían sentido muy felices cuando Yuri anunció que Alexander ya había concluido su entrenamiento y se apresuraron a organizar una velada de celebración, misma que contó con la insólita presencia de sus altezas reales en pleno.
Los chicos del Laki solo habían querido expresar su alegría y felicitar a Alex, y aunque asumían que lógicamente Derek estaría presente porque era uno de sus compañeros, al igual que lo estaría Lucía a quien ya se habían acostumbrado a ver por ahí, de ninguna manera habían pensado que los sizvitels Iyul, Lucien y Dylan asistirían.
En realidad Dylan y sus hermanos no tenían planeado asistir a ninguna celebración, pero antes de que Alex estuviese listo para marcharse, Derek habló con ellos y les participó lo que sus compañeros habían planeado; tanto a Iyul como a Lucien les pareció genial, y no era que a Dylan le pareciese mal, lo que no le parecía era que su hija participase en una reunión que en su opinión sería del todo inapropiada para una señorita.
Derek por su parte, lo miró con conmiseración, porque Dylan parecía que de algún extraño modo se negaba a ver que Lucía era una versión corregida y aumentada de Sophie con el agravante, muy inconveniente por cierto, de la esencia de Lucien, sin embargo, no sería él quien le recordase el parecido de su hermana con su madre, pues sabía el daño que aquello le hacía, pero sí consideró su deber advertirlo en otro sentido.
Dylan se llevó una mano a la cabeza mientras Iyul sonreía con malignidad y Lucien se ponía de pie.
Aunque Dylan quería golpearlo como cada vez que él emitía sus poco favorables opiniones acerca de su hija, fue algo que hizo a un lado con rapidez, pues de lo contrario se habría pasado la vida a golpes con él debido a que Lucien jamás decía nada bueno de Lucía del mismo modo que no lo hacía ella de él, así que entre uno y otro, el pobre Dylan tenía muchas posibilidades de perder el juicio si les prestaba demasiada atención.
Como no le quedaba más remedio que asistir a la reunión, dejó de protestar y salió junto con Iyul encaminándose hacia la habitación que le había sido asignada a Lucía, pero casi sufre un colapso al entrar, porque si bien no le causó mayor sorpresa ver al grupo de los ZD en el pasillo, no esperaba de ninguna manera encontrarse a algunos de ellos dentro y menos el cuadro que se presentó ante sus ojos.
Si bien Iyul tenía expresión de disgusto, la de Dylan era de profunda ira y era la primera vez que los ZD lo veían así.
Aquellos individuos y en opinión de todos los que los conocían, carecían del adecuado sentido de la propiedad, de buenos modales y de vergüenza, especialmente los cuatro que estaban allí dentro, pero, aunque sí tenían un excelente instinto y en aquel tono advirtieron una amenaza en toda la regla, aun miraron a Lucía antes de obedecer, lo que dejaba claramente establecido el punto que Iyul había expuesto con relación a su obediencia, pero antes de que ninguno de los dos príncipes pudiese expresar su ira, Lucía les hizo un gesto afirmativo a los Lovets y ellos abandonaron la estancia con un furioso Iyul tras ellos.
Todo esto obedecía a que si ya era una terrible falta el hecho de que estuviesen en la habitación de una dama, lo era mil veces más si la damita en cuestión estaba metida en una tina. Dylan intentó serenarse antes de abrir la boca, pero Lucía no era propensa a guardar silencio, y aunque hacía su mejor esfuerzo por no mortificar a su padre, no siempre le salía bien.
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Editado: 17.11.2021