Una vez superada la Erwedais, tenían que enfrentarse al asunto de los svetsniks, pero el mismo quedaría diferido por otra circunstancia, ya que faltaba poco para la Evesbriel, de manera que Iziaslav se reunió con sus hijos.
Dylan sabía que aquello debía hacerse, pero aunque en principio él se había negado hasta tanto Lucien no se hubiese recuperado, sabía que eso iba a depender de cuánto tiempo le tomase a Lucien salir de aquel estado, y si era mucho, finalmente Iziaslav insistiría. Sin embargo, por encima de eso estaba el hecho de que le aterraba la situación de sus hijos; no era que ellos estuviesen en edad de ir por ahí a ninguna parte, pero en el caso de Alexander en realidad ya faltaba muy poco para eso, y aunque también sabía que siempre contaría con la mejor escolta, ser portador de una corona que individuos como Masarik o incluso Giorgio Savaresce deseaban, lo convertían en blanco de su odio.
El caso de Lucía era un tanto diferente, pues ella nunca estaría en la línea de sucesión y ni siquiera tendría que preocuparse por el engorroso asunto de arreglar una boda, pues su hija tendría todo el tiempo del mundo para encontrar al sujeto adecuado y casarse si así lo deseaba, y aunque por el simple hecho de ser una Yaroslávich de sangre real, ya tenía asegurada la mala voluntad de los enemigos de su familia, los riesgos para ella siempre serían menos.
El asunto era que no podía seguir retrasando más la presentación de los aykeris, y le gustase o no era una cuestión con la que había que cumplir.
Iziaslav sonrió satisfecho y aliviado de no tener que enfrascarse en una discusión con Dylan por aquello, y aunque sabía que él no estaba muy de acuerdo, se alegró que fuese del tipo razonable y no como Lucien.
Hasta allí todo había ido bien, pero una vez que los chicos fueron informados acerca del asunto y al menos en el caso de Lucía, comenzó a hacerles la vida miserable a todos. Ellos sabían bien lo que era la Evesbriel y en realidad estaban mucho más al tanto de las festividades que celebraban los miembros de su raza de lo que lo estaba Dylan, de manera que habían estado preguntando desde hacía mucho cuándo se les permitiría asistir. Pero si bien Alexander estaba emocionado, él siempre había sido más mesurado para todo, mientras que Lucía era inquieta y escandalosa como decía Lucien, y durante los siguientes días no habló de otra cosa a ninguna hora.
Otra prueba de resistencia para Dylan fue la del traje que vestiría su hija, porque a aquella señorita no parecía gustarle nada y Dylan se preguntó por qué razón no podía ser como su madre en aquel aspecto, pues Sophie siempre fue sencilla y poco complicada. Aunque Dylan no llegó a tener una vida en común con ella, recordaba las furiosas diatribas de Sophie con respecto a la necedad de sus hermanas en aquella materia, de manera que pensó que la pobre se habría sentido realmente desesperada con su hija.
La discusión siguió por ese camino durante un buen rato, porque así como Iyul se preocupaba por la seguridad de sus hermanos, también era extraordinariamente bueno a la hora de mortificarlos, mientras que la paciencia de Lucien era inversamente proporcional a su capacidad para fastidiar al prójimo y le iba muy mal cuando el fastidiado era él. Al final Iziaslav tuvo que intervenir antes de que su hijo menor intentase liarse a golpes con el mayor.
A la mañana siguiente Lucía tuvo la mejor idea que había tenido hasta el momento en opinión de Dylan, y de hecho él se reprochó por no haber pensado en ello.
Inicialmente Dylan no había comprendido, porque si bien era muy usual que tanto Lucía como Alexander manifestasen su deseo de ver a Istziar, lo otro no, de manera que demoró un poco en procesar en su justa dimensión la solicitud de Lucía.
Dylan que aún estaba encajando la petición de su hija, estiró con rapidez y en forma casi automática el brazo para detener a la furiosa Lucía, mientras que Lucien se había atragantado con lo que estaba comiendo e Iyul disfrutaba del asunto en forma grosera.
Cuando salieron del comedor, Lucía aun iba protestando por la maravillosa idea de Iyul, así que para evitar males mayores, Dylan decidió partir en forma inmediata hacia Paris.
Los Saint-Claire se alegraron mucho al verlos llegar, y desde luego Aureliè se mostró muy entusiasmada y comenzó a disparar ideas con respecto a lo que Lucía debería vestir al tiempo que elaboraba una lista de las cosas que debían adquirir y dónde.
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Editado: 17.11.2021