Cap. 32 Extraño
Lucía había abandonado el comedor ciega de ira y con las peores intenciones, pero como había dicho Alexander, no podría abandonar Illir si él no se lo permitía y no lo hizo. De manera que cuando notó que esta era la razón por la que no podía avanzar, intentó serenarse y cambió de rumbo.
- ¿Tía? – dijo asomando la cabeza
Madeleine que ya era una mujer de unos sesenta y tantos años, casi nunca abandonaba el ala del palacio donde residía a menos que fuese al bosque, pero estaba acostumbrada a las intempestivas visitas de Aureliè, de Derek o de los aykeris desde que habían regresado, así que sonrió al ver a la gemela, aunque se extrañó, pues en la tarde había estado allí y era en principio el motivo por el que no había acompañado a su padre y hermano a la hora del té.
- Mon ciel – le dijo, pero le bastó una mirada para saber que esta de ánimo tormentoso – ¿Qué sucede, Lucía?
Aunque ya ella se había calmado un poco, era solo eso, un poco, porque a continuación comenzó a gritar y pasearse por la estancia mientras insultaba a la desconocida con la que estaba Dylan. Madeleine la dejó desahogarse, pero mientras estaban en ello, la puerta se abrió de forma súbita.
- ¡¿Se pude saber qué demonios sucede contigo, niña?! – vociferó más que preguntó, Lucien
- ¡Ervat! – le gritó ella
- Tú no me das órdenes y estoy cansado de decirte que esta es mi casa
- Pero molestas a mí tía y esta es su habitación – acentuó ella
- Lucía, eso no es cierto y eres bienvenido, Lucien – le dijo Madeleine
Sin embargo, y aunque Lucien ya se había habituado a Lucía, seguía sin soportar a las Siglair, de modo que lidiar con dos era como mucho y abandonó el lugar a toda prisa.
- Estúpido entrometido – murmuró Lucía
- Linda, ven aquí – le dijo Madeleine y ella obedeció
- Comencemos por el final. Lucien no tiene la culpa de sentir tus estados de ánimo y ciertamente no puede evitarlo, así que no puedes acusarlo de entrometido. Con relación a lo primero, no voy a hablarte como si fueses una niña porque ya no lo eres, de manera que por lo anterior asumo que estás consciente que Dylan es un hombre, y como cualquiera tiene necesidad de afecto y compañía.
- Nos tiene a nosotros – dijo con terquedad
- ¿Me harás pensar que te juzgue de manera errónea y en realidad sigues siendo una criatura? – le preguntó Madeleine
- Se supone que él sigue amando a mamá
- Estoy segura de eso, Lucía
- Entonces no tiene que andar enamorándose de ninguna desvergonzada
- Lucía, compañía no es lo mismo que amor, pero aun suponiendo que fuese el caso, soy yo una de las personas que más lamenta la muerte de Sophie, pero eso no me da derecho a pensar que Dylan no lo tiene a amar de nuevo, y si el universo le concediese esa gracia, todos los que lo amamos a él, deberíamos sentirnos no solo felices sino agradecidos, pues eso significaría que dejaría de sufrir como lo hace y de llorar por alguien a quien no podrá tener de nuevo.
Aunque Lucía no estaba feliz, la conversación con su tía la había hecho reflexionar y se propuso no amargarle la existencia a Dylan, pero aún estaba muy lejos de poder aceptar algo que en principio no le correspondía a ella ni aceptar ni rechazar.
En los días siguientes, tanto Iyul como Iziaslav estuvieron esperando que la dulce kandly le hiciese una desagradable escena a su padre, pero como no sucedió, comenzaron a tranquilizarse. Quien se la haría a ella y como cabía esperar, había sido Lucien, pues como había dicho Madeleine, él no podía evitar alterarse mucho cuando ella lo hacía y en aquella ocasión le había fastidiado la noche, pues había tenido que dejar a la chica con la que estaba por no ser capaz de prestarle la debida atención. Después de gritarse durante una hora aproximadamente, Lucien se había marchado del peor humor y Derek lo siguió.
- Curioso y desolado lugar – dijo el chico
- Largo – dijo Lucien por pura fórmula pues ya sabía que el entrometido aquel no obedecía a nadie
- A ver tío
- No soy tu tío, necio
- Pues en mi opinión sí eres muy necio, en cuanto a lo otro, si eres hermano de papá, desde luego eres mi tío, o quizá estés más acertado pensando que soy tu hermanito menor, el caso es que…
- Cierra la boca
- Puedo hacerlo y dirigirme a ti de otra manera si lo prefieres, pero ya hay mucho silencio en este lugar – dijo sentándose a unos pocos metros de él en el helado suelo – Como te iba diciendo, ya desde antes sabías que la conexión que hay entre mis hermanos y tú es rara pero existe, y con seguridad los svetsnik deben haberte aclarado el punto, así que…
- No aclararon una maldita cosa, o al menos no con respecto a ella
- De acuerdo, no encontraron pertinente hacerlo entonces, pero sin duda lo que sí hicieron, fue instruirte en cómo bloquearnos a todos
- Ah sí, sí lo hicieron, pero por algún motivo no funciona con ella