La DinastÍa (libro 8. Rhyfeldstar)

Cap. 5 Desastre anunciado

 

Los próximos días fueron un verdadero calvario para Henri, pues Derek seguía siendo visceral y dramático, de modo que tan pronto estaba sintiéndose desolado por la condición de su cuñada y el dolor que estaban sintiendo sus sobrinos, como furioso por la actitud de Arthur. Y, adicional a lo anterior, se les presentó un problema aún mayor, porque Ilmarien y Yerko informaron que no podían estar dentro de la casa, ya que Arthur, aunque no parecía compartir la extraordinaria percepción con sus hermanos, alguna tenía, pues en varias ocasiones se había detenido girándose con brusquedad y preguntando quién andaba ahí. Aunque Michel se había burlado de él, aun sabiendo que efectivamente había alguien, concluyeron que era mejor no complicar una situación ya muy complicada y los Lovets tendrían que montar guardia en el exterior, desde donde podían estar atentos a lo que sucedía en el interior, o actuar en consecuencia si Arthur intentaba impedirles abandonar la propiedad a sus hermanos.

Como Derek seguía teniendo un trabajo por hacer, debía dejar aquella angustiante vigilancia en manos de los Lovets para ocuparse de lo anterior, y normalmente quienes pagaban su mal humor eran los kraviacik que se atravesaban en su camino.

Hasta la fecha, el trabajo que les había sido encomendado había resultado muy frustrante, porque si bien los nelegas sin duda estaban en activo, cazarlos era lo verdaderamente difícil, pues salvo por la ocasión en la que atacaron a Iyul, nunca atacaban a los devrigs, sino inocentes y pacíficas aldeas de humanos comunes, pero cuando ellos llegaban ya no había nada qué hacer y los muy desgraciados habían desaparecido. Solo Alexander y Lucien los habían enfrentado, pero la intención inicial de coger por lo menos a uno para interrogarlo, había sido simplemente imposible, porque en palabras incluso de Alexander que era quizá menos dado a la violencia extrema que Lucien, aquellos sujetos no eran como los razverevied, es decir, no eran devrigs abandonados o que hubiesen perdido la razón, sino que estaban entrenados para matar o morir. De manera que por muy frustrante que les resultase, seguían sin tener nada.

Alrededor de dos semanas después que los chicos habían llegado a Darnley, se presentó la primera situación verdaderamente anómala, porque el comportamiento de Arthur ya no lo consideraban nada novedoso ni extraño, pero lo que sucedió ese día, definitivamente sí.

  • Doctor – dijo Arthur entrando sin siquiera saludar y cuando el galeno efectuaba su revisión diaria – En cuanto termine su visita a Lady Arlington, un sirviente lo conducirá a mi estudio
  • Sí, milord – contestó el hombre

Michel no era candidato a ganarse un premio por sus buenos modales, algo que en opinión de Armand en realidad su hermano no tenía, pero en aquel momento pensó que Arthur acababa de comportarse mil veces peor, pues aparte de no haber saludado con un mínimo de corrección, ni siquiera se había acercado a la cama, aunque esto último en verdad no era tan extraño, pues desde que estaban allí, Arthur no había ido a ver su madre ni una sola vez. No obstante, el médico pensó del mismo modo que los Lovets, es decir, que el joven duque quería hablar con él, justamente para informarse de la condición de su madre, pero Derek Armand sintió algo muy desagradable y por algún motivo aquella conversación se le antojó peligrosa, de manera que si bien los Lovets no se sorprendieron al escuchar la petición de Arthur, casi sufrieron un colapso al escuchar al chico.

  • Ilmarien, asegúrate de escuchar con atención la conversación que va a sostener el médico con mi hermano

Aunque la petición estaba dirigida a Ilmarien, fue escuchada también por Yerko y ambos se miraron con incredulidad. Sin embargo, como ellos no estaban para discutir nada, en cuanto escucharon que el médico les decía a los chicos que volvería al día siguiente, Ilmarien se fue derecho hacia donde estaba el estudio, porque a pesar de que podía escuchar lo mismo desde allí, no quiso correr ningún riesgo.

La primera parte de la conversación no fue ninguna sorpresa, pues el médico le informó a Arthur la precaria condición de su madre, algo por lo que no mostró mayor interés.

  • Hay otra cosa que me preocupa doctor, pero no sé si está usted en capacidad de ocuparse de esto.
  • Si milord me dice qué…
  • Se trata de mis hermanos – lo interrumpió, así que Ilmarien prestó mayor atención
  • Como ya le dije, la condición de su madre no es contagiosa y…
  • No se trata de eso

A continuación Ilmarien e incluso Yerko, escucharon con creciente indignación, cómo Arthur exponía su preocupación por la salud mental de sus hermanos, misma que ilustró con muchos detalles que incluían desde pesadillas hasta alucinaciones, pasando por lo que según él, eran extraños episodios donde Michel, especialmente, hablaba en un idioma que jamás había estudiado porque era inexistente. El médico se mostró comprensivo e incluso le hizo ver a Arthur que era posible que habiendo pasado por la reciente muerte de su padre y ahora por la enfermedad de su madre, era posible que solo se tratase de algo pasajero.

  • Usted no comprende y no espero que lo haga, porque es algo que ha venido sucediendo desde siempre y mis padres nunca se ocuparon de eso, así que naturalmente, ahora que son mi responsabilidad, yo voy a hacerlo. Sin embargo, si pedí hablar con usted, no fue con la intención de se ocupe de ello, sino que me recomiende alguien más apto para esto.




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