Michel y Armand eran gemelos, y para la época era altísima la tasa de muertes de uno de los bebés o de ambos incluso, por lo que ya sabemos con relación al poco conocimiento, a la escasa higiene que se observaba y las condiciones de vida en general, pero era aún más desconocido un síndrome que hoy conocemos como feto-fetal, en el que uno de los dos bebés recibe menos aporte de sangre. Para la época que nos ocupa no había manera de saber ni siquiera que se trataba de dos, así que estaban mucho más lejos de poder tratar algo que desconocían, de modo que era sumamente improbable que una o ambas criaturas sobrevivieran. Sin embargo, si bien lo habían logrado, Armand siempre fue más pequeño y enfermizo que Michel, y fue además el que estuvo a punto de morir, pues la pobre criatura había demorado tanto en nacer después que lo hiciese su hermano, que creyeron que estaba muerto cuando finalmente abandonó el vientre materno. Los padres comenzaron a angustiarse cuando notaron que Michel crecía mucho más de prisa que su hermano, y aunque en principio pensaron que era porque Armand comía poco en comparación con su gemelo, como también era más propenso a enfermarse, consultaron con el médico y éste descubrió que el niño tenía alguna clase de afección en el corazón. De manera que por todo lo anterior, los Arlington siempre estuvieron muy preocupados por sus dos hijos menores, y la preocupación por Armad aumentó en forma grosera cuando murió Alfred, pero como la condición de Armand no varió gran cosa, y fuera de los resfriados y su lento crecimiento, no se presentó nada más, cuando alcanzó los doce años, Cris al menos, se permitió tener esperanzas. Con relación al carácter de Armand y si bien les extrañaba que fuese tan distinto a su hermano, lo encontraban una bendición, pues ya Michel ocasionaba más desastres de los que podían afrontar. Lo que no sabían los Arlington, era que si Armand no observaba el mismo comportamiento de su hermano no era porque la naturaleza lo hubiese hecho más tranquilo, sino que lo había hecho más débil, de modo que los esfuerzos físicos eran un reto para él, y casi lo mismo aplicaba a su silencio, pues de ninguna manera habría podido hablar a la velocidad y durante las groseras cantidades de tiempo que lo hacía su hermano, sin quedarse sin aliento, pero si bien diferían en lo anterior, era por una cuestión de salud, mientras que el cerebro de Armand era tan anárquico, peligroso y activo como el de su gemelo, pero debido a su quietud física, era más observador y analítico.
Todo lo anterior era ignorado por sus parientes devrigs, pero a raíz de la transformación y debido al penoso período de adaptación, todo esto salió a la luz, de modo que los veldekys se reunieron e incluso solicitaron la ayuda de Nadège, pero en principio no estaba a su alcance evitarle el sufrimiento que venía con la transformación, y definitivamente no podían modificar su condición. De modo que cuando tuvieron que informar aquello, en la oportunidad en la que Armand sufrió el paro cardíaco, las cosas iban a complicarse mucho, porque si bien los escucharon, al menos Derek que era el menos paciente, fue el primero en expresarlo.
Las palabras demoraron algunos segundos en penetrar los cerebros de los presentes, y cuando lo hicieron, fue que las cosas se complicaron, porque Derek enfureció, el siguiente en hacerlo fue Lucien, y si ya eso era, no malo, sino muy malo, al menos ellos dos habían comenzado por vociferar su ira, pero la verdaderamente peligrosa era la de Iván, porque él no perdía el tiempo con palabras. Por otra parte, Lucía estaba lidiando con la ira de su hermano, la de Lucien y con un dolor que amenazaba con partirle el corazón a la mitad, de modo que se aferró a Aleksèi.
En aquel momento, Aleksèi habría dado gustoso la suya solo por no sentir el dolor que estaba matando a su niña, pero al parecer todos los veldekys parecían destinados a sufrir un destino peor, pues antes de que él pudiese decir nada, la ira Sesviatsky estaba alcanzando su cénit y todos se llevaron las manos a la cabeza y comenzaron a sangrar en forma profusa. Como en principio Alexander se había estado ocupando de su hermano y de Lucien, nadie, salvo Iliar, se había fijado en Iván.
No obstante, aquello era perfectamente inútil, porque si en condiciones normales penetrar aquella cabeza era imposible, en aquel estado menos aún. Cuando los demás notaron lo que estaba sucediendo a los veldekys, se desesperaron, de modo que Alexander se olvidó de Derek y de Lucien y caminó hacia Iván, pero en principio salió despedido, y de no haber sido por la velocidad de Iliar, habría quedado estampado contra la pared, pero aquel individuo era terco y avanzó de nuevo.
Lucía que había estado sosteniendo a Aleksèi, que casi le había caído encima, lo dejó y avanzó también. Istvan había cursado un urgente mensaje a Istval, Irakli y Henri, y los primeros en entrar fueron los últimos dos, quienes se aplicaron tanto como les fue posible. No obstante, estaba quedando demostrado para quien no lo tuviese claro, que hacer enfurecer a Iván era uno de los peores asuntos que podía hacer alguien. Lucien y Derek no era que estuvieran más contentos, pero la situación general pareció darles algo de ecuanimidad y decidieron ayudar. Bien fuese por el decidido empeño de todos los presentes, que no habían dejado de invertir su energía en proteger a los desdichados veldekys, o porque quienes estaban intentando bloquear a Iván eran igualmente poderosos, la cuestión fue que Lucía logró acercarse más, pero la angustia volvió a dispararse al ver el aro de fuego que comenzaba a alzarse.
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Editado: 16.12.2021