La DinastÍa (libro 8. Rhyfeldstar)

Cap. 37 Descontento

 

Casi ninguno de los chicos pudo disfrutar del habitual regalo que los esperaba en sus habitaciones, pues pocos estaban en condiciones. En el caso de Derek, cuando despertó, ciertamente habría querido no hacerlo, y si se salvó de una reprimenda por parte de su mujer, fue porque ésta estaba demasiado contenta de tenerlo allí, y lo único que hizo fue prepararle algo que obrase en beneficio de suprimir la horrorosa resaca. Istziar también se mostraría igualmente generosa con su hermano y con Michel, algo muy oportuno para todos, pues en cuanto Lucía se había levantado, se había ido derecha a armarles escándalo a todos.

 

Radek por su parte no había dormido nada, pues después de despachar a la byzliki que lo esperaba en su habitación, se había ido hacia la ventana y allí se había quedado hasta muy entrada la mañana.

Radek había sido un guerrero tan feroz como Mikha, pero como ya se dijo anteriormente, no había sido beneficiario de las enseñanzas de los Levjaners, pues en su época éstas estaban reservadas a ser impartidas entre aquellos que aspiraban a convertirse en algo más que simples guerreros. Para cuando Radek abandonó su mundo y se alejó tanto como pudo de sus congéneres, apenas si habían comenzado a formar a los guerreros como lo hacían ahora, de modo que tampoco entonces tuvo oportunidad de aprender nada de la filosofía de los Levjaners.

Aunque la idea de Radek había sido la de alejarse de todo aquello que le recordase no solo su pasada vida, sino a Mikha, cuando abandonó la cueva donde había pasado años, poco a poco comenzó a ser contactado por algunos de sus antiguos compañeros de armas que por una u otra razón, también se habían alejado de los suyos, y así fue como se formó el cuerpo de hombres que lo acompañaba, y si bien no superaban los setenta, eran igualmente peligrosos todos y cada uno de ellos, pues todos eran itslievs.

Radek y los suyos se habían instalado en la península escandinava con el único propósito de fastidiar a los daneses y la final lo había conseguido, pero además de eso, se consiguió también un barco y pasaba mucho tiempo en alta mar. De modo que, como ni él ni quienes lo acompañaban tenían ni motivos ni interés en lo que sucedía con sus congéneres, era que Radek en realidad no sabía nada de nada con  relación a los mismos.

Sin embargo, después de la inesperada visita de Yves, y su enigmático último mensaje, en el que desde luego no se refería a su padre, se despertó la curiosidad de Radek, tal y como sabía Yves que sucedería, porque uno de los defectos de aquel individuo era su curiosidad, algo que los había metido a él mismo y a Mikha en muchos problemas.

Radek salió de sus recuerdos al notar la actividad en los jardines, vio las cúpulas doradas y emitió un suspiro.

  • ¿Qué estás haciendo aquí, ergelar? – se preguntó a sí mismo

El día anterior no había tenido mucho tiempo de pensar casi en nada, pues después de la sorprendente teoría de Yves, y para él seguía siéndolo, la muchachita aquella se le antojaba irritante y definitivamente Yves había estado muy equivocado con aquello de que era alguien a quien querría ver, porque en realidad ni verla ni escucharla, y menos aún tenerla cerca, porque se sentía casi enfermo cuando eso sucedía.

No obstante, y debido a su innata curiosidad, comenzó a preguntarse por qué sucedía aquello, pues seguía negándose tercamente a darle validez a lo dicho por Yves. Sin embargo, aquel día y cuando la chica los había mirado con ira a Istval y a él, una idea por demás absurda, había penetrado en su cerebro, aunque sería más apropiado decir, que había sido la energía de la niña lo que se había colado en sus venas como un veneno muy nocivo, pero había estado tan ebrio, que no había entendido hasta mucho después la razón, y esta era que había reconocido la sangre Siglair. Si lo primero le parecía absurdo, esto último era imposible, pues ningún Siglair podría haber estado entre devrigs sin horrorosas consecuencias, aunque explicaría el rechazo que había experimentado y aquella sensación de sentirse enfermo en su presencia, pero casi lo descartó diciéndose que había estado demasiado ebrio.

No obstante, como seguía necesitando respuestas, decidió irse a buscar a Iván, aunque gimió internamente al encontrarlo con Iliar, algo que debió recordar sabiendo como sabía que aquel era la otra mitad del primero, pero definitivamente insoportable y payaso. Tanto Mikha como él, habían sido bastante unidos a aquellos dos, al menos al principio de sus vidas, pues Iván e Iliar, aunque le llevaban apenas tres o cuatro años, habían sido los héroes de su infancia por el decidido comportamiento desquiciado de ambos, pero personalmente, él se había llevado mucho mejor con Iván que con Iliar, porque ya tenía suficiente con las payasadas de Mikha para sumarle las de Iliar.

  • Algo temprano para que estés de pie después de la fiesta de anoche y la segura agitada mañana, kicyk Radek

Al verlo, Radek había recordado con rapidez que la mejor forma de sobrevivirlo era ignorándolo y fue lo que hizo.

  • Necesito hablar contigo, Sesviatsky
  • Y como lo estás haciendo…
  • A solas
  • Guao, no estamos del mejor humor y te recordaba menos…

Un segundo después, Iliar se sintió estampado contra la pared y los azules y helados ojos de Radek estaban clavados en los suyos.

  • Vamos hombre, es molesto, pero es mi amigo – dijo Iván
  • Entonces asegúrate que entienda que si quiere conservar la cabeza, es mejor que se mantenga a conveniente distancia de mí




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