Korszemel, 1792-93
Aureliè se había instalado en Korszemel a raíz de las desapariciones, y aunque pensaron que era porque no quería dejar sola a Jovanka, no era solo por eso, sino porque ella misma de pronto se había sentido terriblemente sola.
Ella siempre se había llevado muy bien con sus parientes, Derek la hacía reír mucho al igual que Lucía, mientras que a Alex lo encontraba el ser más dulce del mundo. Los gemelos y en cuanto llegaron a sus vidas, Michel se convirtió rápidamente en fuente de alocada alegría, y Armand era un niño tierno y con sed de conocimiento primero, pero después estuvo tremendamente preocupada por él, y aunque logró superar el difícil período de adaptación y pudo integrarse con relativa normalidad a su nueva realidad, y seguía siendo el niño tierno que habían conocido, Aureliè siempre mostraría mucha preocupación por él.
A pesar de que tenía poco contacto con Dylan, siempre le dolía el corazón cuando hablaba con él, porque, aunque estuviese sonriendo, la tristeza en su verde mirada y el poder percibir el dolor que llevaba encima, siempre le había hecho un daño enorme a la chica. De sus otros parientes Yaroslávich, tanto Iziaslav como Iyul la trataban muy bien, pero con quien más había hablado estableciendo un sólido vínculo familiar, era con Iziaslav, pues a Iyul lo veía más bien poco; y con Lucien no había caso, ella era una Siglair, él no la soportaba y no parecía haber forma de cambiar eso, de modo que fuera del cortes y obligado saludo, nunca había cruzado una palabra más con el príncipe.
Sin embargo, aunque tenía una familia y la amaba, los Korsacov también lo eran y de hecho habían sido los primeros a los que vio y sintió como la familia que no había tenido, pues su madre se preocupó de darle amor y proveerla de lo más necesario, pero en realidad la veía poco debido a que siempre estaba en París mientras que ella pasó la mayor parte de su vida en Giverny, y cuando finalmente su madre la había llevado a Paris, había muerto relativamente pronto, así que se quedó sola. De modo que cuando fue transformada, los Korsacov se habían hecho cargo de ella, y los amaba del mismo modo que amaba a aquellos que llevaban su sangre. Jovanka se había convertido en madre y amiga, Istziar era la hermana que no había tenido y fueron muchas las horas que pasaron juntas, mismas en las que Istziar le hablaba de miles de cosas que Aureliè desconocía, así como de la familia a la que no conocía, especialmente de Derek, de modo que a través de Istziar, aprendió a amarlo a él y a los gemelitos. Istvan, y aunque lo veía poco debido a las muchas ocupaciones de aquel individuo, cuando lo hacía, disfrutaba mucho de su compañía, pues Istvan era el clásico hermano mayor, dulce, protector y siempre dispuesto a contestar alguna pregunta o a escucharla cuando era ella la que necesitaba desahogar su ira en contra del incordio de Istval, por ejemplo. Con Istval no había caso y siempre quería golpearlo, pues aquel infeliz se esmeraba en fastidiarla, algo que le había quedado clarísimo a la chica desde un inicio, pero no tenía más opción que aguantárselo, pues él era su izbretel y nada podía hacer. Y Milorad estaba en el mismo estatus que su padre, pues a todos los efectos prácticos, él se había comportado y convertido en uno, así que su desaparición había devastado a Aureliè; no era que las de los demás no le doliesen, especialmente la de Iziaslav, pero con relación a Lucía, ella confiaba tan ciegamente en lo que decía Alexander como lo hacía Derek.
La nueva situación hizo que el lazo existente entre Aureliè, Istziar y Jovanka, se fortaleciese, pues al resto de sus parientes los veía poco, porque con excepción de Armand, los demás estaban muy ocupados primero con una búsqueda que Alexander siempre dijo que era inútil, y luego con los múltiples acontecimientos que se sucedieron, especialmente el atroz conflicto armado que se había desatado en Francia, así que a Aureliè ni siquiera la dejaban volver a su patria por causa de la revolución.
A raíz de lo anterior, el espíritu combativo que había caracterizado a casi todos los Saint-Claire, salió a relucir en Aureliè.
Aureliè había descubierto hacía muchísimo tiempo, que el espíritu bromista de Istval no era un capricho de la naturaleza, pues Jovanka también lo poseía y evidentemente se lo había legado a ese hijo, pero Jovanka también era madre, así que eso se imponía a cualquier otra característica cuando veía a uno de sus chicos en problemas o simplemente alterado, de modo que por eso, si bien Istziar solo se había sorprendido, Jovanka se había puesto rápidamente de pie dirigiéndose hacia Aureliè.
Aquello era algo que Aureliè hacía y mucho, pues aparte de que Phillipe se había ocupado de instruirla tanto como le había sido posible antes de morir, la madre de Aureliè había sido una ávida lectora y al parecer le había legado aquel interés a su hija. De modo que, a diferencia de la mayoría de las mujeres devrigs, quienes estaban poco versadas acerca de política y otros temas, o simplemente se contentaban con lo que sus maridos les decían, como era el caso de Jovanka y ahora de Istziar, Aureliè estaba al tanto de la situación, al menos en forma general.
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Editado: 16.03.2022